6 nov 2022

El destinatario de nuestro mensaje

 SILO-

EL DESTINATARIO DE NUESTRO MENSAJE
Normalmente cuando se dirige un mensaje, se lo dirige a alguien. Es decir, uno dirige un mensaje, el mensaje tiene una estructura y a la vez es receptado por alguien.
Según el tipo de convocatoria que se haga, según a quién se dirija el mensaje
 , así también acudirán gentes al punto de emisión.
De modo que, si como comienzo de nuestras actividades el mensaje estaba lanzado más bien a personas que tenían problemas sicológicos, acudían a nosotros personas con problemas sicológicos.
Cuando nos fortalecimos suficientemente y muchas gentes compusieron sus problemas, ya explicamos que nos dirigíamos a un sector más amplio. No al sector que padece problemas sicológicos, sino al que quiere más bien orientar su vida. Arreglar sus cosas, que es cosa bien diferente.
Empezamos a decir que nuestro trabajo no era de tipo terapéutico. Lógicamente, dejaron de acercarse aquellos que en un primer momento habían sido convocados, como es lógico. Por consiguiente, empezaron a acercarse gentes más bien con alguna falta de orientación de tipo existencial.
En realidad hoy el mundo padece de una gran falta de orientación. Eso no es ninguna anormalidad, eso es normal". Pero lo que estoy tratando de destacar, es que el destinatario del mensaje fue diferente. Entonces al ser diferente se acercó gente diferente.
Tal vez no sea pertinente preocuparse mucho y hacer grandes estudios por dónde están esos voluntarios, qué características tienen. Todo aquello nos complica.
Tal vez si nos ocupamos de estudiar la naturaleza del mensaje y a quien está dirigido, bueno, los que tienen esas características se van a acercar solos, sin preocuparnos nosotros por dónde están ellos.
Es una cosa más suelta, que el que está en esas condiciones la escuche. Bien, pero ¿en qué situación estamos en el mundo en que vivimos? Parece normal y aceptado socialmente que uno debe sólo recibir, recibir, recibir.
Es propio de la sociedad consumista. Es un gran valor recibir cosas.
A todo el mundo se le ocurre que lo único que tiene que hacer es recibir.
De tal manera se han planteado las cosas, que únicamente yo aplico mi fuerza de trabajo para cambiar mi tiempo invertido en fuerza de trabajo, por un estándar o por remuneración.
Ustedes dirán "qué bien funciona un banco, qué organizado es". Efectivamente, funciona bien.
Las gentes no tienen más remedio que dar su fuerza de trabajo para recibir en compensación su salario y todo aquello.
Eso sucede en el "sistema" y no vayamos a creer que la gente se siente a gusto dando esa fuerza de trabajo para recibir salario.
Más bien, están forzados por las circunstancias en que viven. Pero, ¿dónde está la aplicación de sus propios contenidos al mundo? ¿Dónde está la aplicación de su creatividad? ¿Dónde está la aplicación de aquello que brota de sí y se aplica a las cosas para transformarlas?
Parece que en el mundo en que vivimos esas posibilidades son escasas. La gente da su fuerza de trabajo, enajena horas de su tiempo, etc., etc., y recibe por aquello.
Tan montado está este sistema y esta forma de pensar las cosas, que uno no concibe como posible que uno pueda sacar fuera de sí cosas, producir cosas, sin una especial remuneración.
Parece ser sin embargo, que el ser humano estuviera estructurado, estuviera armado, tanto para recibir como para dar. Y parece ser que si cerramos la válvula del dar, se generan problemas.
La gente, por ejemplo, esos problemas los empieza a traducir como dificultades de comunicación, dificultades en el lenguaje, falta de relación con los seres queridos y más próximos, discordancia en los puntos de vista.
Y la gente propone el diálogo y todo aquello, pero sucede que no es por el diálogo que se solucionan esos problemas, sino por la actividad común.
Lo que estamos tratando de decir es que, así como se recibe es importante dar.
En esta sociedad en que vivimos, se supone que en la medida en que se recibe, más interesante es la vida de uno, no en la medida en que se da.
Siguiendo ese esquema "admirable" podemos ir a lugares donde la gente recibe mucho, tiene un alto estándar de vida. ¡Amigo!, de acuerdo a ese esquema, debían ser muy felices. Nos vamos por ejemplo a Suecia, que es un país con un alto estándar y la gente tiene solucionados sus problemas inmediatos, la gente recibe un sueldo adecuado, tiene libertad para hacer cosas de todo tipo. Y recibiendo, recibiendo, nota sin embargo que está incomunicada, nota que no puede hacer nada por sí para plasmar en el mundo.
Y empieza a generarse en ella una falta de sentido, una pérdida de sentido…..
¿Qué sucede paralelamente a ésto? Sucede que aquellos que hacen cosas resultan cada día que pasa más extravagantes.
Pongamos un ejemplo que puede ilustrarnos sobre ésto: Un señor es bombero voluntario. A las cuatro de la mañana suena la alarma, él se levanta, se pone su casco, saca la corneta, corre y va a apagar el incendio.
Claro, él no recibe ningún sueldo, ninguno paga por eso. El llega tarde a su casa, es más, tiene que levantarse dentro de media hora para ir a su trabajo habitual. Eso le va a crear problemas
incluso en su oficina, y por supuesto le va a crear problemas de relación en su hogar. Le van a decir: "Pero, ¿qué ganas tú con hacer esas cosas? Al hacer semejantes cosas incluso se
desestabiliza nuestra situación".
Entonces este pobre hombre, que ha querido efectivamente solucionarle un problema a la gente que se queda sin hogar o a la gente que pierde su casa, o a un niño que pudiera él salvar.
Este pobre hombre que está tan bien dispuesto, en su medida, porque él ha elegido esa forma, a lo mejor otros eligen otra, (no estamos discutiendo cuál sea mejor o peor). Entonces este buen hombre que tiene la mejor disposición del mundo, se va encerrando sobre sí mismo.
Incluso al pasar por la calle algunos otros lo miran y dicen: "Ah claro, es el bombero voluntario".
No se ve qué utilidad pueda prestarle a él semejante cosa. Trabajados por la ideología consumista. Entonces, claro, las buenas gentes se nos van encerrando, y no van viendo rédito en la acción hacia afuera, desprendida, fuera de sí.
Es una situación particular que nos toca vivir. Y que todos los que han querido hacer cosas con desprendimiento se han visto cercenados en esas posibilidades.
Hoy está como desprestigiado, de algún modo, el valor del dar. No es un valor social al cual se aspire, el dar. Más bien se aspira a consumir. Más bien lo que se presenta en nuestras pantallas de TV y la propaganda generalizada del sistema es "fíjese que lindo objeto, usted podría tenerlo,
basta con que enajene media hora más de su tiempo y entonces usted va a poder disponer de él".
Entonces más bien lo que se propone son objetos que llegan a mí, pero de mí no sale nada, salvo mi capacidad de trabajo. Y allá vamos en ese circuito.
Y ¿qué pasa conmigo? ¿Qué significo yo aparte de ser un tubo digestivo?, según propone la propaganda del consumismo.
Es una situación un poco triste, porque, equivocada tal vez, tal vez nadie tiene intención de producirla. Así se van enhebrando las situaciones en el mundo.
Y sucede que tal vez lo más cálido, lo más interesante, tal vez el mayor valor que puede tener el ser humano, es expresar fuera de sí con desinterés cosas que sirvan a otros. Eso justamente es lo que estamos cercenando.
Pero claro, estas cosas no son en vano. Porque tarde o temprano este cercenamiento antinatural, esta ruptura antinatural de la solidaridad humana, va generando rupturas internas, va acumulando neurosis, va creando problemas de relación y desentendimiento.
Y al final nos encontramos con un sociedad, sea del signo que sea, en donde la incomunicación es total y las gentes son islas.
Nos encontramos en una situación tal en la que uno no aguanta al que le rodea, y finalmente no se aguanta uno mismo mirándose al espejo, porque no puede dar de sí siquiera una imagen de comprensión.
Nos encontramos con un caos a nivel estructural mundial. Imposible ponerse de acuerdo. No va a ser posible ponerse de acuerdo. Porque se han cercenado las válvulas de comunicación y se está trabajando con otro tipo de valores.
Este punto de a quién dirigimos nosotros nuestro mensaje, será de importancia si además definimos el sentido en el cual nos vamos a mover.
Pero nos orientaremos a aquellos que han sido acorralados en su espíritu de colaboración con el prójimo.
Nos dirigiremos a aquellos que han sido perseguidos por un tipo de estructuración consumista.
Nos dirigiremos a aquellos que se sienten incomprendidos. Nos dirigiremos a aquellos que saben que es un gran valor el dar, pero que no alcanzan a comprender qué es lo que les pasa a ellos mismos.
Daremos explicaciones coherentes y lo convertiremos en un verdadero valor individual y social.
De tal modo que se reivindique aquello que ha sido perseguido.
Pondremos como valor máximo del ser humano su aptitud de DAR. Y de ningún modo sólo el hecho de recibir. Y en ese caso serán bienaventurados aquellos que den sin pensar
en el recibir, porque ahí está su paga. La paga de poder hacer por ellos al tiempo que ordenan su propia existencia.
A ellos nos dirigiremos y ese será el sentido que tendrá esta Misión que nosotros le hemos dado el nombre, esta Misión que nosotros hemos proyectado en el tiempo. Ese es el objetivo de nuestra Misión: ROMPER LA INCOMUNICACION DEL HOMBRE CON LA ACTIVIDAD HACIA EL PROJIMO.
Esto que todo el mundo dice de amar al prójimo, se ha convertido en frase y no tiene efectividad y se han cercenado las puertas de comunicación con los demás.
Ese es el punto nuestro de a quién nos vamos a dirigir; a aquellos que de algún modo sienten ese potencial y están desorientados.
Cuando nosotros pongamos como un gran valor la aptitud de dar, numerosas personas, cientos de personas en todas las latitudes, miles de aquellos que notan que en ellos está esa fuerza pero de modo incomprendido, van a saber que estamos hablando de ellos.
Todo aquel que se siente en esa situación, cuando pongamos aquello como valor máximo de la actividad humana, van a decir; "Están hablando de mí. Eso es lo que yo siento. Eso es lo que me pasa, en mi trabajo, en mi familia, en mi pareja, en mis relaciones con mis amigos. Justamente están hablando de mí".
Nos vamos a dirigir a los que sienten eso, y ellos van a responder. Y habrá eco. Y se multiplicará el eco.
Ese es el punto que no nos hace preocupar por dónde, cómo, en qué lugares. Bastará con que sepamos colocar como máximo valor la capacidad de dar. Bastará con que en pocas frases y muy simples, expliquemos qué pasa con el dar y qué pasa con el egoísmo del no dar. Bastará que
expliquemos muy bien la inconveniencia del no dar, la desintegración y la neurosis a la que lleva el cerrar esa válvula. Bastará que pongamos de relieve todo esto para que muchos nos escuchen porque sabrán existencialmente y por registro que es a ellos a los que nos dirigimos.
Este es el punto que quería yo comentar como para no preocuparse de "en qué lugar, de qué modo, con qué características", sino sólo aquél que sabe que el dar es bueno, y que está dispuesto a dar, y que necesita enrolarse en una gran corriente que modifique los valores y que invierta esta situación oprimente y neurotizante que padece el ser humano.
No vamos a precisar tecnicismos. Vamos más bien a permitir que se engrosen con nosotros trabajando codo a codo en una empresa común de difusión, en donde los valores del dar estén como supremacía. Eso será lo importante y por eso podrán acudir a nosotros gente que tenga mucha o poca información, gente que tenga muchos o pocos recursos. Porque si nosotros tuviéramos que hacer tecnicismos, nos olvidaríamos de aquellos de buena voluntad que no entienden lenguajes complicados. Nos olvidaríamos de la gente con un gran sentimiento y que sin
embargo no ve al mundo a través de las ideas.
Las gentes con buenos sentimientos, la gente con fuerza de comunicación, son las mayorías y sin embargo esta gente por las situaciones que vivimos, no tienen acceso a tecnicismos, no tienen acceso a grandes teorías o a grandes planteos.
A ellos nos dirigiremos. Esos que están arrinconados y que hoy se sienten los últimos de la estructura social. Esos con seguridad, van a ser los primeros en la reivindicación del valor del dar.
Ese es el punto que quería aclarar respecto de a quiénes y cómo nos dirigiremos.
SILO. México, octubre de 1980.

30 abr 2022

Propuestas para la Felicidad y Liberación Personal y Social. Dario Ergas

 

Propuestas para la Felicidad y Liberación Personal y Social.

4ta Jornada de Psicología del Nuevo Humanismo

Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 29/8/2008

 

Me apoyaré en el libro “La Mirada Interna” de Silo para intentar hacer estas propuestas. Silo es una persona que ha conectado con espacios profundos de la conciencia y muestra aquí un camino para que el ser humano de distintas culturas y distintas creencias pueda también acceder a ellos.

Lo primero es profundizar en nuestra situación actual. Develar, hacer evidente a nuestros ojos el estado de sinsentido en el que vivimos. La primera propuesta para la felicidad es tomar conciencia de nuestra infelicidad. Podemos ver pasar nuestra vida, todo lo que hacemos, nuestras luchas y ver que nada de eso nos llena plenamente, nada de eso se corresponde a nuestra búsqueda. Muchas de nuestras actividades nos llenan provisoriamente, pero nada tiene un sentido fundamental. Todo en mi es variable y provisorio, a veces siento una cosa y en otras siento lo opuesto, a veces creo con certeza y a veces todo es incertidumbre. Voy a morir, toda mi gente querida, la más querida y la que no quiero para nada, va a morir y en definitiva que sentido ha tenido esa angustia o ese instante de placer que se pierde en la neblina del olvido. Una causa reemplazará a otra causa, un amor a otro amor, un deseo sucederá otro, encandilando mis ojos, sin que nunca los pueda atrapar como espejismos de mi soledad.

Lo que llamamos sentido de nuestra vida, es en realidad un estado de conciencia ilusionada, la conciencia está ilusionada por un proyecto, un deseo, y obnubilada por él. En realidad, ese es el modo ordinario de conciencia, vivimos un estado de conciencia ilusionada creyendo que tiene sentido, creyendo que no va a morir. Si estamos ilusionados no hay modo de despertar la búsqueda de sentido, puesto que la conciencia cree que su sentido está en poseer la ilusión que la tiene presa. La búsqueda se completó en la ilusión. Pronto vendrá la desilusión y una nueva ilusión reemplazará a la que fracasó, repitiéndose esto hasta mi muerte.

Además, esas ilusiones curiosamente no tienen nada de original, muchas veces son propuestas por la educación que nos han dado en la escuela, cosas que nos han dicho en la casa por tradiciones familiares, muchas de ellas las tomamos de la publicidad, de la tv, de lo que dicen los que aparecen en tv. Es decir, no sólo vivo en el sinsentido confundiendo los espejismos con realidades, sino que además todo lo que se me ocurre, no se me ocurre a mí, sino que me lo ha prestado la tv, la familia, la escuela y la época. Si queremos ir a la felicidad tenemos que develar la infelicidad y con mucha honestidad, si queremos la libertad, tenemos que ver nuestra dependencia. No se trata de algo natural. Naturalmente el ser humano debiera ser feliz y libre y por un error psicológico no lo soy y estoy buscando propuestas para no seguir cometiendo ese error. No, aquí estamos hablando de una estructura de conciencia encadenada al sinsentido, a la ilusión y por tanto al sufrimiento. Y estamos proponiendo un acto mental no natural, sino intencional que es develar, poner ante los propios ojos, del modo más simple, el propio sinsentido. El acto intencional y no mecánico es un acto netamente humano. Lo podemos rastrear muy originariamente cuando hace un par de millones de años, nos acercamos al fuego. Hubo una sólo especie que venció el impulso natural de huir del fuego y despertó en el planeta la chispa de lo humano. Despertemos ese acto de conciencia poniendo ante nuestra mirada interna el Sinsentido, la Dependencia y agradezcamos el fracaso que nos desilusiona, que nos despeja la ilusión de la cabeza.

Pero, sigamos a la segunda propuesta. Si miremos por donde miremos nos topamos con la ilusión y el sinsentido, qué hacemos. ¿Habrá algo más o es sólo esto? ¿Tendremos otro tipo de experiencias que nos muestren un camino distinto a explorar?

En ocasiones todos nosotros hemos tenido sin un motivo aparente experiencias que salen de lo común. A veces por un corto instante me siento conectado, fundido con todo lo que sucede a mí alrededor. Mirando una noche de estrellas o un particular atardecer, de pronto me parece que lo comprendo todo, la luz, el universo, todo. Alguna vez me ha parecido que se trastoca el espacio, se hace más brillante o entrara en otro tiempo. Experiencias incomprensibles que duran muy poco tiempo. A veces veo todo como si lo viera por primera vez. Duran muy poco tiempo y luego todo vuelve a la normalidad y me olvido de esa experiencia, o la considero una casualidad o algo que imaginé. Por un corto instante mi conciencia se ha iluminado, se ha roto mi modo habitual de captar el tiempo, en fin, no puedo explicar con claridad lo ocurrido, mi razón no encuentra la explicación y muchas veces ni siquiera encuentra las palabras para describir lo vivido. Muchas veces no le damos importancia a estas experiencias, pero si revisamos bien, aquí por un breve tiempo, una milésima de segundo, he experimentado algo muy importante, me ha parecido muy largo, muy completo, he visto la realidad de un modo nuevo, como si hubiera entrado en otro tiempo y otro espacio. Todos hemos tenido de estas experiencias, pero no todos las recordamos con facilidad porque en su momento, nos asustaron o las consideramos estados de locuras y las degradamos. Pero allí están como faros que iluminan el camino del sentido.

Estas experiencias reveladoras, accedo a ellas por casualidad, sin quererlo y son muy ocasionales. Estas experiencias nos ponen en presencia de otros estados de la conciencia, cambia nuestra percepción de la realidad, del tiempo y del espacio. Cambian nuestro modo de sentir y de valorar. Lo que nos parecía importante queda descubierto como elementos sin ninguna importancia, y aquello que nos parecía simple y cotidiano cobra una relevancia significativa. Esas experiencias nos ponen en presencia de la existencia, de la vida y experimentamos otro tipo de relación con las otras personas, con la naturaleza, con el mundo y con el universo.

Así que si queremos esto de la felicidad y liberación deberíamos analizar cómo romper el estado de conciencia habitual y entrar en un nuevo modo de estructurar el mundo. No estamos hablando de superar una depresión, o un fracaso, para reemplazar una ilusión por otra, estamos hablando de modificar el modo de estructurar el mundo, estamos hablando de una conciencia que despierta de la ilusión.

Los caminos para producir una ruptura del modo habitual de conciencia y acceder a experiencias místicas, de sentido, transformadoras y liberadoras, son numerosos. Distintas escuelas en distintas culturas tienen sus estudios para acceder a estas experiencias. Pero nuestro tema no es sólo cómo acceder a estas experiencias, sino cómo hacerlas progresar. No se trata sólo de una irrupción y luego que vuelva todo a ser como antes. Se trata de poder hacer progresar la experiencia para que resulte transformadora de mi conciencia y llegue a través de mí al mundo, transformándolo.

El espacio externo se nos presenta como un vacío tridimensional sobre el cual están emplazados los cuerpos. El tiempo se nos presenta como una secuencia da atrás hacia adelante en que están emplazados los sucesos. Pero en el mundo interno esto varía bastante. El espacio interno es también un espacio vacío sobre el cual están emplazados ya no los cuerpos, sino las representaciones; pero éstas tienen total movilidad sobre ese espacio a diferencia de lo que ocurre con el espacio externo. El tiempo interno se nos presente como una estructura de pasado presente y futuro y los sucesos tienen también movilidad para desplazarse en el tiempo interno sin respetar la rigidez lineal de cómo se nos presenta el tiempo externo. Las experiencias extraordinarias se dan en una profundidad del espacio interno y en un punto del tiempo interno en que se rompe la estructura pasado, presente y futuro y se las experimenta fuera del tiempo, como eternidad. Este tipo de experiencias producen modificaciones a todo el espacio y tiempo interno y son de tal intensidad que hacen variar también el modo en percibimos el espacio y el tiempo externos.

Existe un tipo de energía psicofísica que nos permite entrar en estos nuevos modos de conciencia. Es la energía que se utiliza en la representación, la energía que utilizan las imágenes visuales, auditivas o cenestésicas. La energía mental utilizada para representar una flor en el campo, sentir su olor silvestre y la brisa que la acaricia. Esa energía que utilizamos para imaginarnos aquello, es la energía de la representación y la llamamos la “Fuerza”. La movilización de esa energía es la “experiencia de Fuerza”.

La Fuerza circula por el cuerpo involuntariamente, pero puede ser puede ser movilizada y orientada para acceder a otros estados de conciencia.

La Fuerza puede ser acumulada en nuestro interior y recurrir a ella en momentos de necesidad a través de procedimientos precisos de pedido y de agradecimiento interior.

La Fuerza, que es la energía de la representación, puede concentrarse en una representación, como si fuera un doble energético. Esa imagen puede aumentar su concentración o disolverse dependiendo de la unidad interna que se tenga.

La Fuerza por un sencillo procedimiento puede movilizarse, pero para orientarla necesitamos unidad interna. El logro de la unidad interna o de la superación de las contradicciones internas facilita la concentración y la orientación de la Fuerza para el logro de nuevos estados mentales.

Si bien la Fuerza se puede orientar a estados despiertos de la conciencia, la pérdida de control de ella lleva a la conciencia a estados oscurecidos, propios del trance o mediumnímicos.

Qué pasa con esa energía cuando muere el cuerpo físico, ¿se disolverá o podrá seguir progresando? Para esta respuesta se requiere comprobar la presencia de esa Fuerza, comprender su naturaleza en la energía de la representación, y profundizar en su experimentación y control.

Movilizar la Fuerza es un procedimiento bastante sencillo, concentrarla y orientarla no lo es tanto, porque requiere de Unidad Interna. Entonces el tema de lograr unidad interior resulta clave para la felicidad y la liberación, pero no por la unidad interna en sí misma sino porque ello posibilita concentrar una energía que me permitirá, modificar el nivel de conciencia normal, caracterizado por la ilusión y el sufrimiento.

La Unidad Interna o si prefieren una conciencia sin contradicciones se va logrando no como conciencia aislada, sino como conciencia en el mundo y en relación con otros. Es lo que hago con otros lo que va produciendo en mi unidad o contradicción. Sobre esto sólo quiero recalcar que no importa lo que se hizo conmigo, no importa los sufrimientos a los que fui sometido por otra persona, otro grupo o por la sociedad entera; se trata del tipo de respuestas que doy a esas situaciones las que posibilitan o no la unidad interna.

Nos encontramos ante la paradoja que para lograr nuestra unidad interna necesitamos a los otros, y por tanto mi felicidad y liberación depende de la felicidad y la liberación de los otros. Podríamos haber demorado un minuto en esta charla y decir “para lograr su felicidad y liberación, preocúpese de la felicidad y la liberación de los otros”. Pero puesto así suena a un deber ser, a una moral externa y extraña a la propia experiencia, incluso a manipulación, porque son el tipo de cosas que dicen los que han violentado a la humanidad. Entonces está muy bien hacer un rodeo y recuperar los significados de esta propuesta.

Podemos dar un paso más para comprender que el proyecto de Humanización del Mundo, no es uno de tantos a escoger, sino uno muy básico que se corresponde a mi propia necesidad de liberación, que se corresponde a mi propia necesidad de evolución.

Sintetizando esta propuesta. Poner ante nuestros propios ojos, ante nuestra mirada interna, del modo más sincero posible el sinsentido de nuestra vida. Observar cómo ésta ocurre impulsada por ilusiones que se van reemplazando unas por otras mientras se nos agota la vida. Esto dotará de intensidad nuestro acto de búsqueda. No confundir el sinsentido con estados de depresión, ansiedad o angustia en los que se llega por resistencias a reconocer el fracaso de la ilusión de ese momento. Reconocer experiencias personales que rompen toda lógica racional, que son totalizadoras, no son comparables con ninguna experiencia del vivir cotidiano, son del tipo, por un instante lo he comprendido todo, por un instante he sentido una conmoción profunda, una alegría súbita y total. Movilizar la Fuerza orientándola al logro de nuevos estados de conciencia. Ganar en unidad interna y vencer las contradicciones para facilitar la concentración y orientación de la Fuerza. La Unidad Interna se logra con ayudar a otros a su felicidad y liberación y esto nos conecta con un proyecto humano que es la Humanización del Mundo.

Muchas Gracias

Dario Ergas

26 mar 2022

Sobre el mito del dinero

Fragmento de la presentación del libro Mitos raíces universales, de Silo. Argentina, marzo 18 de 1991.

 “Pero ya contemporáneamente y en el lenguaje común, la palabra «mito» señala dos realidades diferentes. Por una parte, la de los relatos fantásticos sobre las divinidades de diferentes culturas y, por otra, aquellas cosas que se creen con fuerza pero que en realidad son falsas. Claramente, ambos significados tienen en común la idea de que ciertas creencias tienen fuerte arraigo y que la demostración racional en contra de ellas se abre paso con dificultad. Así, nos sorprende el hecho de que pensadores esclarecidos de la antigüedad hayan podido creer en cuestiones que nuestros niños escuchan como cuentos a al hora de ir a dormir. Las creencias en la tierra plana o en el geocentrismo hacen brotar una sonrisa piadosa mientras comprendemos que tales teorías no eran sino mitos explicativos de una realidad sobre la que el pensamiento científico no había dicho su última palabra. Y así, cuando consideramos hoy algunas de las cosas que creíamos hace pocos años, no nos queda sino sonrojarnos por nuestra ingenuidad, al tiempo que somos capturados por nuevos mitos sin recordar que nos está ocurriendo el mismo fenómeno padecido anteriormente.

En estos momentos de vertiginosa transformación de nuestro mundo hemos asistido, correspondientemente, al desplazamiento de algunas creencias que sobre el individuo y la sociedad se tenían por verdades netas hace menos de un lustro. Digo «creencias» en lugar de teorías o doctrinas, porque me interesa destacar en el núcleo de los antepredicativos, de los pre juicios que operan antes de la formulación de esquemas mas o menos científicos. Así como a las novedades tecnológicas se las acompaña con expresiones tales como «¡fabuloso!» o «¡increíble!», que equivalen a un aplauso oral, también nos estamos acostrumbrando a escuchar el difundido «¡increíble!» asociado a los cambios políticos, a las caídas de ideologías completas, a las conductas de líderes y formadores de opinión, a los comportamientos de las sociedades. Pero este segundo «¡increíble!» no coincide exactamente con el estado de ánimo que se manifiesta ante el prodigio técnico sino que refleja sorpresa y desazón ante fenómenos que no se creían posibles. Así, simplemente, gran parte de nuestros contemporáneos creían que las cosas eran de otro modo y que el futuro iba en otra dirección.

Debemos pues reconocer que ha existido un importante consumo de mitos y que eso ha tenido consecuencias en las actitudes vitales, en el modo de encarar la existencia. Debo advertir que no entiendo a los mitos como falsedades absolutas sino, opuestamente, como verdades sicológicas que coinciden o no con la percepción del mundo en que nos toca vivir. Y hay algo más, esas creencias no son solamente esquemas pasivos sino tensiones y climas emotivos que, plamándose en imágenes, se convierten en fuerzas orientadoras de la actividad individual o colectiva. Independientemente del carácter ético o ejemplificador que a veces les acompaña, ciertas creencias poseen una gran fuerza referencial por su misma naturaleza. No se nos escapa que la creencia referida a los dioses presenta importantes diferencias con las fuerte creencias desacralizadas pero aún salvando las distancias reconocemos, en ambas, estructuras comunes.

Las débiles creencias con las que nos movemos en la vida diaria, son fácilmente reeplazables a poco de comprobar que nuestra percepción de los hechos fue equivocada. En cambio, cuando hablamos de fuertes creencias sobre las que montamos nuestra interpretación global de las cosas, nuestros gustos y rechazos más generales, nuestra irracional escala de valores, estamos tocando la estructura del mito que no estamos dispuestos a discutir en profundidad porque nos compromete totalmente. Es más, cuando uno de estos mitos cae, sobreviene una profunda crisis en las que nos sentimos como hojas arrastradas por el viento. Estos mitos privados o colectivos orientan nuestra conducta y de su acción profunda sólo podemos advertir ciertas imágenes que nos guían en una determinada dirección.

Cada momento histórico cuenta con creencias básicas fuertes, con una estructura mítica colectiva, sacralizada o no, que sirve a la cohesión de los conjuntos humanos, que les da indentidad y participación en un ámbito común. Discutir los mitos básicos de época significa exponerse a una reacción irracional de diferente intensidad conforme sea la potencia de la crítica y el arraigo de la creencia afectada. Pero, lógicamente, las generaciones se suceden y los momentos históricos cambian y así, lo que en un tiempo anterior era repelido, comienza a ser aceptado con naturalidad como si fuera la verdad más plena. Discutir en el momento actual el gran mito del dinero implica suscitar una reacción que impide el diálogo. (aplausos).

Rápidamente nuestro interlocutor se defiende afirmando por ejemplo: «¡cómo que el dinero es un mito, si es necesario para vivir!»; (risas), o bien: «un mito es algo falso, algo que no se vé; en cambio el dinero es una realidad tangible mediante la cual se mueven las cosas», etcetera, etc, etc. De nada valdrá que expliquemos la diferencia entre lo tangible del dinero y lo intangible que se cree puede lograr el dinero; no servirá que observemos la distancia entre un signo representativo del valor que se atribuye a las cosas y la carga sicológica que ese signo tiene. Ya nos habremos convertidos en sospechosos, (risas). Inmediatamente nuestro oponente comienza a observarnos con una mirada fría que pasea por nuestra vestimenta, exhorcizando la herejía mientras calcula los precios de nuestra ropa, (risas aplausos), ropa que indudablemente, ha costado dinero…, reflexiona en torno a nuestro peso y las calorías diarias que consumimos, piensa en el lugar en que vivimos y así siguiendo. En ese momento podríamos ablandar nuestro discurso diciendo algo así: «En verdad hay que distinguir entre el dinero que se necesita para vivir y el dinero innecesario»… (risas), pero esa concesión ha llegado a destiempo. Después de todo, allí están los bancos, las intituciones de crédito, la moneda en sus diferentes formas. Es decir, distintas «realidades» que atestiguan una eficacia que aparentemente nosotros negamos. Bien vistas las cosas, en esta ficción pintoresca, no hemos negado la eficacia instrumental del dinero, es más, lo hemos dotado de un gran poder sicológico al comprender que a ese objeto se le atribuye más magia que la que realmente tiene. El nos dará la felicidad y de alguna manera la inmortalidad, en la medida que impida que nos preocupemos por el problema de la muerte. (risas).

Este mito desacralizado muchas veces operó cerca de los dioses. Así, todos sabemos que la palabra «moneda» deriva de Juno Moneta, Juno Avisadora, al lado de cuyo templo los romanos acuñaban, precisamente, la moneda. A Juno Moneta se pedía abundancia de bienes, pero para los creyentes era más importante Juno que el dinero de cuya buena voluntad éste derivaba. Los verdaderos creyentes hoy piden a su dioses diferentes bienes y, por tanto, también dinero. Pero si verdaderamente creen en su divinidad ésta se mantiene en la cúspide de su escala de valores. El dinero como fetiche ha sufrido transformaciones. Por lo menos en Occidente, durante mucho tiempo tuvo como respaldo al oro, ese metal misterioso, escaso y atractivo por sus especiales cualidades. La Alquimia Medieval se ocupó de producirlo artificialmente. Era un oro todavía sacralizado al que se atribuía el poder de multiplicarse sin límite, que servía como medicamento universal y que daba la longevidad además de la riqueza. También ese oro movió afanosas búsquedas en las tierras de América. No me refiero solamente a la llamada «fiebre del oro» que impulsó a aventureros y colonizadores en Estados Unidos, más bien hablo de El Dorado que buscaban algunos conquistadores y que también estuvo asociado con mintos menores como la fuente de juvencia.

Pero un mito de fuerte arraigo, hace girar en torno a su núcleo a los mitos menores. Así, en el ejemplo que nos ocupa, numerosos objetos están nimbados por cargas transferidas del núcleo central. El automóvil que nos presta utilidad es también un símbolo del dinero, del «status» que nos abre las puertas a más dinero. Sobre ese particular Greeley dice: «Basta con visitar el salón anual del automóvil para reconocer una manisfestación religiosa profundamente ritualizada. Los colores, las luces, la música, la reverencia de los adoradores, la presencia de las sacerdotizas del templo (las modelos), (risas), la pompa y el lujo, el derroche de dinero, la masa compacta (todo esto constituiría en otra civilización un oficio auténticamente religioso). El culto del automóvil sagrado tiene sus fieles y sus iniciados. El gnóstico no esperaba con más impaciencia la revelación oracular, que el adorador del automóvil los primeros rumores sobre los nuevos modelos. Es en ese momento del ciclo periódico anual cuando los pontífices del culto (los vendedores de automóviles), (risas), cobran una importancia nueva, al mismo tiempo que una multitud ansiosa espera impacientemente el advenimiento de una nueva forma de salvación».

Por supuesto no estoy de acuerdo con la dimensión, con la dimensión que ese autor atribuye a la devoción hacia el fetiche automóvil. Pero de todas maneras tiene la virtud de acercarse a la comprensión del tema mítico en un objeto contemporáneo. En verdad se trata de un mito desacralizado y, por tanto, tal vez pueda verse en él una estructura similar a la del mito sagrado pero justamente sin su característica fundamental de fuerza autónoma, pensante e independiente. Si el autor tiene en cuenta los ritos de la periodicidad anual, también vale su descripción para la celebraciones de los cumpleaños, Año nuevo, entrega del Oscar o ritos civiles semejantes que no implican una atmósfera religiosa como ocurre en los mitos sacralizados. Establecer las diferencias entre mito y ceremonial hubiera sido de importancia, aunque tal cosa escaparía de nuestros objetivos inmediatos. También hubiera sido de interés establecer separaciones entre el universo de las voluntades míticas y el de las fuerzas mágicas en las que la oración es reemplazada por el rito de encantamiento, pero también este tema está más allá del presente estudio.

Cuando consideramos unos de los mitos desacralizados centrales de esta época (me refiero al dinero), lo tuvimos en cuenta como núcleo de un sistema de ideación. Me imagino que los oyentes no habrán imaginado una figura semejante a la que propone el modelo atómico de Bohr en la que el núcleo es la masa central alrededor del cual giran lo electrones. En verdad el núcleo de un sistema de ideación tiñe con sus peculiares características a gran parte de la vida de las personas. La conducta, las aspiraciones y los principales temores están relacionados con este tema. La cosa va más lejos aún: toda una interpretación del mundo y de los hechos conectan con el núcleo. En nuestro ejemplo, la historia de la humanidad tomará un carácter económico y esta historia se detendrá paradisíacamente cuando cesen los conflictos que discuten la supremacía del dinero.

En fin, hemos tomado como referencia uno de los mitos desacralizados centrales para aproximarnos al posible funcionamiento de los mitos sagrados de que habla nuestro libro. Hay, de todas maneras, grandes diferencias entre un sistema mítico y otro porque lo numinoso, lo divino, falta completamente en uno de ellos y eso pone diferencias difíciles de eludir. Sea como fuere, las cosas están cambiando a gran velocidad en el mundo de hoy y así, me parece ver que se ha cerrado un momento histórico y se está abriendo otro. Un momento en el que una nueva escala de valores y una nueva sensibilidad parece asomar. Sin embargo, no puedo asegurar que nuevamente los dioses se están acercando al hombre. Los teólogos comteporáneos sufren la angustia de la ausencia de Dios, tal como la experimentaba Buber. Una angustia que no pudo superar Nietzsche luego de la muerte divina. Ocurre que demasiado antropomorfismo personal ha habido en los mitos antiguos y tal vez aquello que llamamos «Dios» se exprese sin voz a través del Destino de la humanidad.

Si se me preguntara cabalmente si espero el surgimiento de nuevos mitos diría que éso, precisamente, creo que está ocurriendo. Sólo pido que esas fuerzas tremendas que desencadena la Historia sean para generar una civilización planetaria y verdaderamente Humana, en la que la desigualdad y la intolerancia sean abolidas para siempre, (aplausos). Entonces, como dice un viejo libro, «las armas serán convertidas en herramientas de labranza».

Nada más, muchas gracias.

 18 de Abril de 1991