11 dic 2020

El sueño del viajero*


…Estaba yo en una isla, descansando y observando tranquilamente el paisaje que se extendía muy lejos.

…los rayos del sol daban una calidez y alegría al paisaje que llenaba todo de una gran serenidad y paz.

…miraba el oleaje suave del mar al acercarse a la orilla y veo como si la orilla del mar se levan- tara y dejara ver lo que había en el fondo.

…veo que en el fondo del mar está la vida cotidiana, sus pueblos, sus gentes, como si fuera otro mundo.

…observo lo que hace la gente y me doy cuenta que no saben de que existe este lugar maravilloso, paradisíaco donde me encuentro.

…este lugar aparece en sus sueños, pero no en la vida cotidiana y aparece como aspiración ultramundana para cuando pasen la barrera de la muerte.

…trato de pensar qué significado tiene la vida y siento que yo he estado en ese mundo en dis- tintas ocasiones y siempre con alguna tarea para mejorarme.

…siento que tengo que perfeccionarme, para que la felicidad que experimento crezca y se de- sarrolle y poder alcanzar lugares celestes con otros seres queridos.

…para mejorarme tengo que volver a ese mundo con el objetivo de mejorarme, ya que tengo la garantía de volver al menos a donde estoy ahora, pero con una condición.

…cuando llegue a ese mundo cotidiano habré olvidado de dónde vengo ya que, sino tendría ventaja y no me comportaría por mejorarme, sino porque sabría la solución de mi tarea, en defi- nitiva, que al no ser genuino el cambio no tendría el mismo valor y por tanto el crecimiento no sería tal.


…hacía memoria de las veces que había vuelto y siempre me olvidaba de mi objetivo, como si en la entrada a ese mundo cotidiano recibiera una suerte de olvido y comenzara como desde el principio.

…sin embargo cada vez que volvía, sentía la sensación de que había llegado de algún lado y que algo me protegía sin saber qué era.

…en la vida cotidiana me aparecían señales, situaciones que me hacían recordar los objetivos que tenía en esta vida cotidiana por tener una sensibilidad similar.

…así, siempre llegaba a una familia en un país, en distintas épocas y allí crecía y conocía a otros seres humanos que tenían gustos muy diversos.

…a veces encontraba a algunos con los que tenía una resonancia mayor y había como una atracción especial, solía ser con aquellos que compartían objetivos similares.

…también observé que cada tanto aparecían experiencias que me hacían recordar que yo ya había estado allí otras veces y dejaba que las imágenes y proyectos que me atraían guiaran mi vida, con el objetivo de encontrar una respuesta a esta sensación de que ya había estado antes.

…todo se fue confirmando cuando comenzaron a aparecer primero en los sueños y luego en la vida cotidiana, la compañía de una especie de luz y presencia que me acompañaba.

…a veces esa luz penetraba en mí y me sentía conmocionado como si algún ser hubiera entrado en mí y me inundara de calidez y tranquilidad.

…a veces eran señales como de luz en lo alto de la cabeza y alrededor del cuerpo presencias que tenían mensajes.

…a veces el silencio y la calma llenaban todo y recordé esos lugares en los que ya había estado, porque los sentía muy familiares.

…comencé a tratar de extender esas presencias y esa calidez a otros con la intención de com- partir estas experiencias, pero sin decir nada, sólo tratar de radiar esas señales que aparecían en mi interior.

…poco a poco sentí que algo llegaba a los seres más cercanos, no sólo físicamente sino a los más cercanos afectivamente, no importando la distancia.

…todo esto me da mucha alegría y espero poder seguir compartiéndolo con los demás.

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* Tomado de: Eduardo Gozalo Gonzalez, en Sobre lo profundo o innombrable. Comentarios 2 al Mensaje de Silo. Editorial Leon Alado

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