1. La crisis actual es la crisis de Occidente
Hace un par de
décadas, muchos se sorprendieron por un hecho impensable: la caída de la ex
Unión Soviética. De pronto el mundo ya no era dual, decían los bien pensantes
del momento: Occidente, con su sistema capitalista, de libre mercado e
individualista, había ganado la carrera y al parecer se erguía como única
opción del orden social. Algunos, más atrevidos y con menos visión de proceso,
clamaban “el fin de la historia”. Este sistema era adoptado por sociedades muy
dispares, como China e India, avanzando éstos en sus propios proyectos
regionalistas, pero adoptando el signo del monetarismo despiadado, intentando
levantar su producción e influencia a nivel mundial.
Cada vez que en
las filas humanistas se mencionaba: “ahora falta que se caiga la otra mitad del
mundo”, se nos miraba de reojo, como ingenuos y, en el mejor de los casos, mal
informados. Estas fueron las palabras de Silo (2005) en El Parque la Reja:
“Cuando hace muchos años anunciábamos la caída de un sistema, muchos se
burlaban de lo que para ellos era imposible. Medio mundo, medio sistema
supuestamente monolítico, se derrumbó.
Pero aquel
mundo que cayó lo hizo sin violencia y mostró las cosas buenas que existían en
la gente. Es más, antes de desaparecer, desde aquel mundo se propició el
desarme y se comenzó a trabajar seriamente por la paz. Y no hubo ningún
Apocalipsis. En medio planeta se derrumbó el sistema y aparte de las penurias
económicas y la reorganización de las estructuras que padecieron las
poblaciones, no hubo tragedias, ni persecuciones, ni genocidios. ¿Cómo ocurrirá
la caída en la otra mitad del mundo? Que la respuesta al clamor de los pueblos
sea traducida con bondad, sea traducida en la dirección de superar el dolor y
el sufrimiento.”1
Así que el tema
planteado no era si Occidente se cae o no, sino ¿cómo va a caer? ¿Será sin
violencia, integrando la voluntad de los pueblos a vivir en paz y dignidad? ¿O
será de forma violenta, lanzando a la humanidad en un oscuro capítulo tal como
ha sucedido con otras caídas hace ya un par de milenios?
Observamos la
acelerada descomposición de los estamentos sociales, políticos y económicos de
USA y Europa, vagando de crisis en crisis, parchando situaciones que no tienen
forma de arreglarse, tratando de operar a ciegas, desconociendo los procesos
psicosociales que están en marcha, desconociendo las culturas, las etnias, las
generaciones, a espaldas de la gente, tratando de que el costo de sus
desquiciadas operaciones financieras sean absorbidas por capas poblacionales
cada vez más desamparadas y empobrecidas.
1 Inauguración del Parque Latinoamericano. La Reja, 7 de mayo de 2005. http://www.silo.net/LaReja-‐2005-‐ 05-‐07-‐es.php.
No consideramos
necesario ahondar en el análisis de esta crisis, conocida por todos. Sí
quisiéramos hablar de otro fracaso,
un fracaso más profundo y por eso más interesante, ya que de asumirse, podría
sentar las bases de esa otra forma de
producir los cambios necesarios para este momento. Hablamos de la crisis
“psicosocial”, de eso que está en la base de la sociedad, que hoy muy bien se
puede resumir en la total pérdida de creencias en el sistema operante, en sus
representantes y sus esquemas inhumanos. La gente, lanzada a este vacío social,
está buscando nuevos paradigmas, formulando y acordando la noción de lo que no se quiere, antes de plantear
soluciones y nuevas formas.
Allí en el fondo
de la conciencia colectiva se debate el ser humano entre la violencia y la
necesidad de la no-‐violencia, entre
el individualismo
y la
necesidad de un nuevo tejido
social, entre el bienestar de unos pocos a costa de la mayoría y la
necesidad de una sociedad solidaria y justa, entre la destrucción de nuestro
medio ambiente y la necesidad de un sistema sustentable basado en la conciencia
ecológica que fuertemente se abre paso en las nuevas generaciones. Es un debate
profundo, sincero y dirigido al fondo de nuestras creencias y formas sociales
básicas. Se está formando
la conciencia
de la
no-‐violencia. ¿Será esto suficiente
para contrarrestar
el afán
de violencia
enloquecido sustentado por los grandes poderes y el capital financiero?
Ojala no sea
demasiado tarde. Lo que está claro es que es demasiado tarde para emprender
soluciones parciales y cosméticas, la
situación actual no tiene solución, es necesario un cambio profundo en la
conciencia humana para pasar a otro momento histórico.2
2. La interacción cultural
Querámoslo o no, esta ola de protesta popular,
este movimiento social que ha ido tomando
fuerza en toda latitud y cultura, comenzó en el norte de África, en las repúblicas del nacionalismo pan-‐ árabe. Tunes y Egipto se
vieron sorprendidos por un gran movimiento ciudadano pidiendo cambios totales
y, por sobre todo, la renuncia de los líderes políticos anquilosados en décadas
de poder y corrupción, actuando a espaldas del pueblo y en favor de los intereses del para-‐estado que se estaba formando. Estas
protestas tuvieron un signo muy positivo, sobre todo por la búsqueda de
acciones no violentas que tuvieran la fuerza suficiente para lograr el objetivo
planteado: cambiarlo todo. Este lema
es muy conocido a los que vivieron las jornadas de mayo del 68 en Roma, París,
y posteriormente en USA.
Pero hay que
también reconocer allí que esas jornadas comenzaron no en Europa o América,
sino en la Universidad del Cairo, allá a finales de la década del 60. Esta ola
ha ido tomando fuerza y se ha diversificado en muchos puntos del planeta,
utilizando conflictos muy variados: a veces el descontento económico, a veces
la represión cultural y la discriminación, a veces la educación,
2Ver Anexo I, Documento del Movimiento Humanista,
Sexta Carta, en Cartas a mis Amigos:
Silo, Obras Completas Volumen I.
Buenos Aires, Plaza y Valdés, 2004.
siempre con un leitmotiv de cambio total, de vacío al
poder y de búsqueda de nuevas formas de democracia directa y participativa. Ha
sido por otro lado notable en algunos de estos países la “buena” actuación del
poder militar, virando ya no a favor de los intereses del poder establecido o
del poder económico, sino más bien en franca protección del movimiento social y
de la población.3
3. El rechazo a la manipulación como elemento clave de la protesta
Sean quien sean
los que se están debatiendo, sean los indignados, o los estudiantes planteando
sus justos anhelos, o la población frente a un gobierno que se perpetúa año
tras año, hay un mensaje de fondo que se va expresando con cada vez más fuerza:
no más manipulación, sea de los
gobiernos, o los medios de prensa, o del sistema financiero mentiroso con sus
cifras y tasas, o de los políticos de turno que prometen y nunca cumplen con
eso que dicen. La población va tomando conciencia de la encerrona a la que se
los está llevando, haciéndoles pagar los costos de políticas mal intencionadas
e inhumanas, ya sean los costos económicos de la irresponsabilidad de unos
pocos, o sean los costos en vida del afán de ganar influencia y materias primas
en territorios distantes, o sean los costos de los fundamentalismos religiosos
tanto de occidente como de oriente que algunos están azuzando.
No más
manipulación, sino democracia directa y
participativa. No más mentiras en las iglesias y congregaciones; no más
mentiras en la familia, en la pareja, en el trabajo, en la empresa y en la
sociedad. Poco a poco se va comprendiendo que este sistema violento e inhumano
se sustenta en la mentira, mentira que está justificada por el deseo de los
falsos triunfadores en un sistema en crisis y decadente.
Violencia, deseo y
mentiras… ¡no más de eso!… grita con un fuerte clamor la población y las
distintas culturas y generaciones unidos en este movimiento social mundial.
4. Una nueva espiritualidad se abre paso
No podemos dejar
de hablar, aunque no termine de quedar claro en este momento, de una Nueva Espiritualidad que se está
abriendo paso. La espiritualidad es un gran tema, tiene mucha fuerza, y cuando
se pone en marcha lo hace al comienzo muy lentamente, de forma casi
imperceptible.
Pero si callamos
nuestra mente, si escuchamos al sentir de nuestro corazón, veremos que de forma
difusa y vaporosa hay allí también un gran clamor, una búsqueda que por ahora
se expresa por el rechazo a las viejas formas espirituales, al rechazo a los
dogmas, a las imposiciones, a los ritos vacíos de significado y sentimientos.
3 Ver Anexo II,
Octava Carta, en Cartas a mis Amigos:
Silo, Obras Completas Volumen I.
Buenos Aires, Plaza y Valdés, 2004.
Esta
espiritualidad está en el fondo de nuestro corazón, y seguramente el tema de lo
divino, buscará su expresión desde el fondo de la conciencia y de la mente.
Esta nueva
espiritualidad clama el principio de tratar a los demás como se quiere ser
tratado y el derecho a la experiencia de lo sagrado y de lo profundo.
Pidamos desde el
fondo de nuestro ser para que los cambios que se anticipan sean acompañados de
bondad y sabiduría.
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*Bruno Pezzuto, Maru Mansilla, Gloria
Morrison, Marcos Aviñó, Suzanne Gepp, Adolfo Carpio Centro de Estudios, Parque
de Estudio y Reflexión Arica
Arica, Chile, 20 de julio de
2011
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