1. He aquí mi pregunta: ¿a
medida que la vida pasa, crece en ti la felicidad o el sufrimiento?
No pidas que defina estas palabras. Responde de acuerdo a lo que
sientes...
2. Aún
cuando sabio y poderoso, si no crece en ti y en quienes te rodean la
felicidad y la libertad, rechazaré tu ejemplo.
3. Acepta
en cambio mi propuesta: sigue el modelo de aquello que nace, no de lo
que camina hacia la muerte. Salta por encima de tu sufrimiento y
entonces no crecerá el abismo sino la vida que hay en ti.
4. No
hay pasión, ni idea, ni acto humano que se desentienda del abismo.
Por tanto, tratemos lo único que merece ser tratado: el abismo y
aquello que lo sobrepasa.
1. ¿Qué quieres tú? Si
dices que lo más importante es el amor o la seguridad, entonces
hablas de estados de ánimo, de algo que no ves.
2. Si
dices que lo más importante es el dinero, el poder, el
reconocimiento social, la causa justa, Dios o la eternidad; entonces
hablas de algo que ves o que imaginas.
3. Nos
pondremos de acuerdo, cuando digas: “¡Quiero la causa justa porque
rechazo el sufrimiento!”; “...quiero esto porque me tranquiliza;
no quiero aquello porque me desconcierta o me violenta”.
4. ¿Será
entonces que toda aspiración, toda intención, toda afirmación y
toda negación, tienen por centro tu estado de ánimo? Podrías
replicar que aunque triste o alegre, un número es siempre el mismo y
que el sol es el sol, aunque no exista el ser humano.
5. Yo
te diré que un número es distinto a sí mismo según tengas que dar
o recibir, y que el sol ocupa más lugar en los seres humanos que en
los cielos.
6. El
fulgor de una brizna encendida, o de una estrella, danza para tu ojo.
Así, no hay luz sin ojo y si otro fuera el ojo distinto efecto
tendría ese fulgor.
7. Por
tanto, que tu corazón afirme: “¡Amo ese fulgor que veo!”, pero
que nunca diga, “¡ni el sol, ni la brizna, ni la estrella, tienen
que ver conmigo!”.
8. ¿De
qué realidad hablas al pez y al reptil, al gran animal, al insecto
pequeño, al ave, al niño, al anciano, al que duerme y al que frío
o afiebrado vigila en su cálculo o su espanto?
9. Digo
que el eco de lo real murmura o retumba según el oído que percibe;
que si otro fuera el oído, otro canto tendría lo que llamas
“realidad”.
10. Por
tanto, que tu corazón afirme: “¡Quiero la realidad que
construyo!”.
Mira cómo, lentamente,
camina esa pareja. Mientras él enlaza su cintura ella reclina su
cabeza sobre el hombro amistoso. Y avanzan en el otoño de las hojas
crepitantes... en la expiración del amarillo, del rojo y del
violeta. Jóvenes y hermosos avanzan, sin embargo, hacia la tarde de
la niebla plomo. Una llovizna fría y los juegos de los niños, sin
niños, en jardines desiertos.
1. Para
unos, esto reaviva suaves y tal vez, amables nostalgias. Para otros,
libera sueños. Para algunos más, promesas que serán cumplidas en
los días radiantes que vendrán. Así, frente a un mismo mar, este
se angustia y aquél, reconfortado, se expande. Y mil más,
sobrecogidos, contemplan los peñones helados; mientras otros tantos,
admiran esos cristales tallados a escala gigantesca. Unos deprimidos,
otros exaltados, frente al mismo paisaje.
2. Si
un mismo paisaje es diferente para dos personas, ¿en dónde está la
diferencia?
3. Ha
de suceder con aquello que se ve y aquello que se escucha. Toma como
ejemplo la palabra “futuro”. Este se crispa, aquél permanece
indiferente y un tercero sacrificaría su “hoy” por ella.
4. Toma
como ejemplo la música. Toma como ejemplo las palabras con
significado social o religioso.
5. A
veces ocurre que un paisaje es reprobado o aceptado por las
multitudes y los pueblos. Sin embargo, esa reprobación o aceptación,
¿está en el paisaje o en el seno de las multitudes y los pueblos?
6. Entre
la sospecha y la esperanza tu vida se orienta hacia paisajes que
coinciden con algo que hay en ti.
7. Todo
este mundo que no has elegido sino que te ha sido dado para que
humanices, es el paisaje que más crece cuanto crece la vida. Por
tanto, que tu corazón nunca diga: “¡Ni el otoño, ni el mar, ni
los montes helados tienen que ver conmigo!”, sino que afirme:
“¡Quiero la realidad que construyo!”.
Si una estrella lejana está
ligada a ti, ¿qué debo pensar de un paisaje viviente en el que los
venados eluden los árboles añosos y los animales más salvajes
lamen a sus crías suavemente? ¿Qué debo pensar del paisaje humano
en el que conviviendo la opulencia y la miseria unos niños ríen y
otros no encuentran fuerzas para expresar su llanto?
1. Porque
si dices: “Hemos llegado a otros planetas”, debes declarar
también: “Hemos masacrado y esclavizado a pueblos enteros, hemos
atestado las cárceles con gentes que pedían libertad, hemos mentido
desde el amanecer hasta la noche... hemos falseado nuestro
pensamiento, nuestro afecto, nuestra acción. Hemos atentado contra
la vida a cada paso porque hemos creado sufrimiento”.
2. En
este paisaje humano, conozco mi camino. ¿Qué pasará si nos
cruzamos en dirección opuesta? Yo renuncio a todo bando que proclame
un ideal más alto que la vida y a toda causa que, para imponerse,
genere sufrimiento. Así es que, antes de acusarme por no formar
parte de facciones, examina tus manos. No sea que en ellas descubras
la sangre de los cómplices. Si crees que es valiente comprometerte
con aquéllas ¿qué dirás de ése al que todos los bandos asesinos
acusan de no comprometerse? Quiero una causa digna del paisaje
humano: la que se compromete a superar el dolor y el sufrimiento.
3. Niego
todo derecho a la acusación que provenga de un bando en cuya
historia (cercana o lejana), figure la supresión de la vida.
4. Niego
todo derecho a la sospecha que provenga de aquellos que ocultan sus
sospechosos rostros.
5. Niego
todo derecho a bloquear los nuevos caminos que necesita recorrer el
ser humano, aunque se ponga como máximo argumento a la urgencia
actual.
6. Ni
aún lo peor del criminal me es extraño. Y si lo reconozco en el
paisaje, lo reconozco en mí. Así es que quiero superar aquello que
en mí y en todo hombre lucha por suprimir la vida. ¡Quiero superar
el abismo!
Todo mundo al que aspiras,
toda justicia que reclamas, todo amor que buscas, todo ser humano que
quisieras seguir o destruir, también están en ti. Todo lo que
cambie en ti, cambiará tu orientación en el paisaje en que vives.
De modo que si necesitas algo nuevo, deberás superar lo viejo que
domina en tu interior. ¿Y cómo harás esto? Comenzarás por
advertir que aunque cambies de lugar, llevas contigo tu paisaje
interno.
1. Tú buscas lo que crees que
te hará feliz. Eso que crees, sin embargo, no coincide con lo que
otro busca. Podría suceder que tú y aquél anhelaran cosas opuestas
y que llegaran a creer que la felicidad del uno se opone a la del
otro; o bien, que anhelaran la misma cosa y al ser ésta única o
escasa, llegaran a creer del mismo modo, que la felicidad del uno se
opone a la del otro.
2. Tal
parece que se podría disputar tanto por un mismo objeto, como por
objetos opuestos entre sí. ¡Extraña lógica la de las creencias
capaz de mover un similar comportamiento respecto de un objeto y de
su opuesto!
3. Ha
de estar en la médula de lo que crees la clave de lo que haces. Tan
poderosa es la fascinación de lo que crees que afirmas su realidad
aunque sólo exista en tu cabeza.
4. Pero
volviendo al punto: tú buscas lo que crees que te hará feliz.
Aquello que crees de las cosas no está en ellas sino en tu paisaje
interno. Cuando tú y yo miramos esa flor podemos coincidir en muchas
cosas. Pero cuando dices que ella te dará la felicidad suprema me
dificultas toda comprensión porque ya no hablas de la flor, sino de
lo que crees que ella hará en ti. Hablas de un paisaje interno que
tal vez no coincida con el mío. Bastará con que des un paso más
para que trates de imponerme tu paisaje. Mide las consecuencias que
se pueden derivar de ese hecho.
5. Es
claro que tu paisaje interno no es sólo lo que crees acerca de las
cosas sino también lo que recuerdas, lo que sientes y lo que
imaginas sobre ti y los demás; sobre los hechos, los valores y el
mundo en general. Tal vez debamos comprender esto: paisaje externo es
lo que percibimos de las cosas, paisaje interno es lo que tamizamos
de ellas con el cedazo de nuestro mundo interno. Estos paisajes son
uno y constituyen nuestra indisoluble visión de la realidad.
“Paisaje externo es lo
que percibimos de las cosas, paisaje interno es lo que tamizamos de
ellas con el cedazo de nuestro mundo interno. Estos paisajes son uno
y constituyen nuestra indisoluble visión de la realidad.” Y es por
esta visión que nos orientamos en una dirección u otra.
1. Pero
está claro que, según avanzas, se modifica tu visión.
2. No
hay aprendizaje, por pequeño que sea, que se cumpla sólo al
contemplar. Aprendes porque algo haces con lo que contemplas y cuanto
más haces más aprendes, ya que según avanzas se modifica tu
visión.
3. ¿Qué
has aprendido sobre el mundo? Has aprendido lo que has hecho. ¿Qué
quieres del mundo? Quieres según lo que te haya sucedido. ¿Qué no
quieres del mundo? No quieres de acuerdo a lo que te ocurrió.
4. Escúchame,
jinete que cabalgas a horcajadas del tiempo: puedes llegar a tu
paisaje más profundo por tres distintas sendas. ¿Y qué encontrarás
en su interior? Emplázate en el centro de tu paisaje interno y verás
que toda dirección multiplica ese centro.
5. Rodeado
por una muralla triangular de espejos tu paisaje se refleja
infinitamente en infinitos matices. Y allí todo movimiento se
convierte y recompone una y otra vez conforme orientes tu visión por
el camino de imágenes que hayas elegido. Puedes llegar a ver delante
tuyo tus propias espaldas y al mover una mano a la derecha ésta
responderá a la izquierda.
6. Si
ambicionas algo en el espejo del futuro verás que corre en dirección
opuesta en el espejo del hoy o del pasado.
7. Jinete
que cabalgas a horcajadas del tiempo, ¿qué cosa es tu cuerpo sino
el tiempo mismo?
1. El hambre, la sed, la
enfermedad y toda injuria corporal, son el dolor. El temor, la
frustración, la desesperanza y toda injuria mental, son sufrimiento.
El dolor físico retrocederá en la medida en que avancen la sociedad
y la ciencia. El sufrimiento mental retrocederá en la medida en que
avance la fe en la vida, esto es: en la medida en que la vida cobre
un sentido.
2. Si
acaso te imaginas como un bólido fugaz que ha perdido su brillo al
tocar esta tierra, aceptarás al dolor y al sufrimiento como la
naturaleza misma de las cosas. Pero si crees que has sido arrojado al
mundo para cumplir con la misión de humanizarlo, agradecerás a los
que te precedieron y construyeron trabajosamente tu peldaño para
continuar en el ascenso.
3. Nombrador
de mil nombres, hacedor de sentido, transformador del mundo... tus
padres y los padres de tus padres se continúan en ti. No eres un
bólido que cae sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos.
Eres el sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido iluminas la
tierra. Cuando pierdes tu sentido la tierra se oscurece y el abismo
se abre.
4. Te
diré cuál es el sentido de tu vida aquí: ¡humanizar la Tierra!
¿Qué es humanizar la Tierra? Es superar el dolor y el sufrimiento,
es aprender sin límite, es amar la realidad que construyes.
5. No
puedo pedirte que vayas más allá pero tampoco será ultrajante que
yo afirme: “¡Ama la realidad que construyes y ni aún la muerte
detendrá tu vuelo!”.
6. No
cumplirás con tu misión si no pones tus fuerzas en vencer el dolor
y el sufrimiento en aquellos que te rodean. Y si logras que ellos, a
su vez, emprendan la tarea de humanizar al mundo, abrirás su destino
hacia una vida nueva.
Cuando el sol arreboló el
camino, la silueta se alargó entre piedras y severos matorrales. Y
el jinete fue enlenteciendo la marcha hasta que se detuvo muy cerca
de un fuego joven. Y un hombre viejo, que con sus manos acariciaba
las llamas, saludó al jinete. Este desmontó y ambos hablaron. Luego
el jinete continuó su camino.
Cuando la sombra cayó bajo
los cascos del caballo, el jinete se detuvo un instante e intercambió
palabras con un hombre que lo detuvo a la vera del camino.
Cuando la sombra se alargó
a espaldas del jinete, éste ya no aminoró el paso. Y un joven que
quiso detenerlo alcanzó a gritar: “¡Vas en dirección opuesta!”.
Pero la noche desmontó al
jinete y éste sólo vio la sombra en su alma. Entonces, suspirando
para sí y las estrellas, dijo:
“En un mismo día un
viejo me habló de la soledad, la enfermedad y la muerte; un hombre,
acerca de cómo son las cosas y las realidades de la vida.
Finalmente, un joven ni siquiera me habló sino que gritando quiso
desviar mi camino en dirección desconocida. El viejo sentía temor a
perder sus cosas y su vida; el hombre, temor por no alcanzar a tomar
lo que creía que eran sus cosas y su vida. Y el joven, temor a no
poder escapar de sus cosas y su vida.
Extraños encuentros éstos
en los que el anciano sufre por el corto futuro y se refugia en su
largo pasado. El hombre sufre por su situación actual buscando
abrigo en lo que pasó o habrá de suceder, según se lo ajuste por
el frente o por atrás. Y el joven sufre porque un corto pasado
muerde sus talones impulsando su fuga hacia el largo futuro. Sin
embargo, reconozco en el rostro de los tres mi propio rostro y me
parece advertir que todo ser humano, sea cual fuere su edad, puede
transitar por esos tiempos y ver en ellos fantasmas que no existen.
¿O existe hoy aquella ofensa de mi juventud? ¿O existe hoy mi
vejez? ¿O anida hoy, en esta oscuridad, mi muerte?
Todo sufrimiento se desliza
por recuerdo, por imaginación, o por aquello que se percibe. Pero
gracias a esas tres vías existe el pensamiento y el afecto y el
quehacer humano. Ha de ser, entonces, que si esas vías son
necesarias también son conductos de destrucción si las contamina el
sufrimiento.
¿Pero no será el
sufrimiento el aviso que nos da la vida cuando su correntada es
invertida? La vida puede ser invertida por algo (para mí
desconocido), que se hace con ella. Así pues ese anciano, ese hombre
y ese joven, algo han hecho con sus vidas para que ellas se
inviertan”.
Entonces el jinete que
meditaba en la oscuridad de la noche se durmió. Y al dormirse soñó
y en su sueño se iluminó el paisaje. Allí estaba en el centro de
un espacio triangular, amurallado por espejos. Los espejos reflejaban
su imagen, multiplicándola. Según escogiera una dirección, se veía
como anciano; al tomar otra, su rostro era de hombre o, finalmente,
de muchacho... Pero él se sentía como un niño, en el centro de sí
mismo.
Entonces sucedió que todo
comenzó a oscurecerse y cuando no pudo reconocer más que una pesada
oscuridad, despertó. Abrió los ojos y vio la luz del sol. Luego
montó en su cabalgadura y al ver que la sombra se alargaba, dijo
para sí: “Es la contradicción la que invierte la vida y genera
sufrimiento... El sol se opone para que el día sea noche pero el día
será según lo que yo haga con él”.
1. La contradicción invierte
la vida. Es la inversión de esa corriente creciente de la vida la
que se experimenta como sufrimiento. Por ello el sufrimiento es la
señal que advierte sobre la necesidad de cambio en la dirección de
las fuerzas que se oponen.
2. Aquel
que se encuentra detenido en la marcha por su repetida frustración
está aparentemente detenido porque, en verdad, regresa. Y una vez y
otra vez, los fracasos pasados cierran su futuro. Quien se siente
frustrado ve el futuro como repetición de su pasado al tiempo que
experimenta la necesidad de separarse de él.
3. Quien
presa del resentimiento acomete el futuro, ¿qué no hará por vengar
en intrincado desquite, su pasado?
4. Y
en la frustración y en el resentimiento se violenta el futuro para
que curve su lomo en sufriente regreso.
5. A
veces, los sabios recomendaron el amor como escudo protector de los
sufrientes embates... Pero la palabra “amor”, engañosa palabra,
¿significa para ti el desquite del pasado o una original, límpida y
desconocida aventura lanzada al porvenir?
6. Así
como he visto a lo solemne cubrir grotescamente lo ridículo, así
como he visto a la vacua seriedad enlutar lo grácil del talento, he
reconocido en muchos amores la autoafirmación vindicativa.
7. ¿Qué
imagen tienes de los sabios? ¿Verdad que los concibes como seres
solemnes, de ademanes pausados... como quienes han sufrido
enormemente y en función de ese mérito te invitan desde las alturas
con suaves frases en las que se repite la palabra “amor”?
8. Yo,
en todo verdadero sabio he visto un niño que corretea en el mundo de
las ideas y las cosas, que crea generosas y brillantes burbujas a las
que él mismo hace estallar. En los chispeantes ojos de todo
verdadero sabio he visto “danzar hacia el futuro los pies ligeros
de la alegría”. Y muy pocas veces he escuchado de su boca la
palabra “amor”... porque un sabio verdadero nunca jura en vano.
9. No
creas que por la venganza purificas tu pasado sufriente, ni tampoco
por usar el “amor” como poderosa palabra, o como recurso de una
nueva trampa.
10. Verdaderamente
amarás cuando construyas con la mira puesta en el futuro. Y si
recuerdas lo que fue un gran amor sólo habrás de acompañarlo con
suave y silenciosa nostalgia, agradeciendo la enseñanza que ha
llegado hasta tu día actual.
11. Así
es que no romperás tu sufrimiento pasado falseando o envileciendo el
futuro. Lo harás cambiando la dirección de las fuerzas que provocan
contradicción en ti.
12. Creo
que sabrás distinguir entre lo que es dificultad (bienvenida sea, ya
que puedes saltar sobre ella) y lo que es contradicción (solitario
laberinto sin punto de salida).
13. Todo
acto contradictorio que por cualquier circunstancia hayas efectuado
en tu vida, tiene un inequívoco sabor de violencia interna y de
traición a ti mismo. Y no importará por qué motivos te encontraste
en esa situación, sino cómo organizaste tu realidad, tu paisaje, en
ese preciso instante. Algo se fracturó y cambió tu rumbo. Ello te
predispuso a una nueva fractura. Así es que todo acto contradictorio
te orienta a su repetición, del modo en que todo acto de unidad,
también busca reflotar más adelante.
14. En
los actos cotidianos se vencen dificultades, se logran pequeños
objetivos, o se cosechan minúsculos fracasos. Son actos que
complacen o desagradan pero que acompañan el vivir diario, como los
andamios de una gran construcción. Ellos no son la construcción
pero son necesarios para que ésta se efectúe. Tal vez estos
andamios sean de un material u otro, no importará eso, mientras sean
idóneos para su objetivo.
15. En
cuanto a la construcción en sí, donde pongas material defectuoso
multiplicarás el defecto y donde lo pongas sólido, proyectarás la
solidez.
16. Los
actos contradictorios o unitivos hacen a la esencial construcción de
tu vida. En el momento en que te encuentres enfrentado a ellos no
debes equivocarte, porque si lo haces comprometerás tu futuro e
invertirás la corriente de tu vida... ¿Cómo saldrás del
sufrimiento luego?
17. Pero
sucede que en estos momentos son numerosos ya tus actos
contradictorios. ¿Si desde los cimientos todo está falseado qué
queda por hacer? ¿Desmontar acaso toda tu vida para empezar de
nuevo? Permíteme decirte que no creo que toda tu construcción sea
falsa. Por consiguiente, abandona ideas drásticas que puedan
acarrearte males mayores que los que hoy padeces.
18. Una
vida nueva no se basa en la destrucción de los “pecados”
anteriores sino en su reconocimiento, de modo que resulte clara en
adelante la inconveniencia de aquellos errores.
19. Una
vida comienza cuando comienzan a multiplicarse los actos unitivos de
manera que su excelencia vaya compensando (hasta finalmente
desequilibrar favorablemente), la relación de fuerzas anterior.
20. Debes
ser muy claro en esto: tú no estás en guerra contigo mismo.
Empezarás a tratarte como un amigo con el que hay que reconciliarse,
porque la misma vida y la ignorancia te alejaron de él.
21. Necesitarás
una primera decisión para reconciliarte comprendiendo tus
contradicciones anteriores. Luego, una nueva decisión para querer
vencer tus contradicciones. Por último, la decisión de construir tu
vida con actos de unidad rechazando los materiales que tanto
perjuicio han atraído sobre tu cabeza.
22. Es
conveniente, en efecto, que aclares en tu pasado y en tu situación
actual los actos contradictorios que verdaderamente te aprisionan.
Para reconocerlos te basarás en los sufrimientos acompañados de
violencia interna y del sentimiento de traición a ti mismo. Ellos
tienen netas señales.
23. No
estoy diciendo que debas mortificarte en exhaustivos recuentos sobre
el pasado y el momento actual. Recomiendo, simplemente, que
consideres todo aquello que cambió tu rumbo en dirección
desafortunada y que te mantiene ligado con fuertes ataduras. No te
engañes una vez más al decirte que aquellos son “problemas
superados”. No está superado, ni comprendido adecuadamente,
aquello que no se ha cotejado a una nueva fuerza que compense y
sobrepase su influencia.
24. Todas
estas sugerencias tendrán valor si estás dispuesto a crear un nuevo
paisaje en tu mundo interno. Pero nada podrás hacer por ti, pensando
sólo en ti. Si quieres avanzar tendrás algún día que admitir que
tu misión es humanizar el mundo que te rodea.
25. Si
quieres construir una nueva vida libre de contradicciones, superadora
creciente del sufrimiento, tendrás en cuenta dos falsos argumentos:
el primero se ofrece como la necesidad de solucionar los íntimos
problemas antes de acometer ninguna acción constructiva en el mundo.
El segundo aparece como un total olvido de sí mismo, como un
declamativo “compromiso con el mundo”.
26. Si
quieres crecer ayudarás a crecer a quienes te rodean. Y esto que
afirmo, estés o no de acuerdo conmigo, no admite otra salida.
1. Toda inversión en la
correntada creciente de la vida, se experimenta como sufrimiento. Por
ello, no solo la contradicción es fuente de injuria mental. Pero
mientras numerosas formas de sufrimiento pueden ser sobrepasadas por
imperio de las circunstancias, la contradicción permanece tejiendo
su oscura red de sombras.
2. ¿Quién
no ha sufrido la pérdida de afectos, de imágenes, de objetos?
¿Quién no ha temido, quién no ha desesperado, quién no ha
compadecido y quién no se ha agitado en irritada rebelión contra
los hombres, la naturaleza o los fatales desenlaces no queridos? Sin
embargo, aquello que se temió en la oscuridad se esfumó con el día
y mucho de lo perdido fue olvidado. Pero aquella íntima traición a
sí mismo perdura en el pasado y envenena el futuro.
3. Lo
más importante de la vida humana se construye con materiales de
unidad o contradicción. Y ésa es la profunda memoria que continúa
proyectando la existencia más allá de todo aparente límite, o que
la desintegra en el preciso umbral. ¡Quepa a todo ser humano en su
revisión final, la rememoración de su unidad interna!
4. ¿Y
cuál es el sabor del acto de unidad? Para reconocerlo te basarás en
la profunda paz que acompañada de una suave alegría te pone en
acuerdo contigo mismo. Este acto tiene por señal a la verdad más
íntegra porque en él se unifican en estrecha amistad el
pensamiento, el sentimiento y el hacer en el mundo. ¡Indudable
acción válida que se afirmaría mil veces más si se vivieran otras
tantas vidas!
5. Todo
fenómeno que hace retroceder el sufrimiento en otros se registra en
quien lo produce como un acto válido, como un acto de unidad.
6. Entre
dos tendencias se limita el hacer: allí el abismo que crece en la
contradicción y, por encima, el vuelo que permite sobrepasarlo en
acto válido.
7. Y
la cuerda de la vida toma su singular modulación, en tanto se afloje
o tense, hasta alcanzar la nota a que se aspira. Debe haber una nota
y un ajuste y un especial procedimiento, de manera que la vibración
ruede y luego se multiplique de modo conveniente.
8. La
moral de los pueblos balbuceó con el hombre a medida que este se
irguió en el paisaje. Y la moral señaló el “si” y el “no”
de la acción, reivindicando lo “bueno”, persiguiendo a lo
“malo”. ¿Seguirá lo bueno siendo bueno en este paisaje tan
diverso? Si un inmutable Dios así lo afirma, ¡sea! Pero si Dios ha
desaparecido para muchos ¿a quién queda ya juzgar? Porque la ley
cambia con la opinión de los tiempos.
9. Este
es el punto: ¿aquellos principios de acción válida que permitan a
todo ser humano vivir en unidad interna serán fijas imágenes que
habrán de obedecerse, o corresponderán a lo que se experimente
cuando se los rechace o se los cumpla?
10. No
discutiremos aquí la naturaleza de los principios de acción válida.
En todo caso, tendremos en cuenta la necesidad de su existencia.
Hemos hablado del paisaje,
del sufrimiento, de la contradicción y de aquellos actos que dan
unidad a la corriente de la vida. Pudiera creerse que todo ello
permanece encerrado en el interior de cada ser humano o, en todo
caso, que se exterioriza como acción individual sin otra
consecuencia. Pues bien, las cosas son del modo opuesto.
1. Toda
contradicción invierte la vida, comprometiendo el futuro de quien la
padece y de aquellos que están en contacto con ese agente transmisor
de infortunio. Toda contradicción personal contamina el paisaje
humano inmediato como invisible enfermedad que se detecta solo en los
efectos.
2. Antiguamente
se culpaba a demonios y brujos por toda plaga que azotaba a las
regiones. Pero, con el tiempo, el avance de la ciencia hizo más por
los acusadores y acusados que el milenario clamor irresponsable. ¿En
qué bando hubieras comprometido tu opinión? Tanto del lado de los
puros como del lado de los réprobos, hubieras enzarzado sólo tu
torpeza.
3. Aún
hoy, cuando buscas a los culpables de tus desgracias, te sumas a la
larga cadena de la superstición. Reflexiona, por tanto, antes de
levantar tu dedo porque tal vez el accidente o, en otros casos, la
proyección de tus contradicciones provocaron los tristes desenlaces.
4. Que
tus hijos se orienten en dirección opuesta a tus designios tiene que
ver más contigo que con tu vecino y, por cierto, que con un
terremoto acontecido en otra latitud del mundo.
5. Así
es que si tu influencia llega a un pueblo cuida muy bien de
sobrepasar tu contradicción a fin de no envenenar con ella el aire
que todos los demás respiren. Tú serás responsable por ti y por
aquellos que reúnas a tu alrededor.
6. Por
todo esto, si tu misión consiste en humanizar la Tierra, fortalece
tus manos de noble labrador.
1. ¿Es que acaso la vida es
sólo acción y reacción? El hambre ensueña con la saciedad, lo
aprisionado con lo suelto, el dolor busca el placer y el placer se
hastía de sí mismo.
2. Si
la vida es sólo persecución de seguridad para quien teme al futuro,
afirmación de sí para el desorientado, anhelo de venganza para la
frustración pasada... ¿qué libertad, responsabilidad y compromiso,
podrá sostenerse como invicta bandera?
3. ¿Y
si la vida es sólo el espejo que refleja un paisaje, cómo podrá
cambiar aquello que refleja?
4. Entre
la fría mecánica de péndulos, o la fantasmal óptica de sólo
espejos, ¿qué afirmas tú que afirme sin negar? ¿Qué afirmas sin
regreso, o sin aritmética repetición?
5. Si
afirmas aquello que se busca a sí mismo, eso cuya naturaleza es
transformarse, que no tiene saciedad y que por esencia está abierto
al futuro, entonces amas la realidad que construyes. Esa es pues tu
vida: ¡la realidad que construyes!
6. Y
habrá acción y reacción y también reflejo y accidente, pero si
has abierto el futuro no habrá algo que te detenga.
7. Que
por tu boca hable la vida y ella diga: “¡No existe algo que pueda
detenerme!”.
8. Inútil
y malvada profecía que anuncia la hecatombe del mundo. Yo afirmo que
el ser humano habrá no solamente de seguir viviendo sino que crecerá
sin límite. Y también digo que los negadores de la vida desean
robar toda esperanza, palpitante corazón del acto humano.
9. Quiera
tu futura alegría que en los momentos más sombríos recuerdes esta
frase: “¡la vida busca el crecimiento, no la compensación de la
nada!”.
1. Cuando movido por la
pendular compensación busco sentidos que justifiquen mi existencia,
me dirijo hacia lo que necesito o creo necesitar. En todo caso ¿si
no consigo aquello, o bien si lo consigo, qué pasará con mi sentido
(en cuanto movimiento en una dirección)?
2. Estos
sentidos provisionales, necesarios para el desarrollo de la actividad
humana, no fundamentan mi existencia. Por otra parte, si me afirmo en
una particular situación ¿qué sucederá cuando el accidente la
desarticule?
3. A
menos que se quiera reducir la existencia al agotamiento o la
frustración, será menester descubrir un sentido que ni aún la
muerte (si fuera el accidente), pueda agotar o frustrar.
4. No
podrás justificar la existencia si pones como su fin el absurdo de
la muerte. Hasta ahora fuimos compañeros de lucha. Ni tú, ni yo,
quisimos doblegarnos ante dios alguno. Así quisiera recordarte
siempre. ¿Por qué, entonces, me abandonas cuando voy a desobedecer
a la muerte inexorable? ¿Cómo es que hemos dicho: “¡ni aún los
dioses están por encima de la vida!” y ahora te arrodillas ante la
negación de la vida? Tú haz como quieras, pero yo no bajaré la
cabeza ante ningún ídolo aunque se presente “justificado” por
la fe en la razón.
5. Si
la razón debe estar en función de la vida, que sirva para hacernos
saltar sobre la muerte. Que la razón, entonces, elabore un sentido
exento de toda frustración, de todo accidente, de todo agotamiento.
6. No
aceptaré a mi lado al que proyecte una trascendencia por temor sino
a quien se alce en rebelión contra la fatalidad de la muerte.
7. Por
ello quiero a los santos que no temen sino que verdaderamente aman.
Quiero a los que con su ciencia y su razón vencen a diario el dolor
y el sufrimiento. Y, en verdad, no veo diferencia entre el santo y el
que alienta la vida con su ciencia. ¿Qué mejores ejemplos, qué
guías superiores a esos guías?
8. Un
sentido que quiera ir más lejos que lo provisional, no admitirá la
muerte como el fin de la vida sino que afirmará la trascendencia
como máxima desobediencia al aparente Destino. Y aquel que afirme
que sus acciones desencadenan acontecimientos que se continúan en
otros, tiene tomado entre sus manos parte del hilo de la eternidad.
1. Siempre que escucho la
palabra “fe”, una sospecha brinca en mi interior.
2. Cada
vez que alguien habla de la “fe”, me pregunto a qué sirve eso
que se anuncia.
3. He
visto la diferencia que hay entre fe ingenua (también conocida como
“credulidad”) y aquella otra violenta e injustificada que da
lugar al fanatismo. Ninguna de las dos es aceptable ya que mientras
una abre la puerta al accidente, la otra impone su paisaje afiebrado.
4. Pero
algo importante ha de tener esa tremenda fuerza capaz de movilizar la
mejor causa. ¡Que la fe sea una creencia cuyo fundamento esté
puesto en su utilidad para la vida!
5. Si
se afirma que la fe y la ciencia se oponen, replicaré que he de
aceptar la ciencia en tanto no se oponga a la vida.
6. Nada
impide que la fe y la ciencia, si tienen la misma dirección,
produzcan el avance auxiliando el entusiasmo al sostenido esfuerzo.
7. Y
quien quiera humanizar, que ayude a levantar los ánimos señalando
la posibilidad futura. ¿Sirve acaso a la vida la derrota anticipada
del escéptico? ¿Podría la ciencia haberse sostenido sin la fe?
8. He
aquí un tipo de fe que va contra la vida, esta fe que afirma: “¡la
ciencia destruirá a nuestro mundo!” Cuánto mejor será poner fe
en humanizar la ciencia cada día y actuar para que triunfe la
dirección con la que fue dotada ya desde su nacimiento.
9. Si
una fe abre el futuro y da sentido a la vida, orientándola desde el
sufrimiento y la contradicción hacia toda acción válida, entonces
su utilidad es manifiesta.
10. Esa
fe, así como aquella que se deposita en uno mismo, en los demás y
en el mundo que nos rodea, es útil a la vida.
11. Al
decir: “¡la fe es útil!”, seguramente habrás de molestar algún
oído particularmente sensible, pero eso no debe preocuparte ya que
ese músico, si se examina un poco, reconocerá cuán útil es
también para él la fe aunque provenga de un instrumento distinto al
que tú tocas.
12. Si
logras fe en ti mismo y en lo mejor de quienes te rodean, fe en
nuestro mundo y en la vida siempre abierta al futuro, empequeñecerá
todo problema que hasta hoy te pareció invencible.
1. Veamos qué relación
estableces con tu paisaje externo. Tal vez consideres a los objetos,
las personas, los valores, los afectos, como cosas expuestas ante ti
para que elijas y devores de acuerdo a tus especiales apetencias. Esa
visión centrípeta del mundo probablemente marque tu contradicción
desde el pensamiento hasta los músculos.
2. Si
tal es el caso, con seguridad que todo lo que se refiere a ti será
muy apreciado: tanto tus placeres, como tu sufrimiento. Es difícil
que quieras sobrepasar tus íntimos problemas ya que en ellos
reconoces un tono que, por sobre todas las cosas, es tuyo. Desde el
pensamiento hasta los músculos, todo está educado para contraer, no
para soltar. Y, de este modo, aún cuando procedes con generosidad,
el cálculo motiva tu desprendimiento.
3. Todo
entra. Nada sale. Entonces, todo se intoxica desde tus pensamientos a
tus músculos.
4. E
intoxicas a cuantos te rodean. ¿Cómo podrías luego reprochar su
“ingratitud” para contigo?
5. Si
hablamos del “dar” y de la “ayuda”, tú pensarás sobre lo
que te pueden dar, o acerca de cómo te deben ayudar. Pero he aquí
que la mejor ayuda que pudieran darte consiste en enseñarte a
relajar tu contracción.
6. Digo
que tu egoísmo no es un pecado sino tu fundamental error de cálculo
porque has creído, ingenuamente, que recibir es más que dar.
7. Recuerda
los mejores momentos de tu vida y comprenderás que siempre
estuvieron relacionados con un dar desprendido. Esta sola reflexión
debería ser suficiente para cambiar la dirección de tu
existencia... Pero no será suficiente.
8. Es
de esperar que esté hablando para otro, no para ti, ya que habrás
comprendido frases como: “humanizar la Tierra”, “abrir el
futuro”, “sobrepasar el sufrimiento en el mundo que te rodea” y
otras cuantas más que tienen como base la capacidad de dar.
9. “Amar
la realidad que se construye” no es poner como clave del mundo la
solución a los propios problemas.
10. Terminemos
esto: ¿quieres sobrepasar tu contradicción profunda? Entonces
produce acciones válidas. Si ellas son tales, será porque estás
dando ayuda a quienes te rodean.
1. En tu paisaje interno hay
una mujer o un hombre ideal que buscas en el paisaje externo a través
de tantas relaciones, sin poder jamás tocar. Salvo el corto período
en que el amor completo deslumbra con su chispa, esos pedernales no
coinciden en un punto preciso.
2. Cada
cual y a su modo, lanza su vida hacia el paisaje externo buscando
completar sus modelos ocultos.
3. Pero
el paisaje externo va imponiendo leyes propias y cuando pasa un
tiempo, lo que fue el más acariciado ensueño resulta en una imagen
por la que se experimenta ahora vergüenza o, cuando menos, un
desvaído recuerdo. No obstante, existen profundos modelos que
duermen en el interior de la especie humana esperando su momento
oportuno. Esos modelos son la traducción de los impulsos que entrega
el propio cuerpo al espacio de representación.
4. No
discutiremos ahora el origen ni la consistencia de tales modelos; ni
tampoco hablaremos de la complejidad del mundo en que se encuentran.
Habremos simplemente de anotar su existencia, destacando que su
función es compensar necesidades y aspiraciones que, a su vez,
motivan la actividad hacia el paisaje externo.
5. Las
culturas y los pueblos dan su singular respuesta al paisaje externo
siempre teñida por modelos internos que el propio cuerpo y la
historia han ido definiendo.
6. Es
sabio quien conoce sus modelos profundos y más sabio es aún quien
puede ponerlos al servicio de las mejores causas.
1. ¿Quién es tan admirado
por ti que quisieras haber sido él?
2. Preguntaré
más suavemente. ¿Quién te es ejemplar, de tal manera que desees
incorporar en ti algunas de sus particulares virtudes?
3. ¿Acaso
alguna vez, en tu pesar o confusión, has apelado al recuerdo de
alguien que, existente o no, acudió como reconfortante imagen?
4. Estoy
hablando de particulares modelos a los que podemos llamar “guías”
internos, que a veces coinciden con personas externas.
5. Esos
modelos que quisiste seguir desde pequeño fueron cambiando solamente
en la capa más externa de tu diario sentir.
6. He
visto cómo los niños juegan y hablan con sus imaginarios compañeros
y sus guías. También he visto a las gentes de distintas edades,
conectar con ellos en oraciones hechas con sincera unción.
7. Cuanto
más fuertemente se hicieron las llamadas, desde más lejos acudieron
estos guías que trajeron la mejor señal. Por ello supe que los
guías más profundos son los más poderosos. Sin embargo, solamente
una gran necesidad puede despertarlos de su letargo milenario.
8. Un
modelo de ese tipo “posee” tres importantes atributos: fuerza,
sabiduría y bondad.
9. Si
quieres saber más de ti mismo observa qué características tienen
aquellos hombres o mujeres que admiras. Y repara en que las
cualidades que más aprecias de ellos obran en la configuración de
tus guías internos. Considera que, aunque tu referencia inicial haya
desaparecido con el tiempo, en tu interior quedará una “huella”
que seguirá motivándote hacia el paisaje externo.
10. Y
si quieres saber cómo se interpenetran las culturas estudia además
del modo de producción de objetos, el modo de difusión de los
modelos.
11. Importa
pues que dirijas tu atención a las mejores cualidades de las demás
personas porque impulsarás hacia el mundo lo que hayas terminado de
configurar en ti.
Miremos hacia atrás por un
instante.
Consideramos al ser humano
en total ligazón e influencia con el mundo. Dijimos que su acción
se manifiesta en el paisaje externo de acuerdo a cómo se va formando
su paisaje interno. Esa acción es variada pero lo que define a una
vida es su actividad contradictoria o unitiva. Por otra parte, la
contradicción invierte a la vida y produce sufrimiento contaminando
con él al mundo. Los actos de unidad abren el futuro haciendo
retroceder el sufrimiento en uno mismo y en el mundo.
“Humanizar la Tierra”
es lo mismo que “dar” en actos unitivos. No puede tener sentido
más que provisional todo objetivo que concluya en el recibir. Su
destino es conducir a la contradicción.
Existe una gran energía
que puede ser movilizada al servicio de la vida: es la fe. También,
en el paisaje interno, se mueven otras fuerzas que motivan la
actividad hacia el paisaje externo: son los “modelos”.
1. Definitivamente,
la pregunta es ésta: ¿quieres superar el abismo?
2. Tal
vez quieras hacerlo. ¿Pero cómo tomarás una nueva dirección si el
alud ya ha sido desprendido y en su arrastre suma lo que encuentra?
3. Cualquiera
sea tu decisión resta saber con qué medios y energía contarás
para poder ejecutar el cambio.
4. Aunque
tu elección sea muy tuya quisiera indicarte que cambiar la dirección
de tu vida no es cosa que puedas realizar solamente con recursos de
trabajo interno sino actuando decididamente en el mundo, modificando
conductas.
5. Suma
a la tarea tu medio inmediato, ese que influye decisivamente sobre ti
y sobre el cual tú influyes. ¿Y cómo lo harás? No hay otro medio
que éste: despertar la fe en que la conversión de la vida invertida
es posible.
6. Este
es el punto en que te dejo. Si te dispones a modificar tu vida
transformarás al mundo y no triunfará el abismo sino aquello que lo
sobrepase.
fuente: www.silo.net
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