26 may 2025

Las Condiciones, el mensaje y el destinatario. Silo, España, 1980

 Hoy vamos a hablar de algo un poco diferente a lo que se ha venido conversando en los seminarios, esto tiene que ver más bien con una actividad nuestra más que con nuestros estudios, tiene que ver con una actividad hacia el mundo, hacia la gente, y esta actividad que ya hemos empezado a desarrollar y que vamos a seguir desarrollando con más fuerza, esta actividad para que pueda desarrollarse adecuadamente, requiere de algunas condiciones mínimas. La primera condición es la de nosotros mismos.

¿Qué condiciones necesitamos para poder poner esto en marcha?

No necesitamos, por cierto, grandes conocimientos, no necesitamos extraordinarias virtudes para poner esto en marcha. Esto que vamos a poner en marcha, que estamos poniendo en marcha, tiene que ver con nuestro trabajo y con la orientación de nuestro trabajo y esta orientación que tenemos desde siempre, es de conexión con otras personas, de conexión con el ser humano en general; nuestro trabajo no es un trabajo aislado.

Esta actividad que ahora vamos a desplegar con más fuerza, tiene el mismo signo de nuestro trabajo, sólo que, exteriorizada con más fuerza aún de lo que ha venido siendo hasta ahora.

Las condiciones que necesitamos entonces, tienen que ver con esta exteriorización, no tienen que ver, como les decía, con grandes conocimientos.

¿Necesitamos acaso plantear nosotros posiciones políticas? No, en absoluto.

Se supone que ya hay políticos, se supone que hay gente que sabe mucho de esas cosas, son especialistas en eso, saben como hacerlo, infinitamente mejor que nosotros, tienen conocimientos, tienen capacidad, unos en un bando, otros en otro bando.

¿Se supone en cambio que nosotros debiéramos dar un mensaje de tipo religioso? No, en absoluto.

Hay gentes que tienen que ver con eso, y que están allí en el mundo para orientar en esos caminos, de acuerdo a la fe religiosa que tengan unos u otros, aunque a veces estas distintas fe religiosas se opongan entre sí. En sus distintos bandos, ellos pueden orientar infinitamente mejor que nosotros.

¿Se supone, acaso, que debemos dar respuestas como para solucionar problemas que la gente tenga?

¿Se supone que debiéramos solucionar tal vez, problemas de tipo terapéutico?

No, seguramente que no. Nuestro mensaje no puede llenar esas lagunas.

Existen miles y miles de personas en el mundo, infinitamente más capacitadas que nosotros, con gran cantidad de equipos y de medios como para solucionar esos problemas. De manera que ese es el oficio de ellos.

Así pues, nuestro mensaje nada tiene que ver con estos problemas de tipo político, religioso, terapéutico, por cuanto se supone que esos vacíos y esas lagunas a llenar, ya pueden ser solucionadas por otros especialistas, otros conocedores, otras gentes con grandes conocimientos y grandes recursos.

De manera que nuestro mensaje es mucho más humilde, mucho más simple, tendrá que ser un mensaje cotidiano, que no tenga que ver ni con lo político, ni lo religioso, ni lo terapéutico.

Nosotros no estamos capacitados para dar respuestas de esa naturaleza.

Nosotros no tenemos conocimiento, ni nivel suficiente como para solucionar los grandes problemas.

Nosotros simplemente podemos lanzar un mensaje tal vez útil para otros, como puede ser útil para nosotros mismos.

Así es que ¿cuál es nuestro campo?

Es el campo de la existencia cotidiana, es el campo de la vida cotidiana, en el que no hay especialistas.

Es el campo que le toca vivir al político personalmente, que le toca vivir al hombre religioso personalmente, que le toca vivir al científico personalmente.

De modo que ellos en sus bandos hacen sus cosas, pero claro, ellos viven, ellos existen, ellos tienen sus problemas de conciencia, ellos tienen sus frustraciones, sus resentimientos, sus búsquedas, sus placeres, sus defectos.

Todos ellos son seres humanos ¿no?

Todos ellos tienen un campo de existencia cotidiana, para los cuales también sirve nuestro mensaje, independientemente de los bandos en los cuales ellos estén inclusos.

Ese es nuestro campo. El campo de lo cotidiano, el campo de lo inmediato, el campo de la existencia, el campo del sufrimiento humano, el campo de las esperanzas humanas, el campo del sentido de la vida.

Ya ven ustedes qué poco pretenciosa es nuestra postura, con qué poco recursos cuenta y con qué poco conocimiento.

Pero hablábamos de las condiciones necesarias en nosotros mismos para poder llevar adelante este mensaje.

Cuando alguien nos pregunta por ahí: ¿y por qué ustedes dan ese mensaje?, nos parece sorprendente tal pregunta.

Nosotros inversamente nos decimos :¿por qué no habríamos de dar este mensaje? Esto es bueno para nosotros, es bueno para otros, para nuestro prójimo. Al parecer es bueno para todos, ¿por qué no habríamos de dar este mensaje?, ¿es que se supone que no debe darse ningún mensaje?, ¿es que se supone que ya todos los caminos están cerrados? Esto tal vez no sea exacto. ¿Cuál es la condición necesaria para que demos este mensaje? Querer al ser humano.

Aquél que de entre nosotros no sienta amor, o como mínimo, no quiera al ser humano, no debe afrontar estos trabajos. Puede quererse mucho a sí mismo; puede querer mucho a sus problemas. Cosa paradójica, querer a los propios problemas. Tal vez esté muy preocupado porque si come esto le hará mejor que si come lo otro, si respira este aire o respira el otro, si se queda en la ciudad o se va al campo, si toma este objeto o toma el otro, ¿no es cierto?, tal vez esté muy preocupado centrípetamente, pero claro éste no es el sentido de nuestro mensaje.

No parece ser buena condición para los demás, mi preocupación continua por el aire que respiro, la digestión que hago, ¿eh? Son cosas necesarias para la vida… Pero estamos hablando de una condición que pone fuerte primacía en los demás.

Es importante la condición básica de querer a otros. Estas no son actividades para egoístas. Estas no son actividades para personas que interpretan al mundo al servicio de ellas. Estas no son actividades que responden a los esquemas que hoy existen y que han trabajado sobre nosotros sin que nosotros lo advirtamos, esquemas tales como: «Yo soy un consumidor, por lo tanto, mi función es la de ser un tanto…, aparato digestivo del cuerpo social». Es decir, yo estoy interpretando al mundo, según que el mundo me dé cosas.

Es cierto que yo también doy. Invierto mi fuerza de trabajo y de acuerdo a la fuerza de trabajo que invierto, recibo en cambio bienes de consumo y eso está bien, pero… ¿es que doy algo de mí, o es que produzco un intercambio, tal vez necesario o no tan necesario para mi subsistencia? ¿Pongo algo de mí en la actividad hacia el mundo, o recibo bienes a cambio de trabajo, un tanto mecánicamente, como una fuerza de acción y reacción? ¿Qué pongo de mí en el mundo?

Al parecer no pongo mucho, por cuanto pongo para recibir y ahí quedamos, en ese circuito cerrado. ¡Y quedamos en ese circuito cerrado! Al parecer, todo lo que sucede en el mundo es para mí, si puedo conseguirlo. Primer problema. Segundo problema, trato de conseguirlo y aunque lo consiga siempre queda un sabor de que algo faltó.

De todos modo, voy tratando de que todo se refiera a mí.

Esa es la ideología consumista que ha trabajado sobre nosotros y que trabaja sobre nosotros, aunque nosotros no lo percibamos.

Puede ser que esté en el campo, puede ser que esté en la ciudad, puede ser que me afecte el smog o no me afecte, puede ser que tenga un tipo de dieta u otro tipo de dieta, pero es la misma forma mental de esta preocupación, de esta preocupación individual, personalísima, cerrada, donde no aparece en el horizonte la posibilidad de comunicar con el otro.

Se dice, por ejemplo: «lo que está faltando en el mundo es comunicación entre la gente». Se dice, pero ¿es esto verdadero?

Hoy más que nunca los medios de comunicación están desarrollados, hoy más que nunca las ciudades están hacinadas; hoy más que nunca me encuentro con gente a cada paso que doy; hoy más que nunca me comunico telefónicamente y me comunico radialmente, y me comunico por miles de medios y el mensaje de la difusión y de la propaganda llega hasta mi. ¿Qué es esto de que estamos incomunicados?, ¿o será tal vez la sensación de incomunicación lo que registro? Porque al parecer y según nos muestra la realidad, (risas), estoy más comunicado que nunca.

Será que estoy comunicado pero que siento la incomunicación. Esto es otra cosa.

¿No será que experimento, aunque esté rodeado de gente, que estoy como cercado por un cuerpo transparente?, ¿no será que me encuentro en situación de no poder conectar en un nivel emotivo profundo con las otras personas?, ¿no será que me hablan y hablo y en ese hablar, de todos modos, se pierde lo más importante?

¿Qué es este registro de incomunicación, de soledad, de aislamiento? Esta cosa paradojal que sucede en las ciudades, donde la conexión es cada día más y más intensa. ¿Qué significa este fenómeno?

Nuestro mensaje se basa en una necesidad existencial, en una necesidad del ser humano. Este es un punto de gran importancia.

Si usted no da, nunca va a recibir. Si usted cree que se trata sólo de recibir objetos, afectos, personas, dietas, paisajes, etc., si usted cree eso, va a tener problemas.

El ser humano tiene una cantidad de receptores, ojos, oídos, boca, etc., tiene un circuito muy complejo. Pero también tiene efectores, salidas hacia el mundo.

Si ustedes cierran la válvula de salida, hay explosión. La gentes se andan preocupando por la válvulas de entrada y es muy lógico. La preocupación está en si recibí hoy más que ayer y así siguiendo. El punto está en, ¿qué pasa con las válvulas de salida? ¡Qué interesante! Así es que nos hemos estado preocupando de ésta recepción continua y no de la salida. ¿Y si hubiera un bloqueo en la salida? ¿Qué pasaría?

Podrían pasar muchas cosas. Además depende en qué válvula sea el bloqueo, (risas). Pero si hubiera un bloqueo en la salida ¿qué podría pasar? Podría pasar, por ejemplo, que me intoxicara internamente; podría pasar que empezara a sentir el mundo y a las personas y a las cosas como que están lejos de mi, como que no me comunico, como que estoy aislado. Claro que sí, parece que eso es lo que sucede.

Estoy aislado y no me comunico, y no hay verdaderos mensajes porque no tengo cómo comunicar desde mí hacia el otro, porque para eso es necesario que pueda ¡dar!

Y en tanto no dé, en tanto no dé, la incomunicación será fatal.

De manera que estos planteos que se vienen haciendo desde antiguo, de que hay que amar al prójimo, de que hay que dar, de que es muy bueno comunicarse con la gente, todo esto que se “dice” habrá que ver cómo se “hace”.

Ustedes saben que hay una gran diferencia entre el decir y el hacer. Parece ser que hay poco que dar. ¿Será así? ¿O habrá muchas posibilidades de dar?, ¿estaremos dispuestos a dar?, ¿y qué cosas estaremos dispuestos a dar? Esas preguntas nos interesan mucho.

Estamos seguros que en la medida en que se cierre la válvula del dar, las poblaciones, poblaciones enteras en el mundo van a aumentar en su tensión interna, van a aumentar peligrosamente en su aislamiento y se van a producir disloques cada vez más grandes, porque se está cerrando esa válvula del dar. Esto está claro, esto se verifica cada día.

No es un planteo tan original. Mucha gente, empíricamente lo sabe. Como de costumbre no descubrimos ninguna cosa nueva, simplemente observamos lo que sucede.

¿Se acuerdan ustedes de la experiencia de ayer, el mejor momento de su vida? Allí estaban ustedes tal vez con fe en ustedes mismos, con fe en otros, ahí había un futuro abierto, y ahí se podían hacer cosas y podían ustedes comunicarse haciendo cosas, eran capaces de dar sin esperar retribución. Y eso de poder dar sin retribución es un alivio interesante, ustedes se sentían como más luminoso, como más liviano. Podían dar sin recibir.

Recuerden esa interesante situación y van a ver que tiene todas esas características.

Recuerden algún enamoramiento, si es que alguna vez lo tuvieron, y van a ver cómo podían dar, sin preocuparse por el recibir, y van a ver que cuando daban se encontraban comunicados, no se encontraban aislados por cierto.

Pero algo pasó y la válvula se cerró.

Nuestro mensaje y nuestro trabajo tienen que ver con el dar. Y les digo que ¡el egoísmo no es útil!, les digo que ¡el dar es de gran utilidad! El dar equilibra mucho más que el recibir, el dar permite progresar, el dar permite abrir la línea en una dirección a futuro.

Es claro, estas cosas no se suelen decir tan así como así por la calle; dé porque es útil; imagínense, es una paradoja. ¡Qué planteos! Estúdienlo… entúdienlo internamente, estúdienlo en otras personas y vean qué bien estaba aquello de dar en aquél momento, y vean cómo se comunicaban cuando daban. Si la palabra «utilidad» es un poco fuerte. Digan que «eso de dar» es bueno.

Nuestro mensaje tiene que ver con esa apertura, en tanto las gentes no reivindiquen esta capacidad obturada del dar; en tanto eso no suceda, los problemas van a aumentar. En tanto, en cambio, podamos inducir a esta capacidad del dar, las cosas irán cambiando individualmente y grupalmente. ¡Pero esto no podrá iniciarlo aquél que no quiera a los otros seres humanos, no podrá!

Aquél que quiera a sus padres, a su hijo, a su familia, a sus amigos, a su pueblo; aquél tendrá posibilidades de comunicarse. Pero aquel que esté preocupado por lo que come, por el aire que respira, por si se va al campo o se queda en la ciudad, aquél que esté tan preocupado por él mismo, no tendrá capacidad de dar y aumentará su aislamiento. Este es un punto de gran importancia y ésta es una diferencia radical y tajante que tenemos con esas ideologías que circulan.

Está bien, todos tenemos nuestros problemas. ¿Pero dónde ponemos nuestra dirección?, ¿en los problemas?, ¿o más allá de nosotros mismos?

Ahí hay una pregunta interesante para contestarse cada cual.

Buena disposición la de aquellos que quieren a la gente. Buena disposición la de aquellos que cuando ven alguna dificultad, tratan de poner el hombro, buena disposición. Tal vez con esa disposición básica, esa disposición que está repartida entre miles y miles de seres humanos, esa capacidad, en cuanto se oriente habrá un gran río de comunicación.

En realidad, en todo ser humano existe esta aptitud para dar. Las circunstancias han ido cerrando esta válvula, pero en todo ser humano existe esta válvula.

¿Han visto ustedes lo que sucede con estas gentes a las que se llama voluntarios? En general voluntarios, el bombero voluntario, bueno hay distintas formas de ser voluntario.

Este voluntario, que a las cuatro de la mañana, suena una alarma, y se levanta rápidamente, sale, se mete en un incendio, rescata un niño que está por morir entre las llamas, sale magullado, lleno de hollín…, vuelve a su casa rápidamente para mojarse un poco y salir a su trabajo cotidiano, nuestro hombre llega agotado para cambiarse de ropa y alguien le pregunta: ¿y dime y tú que ganas con eso? Y claro, este buen hombre no sabe cómo explicar qué gana él con eso, porque en realidad no gana nada. Al contrario llega fatigado a su trabajo, puede hacer mal las cosas en su oficina, puede llegar a perder el trabajo y poner en peligro la estabilidad de su núcleo familiar. ¿Qué ganas tú con eso? Y él con toda seguridad que no va a poder responder cabalmente «que gana él con eso». Y él se va a sentir desalentado, y se va a sentir incomprendido Y al ir a su trabajo apuradamente, verá a dos vecinos que se codean y se dicen: «ese es un voluntario…» Ese es un voluntario, alguien un poco extravagante, del cual no se entiende para qué esas actividades, de qué modo le sirven en términos de consumo. En términos de consumo, ¿qué gana ese voluntario?

Hay miles y miles, millones de voluntarios en el mundo que se encuentran en situaciones como esas. También hay voluntarios en distintas líneas políticas, religiosas, en distintas actividades del ser humano, y que no ganan nada con eso. Y es tan extraordinario eso, que el voluntario no puede responder cuando se le formula la pregunta: ¿qué gana usted con eso? Y claro, no puede sostener su posición y nuestro hombre o mujer se va desalentando poco a poco. El no puede explicar lo que hace. Se va desalentando, y llegará un tiempo en que diga: «sí, seguramente soy un poco estúpido, porque esto que hago, para qué me sirve?»

Y así se van desalentando los voluntarios, éstos que pueden llevar la comunicación a otros. Todo está armado como para desalentar esas actividades voluntarias. Y así se van arrinconando los seres humanos capaces de dar.

¡Nosotros vamos a reivindicar la capacidad de dar, y vamos a poner como un valor social la capacidad de dar, y vamos a poner al voluntario como el mejor ejemplo a seguir, y vamos a explicar por todos los medios que tengamos a mano, qué cosa le pasa a usted que está escuchando! ¡Usted, que sabe que sí, que quiere dar y que necesita dar, pero que no se explica muy bien qué es lo que siente, y que según parece los que están a su alrededor dicen que está mal lo que usted siente! Nosotros vamos a poner en primera plana al voluntario y vamos a explicar que no es una cosa extravagante, que no es una cosa injustificada, que es exactamente lo mejor que puede hacer el ser humano. Y vamos a explicar las distintas razones, incluso las utilitarias del dar, y vamos a crear entonces otras condiciones, y a través de esas condiciones, nuestro mensaje va a llegar cada vez a más distancia. Sobre esto trata esta llamada «Misión del 80».

Hay un mensaje, hay un destinatario y hay objetivos. Y hay una forma de implementar todo esto. Y como tiene carácter anecdótico la cosa baja un tanto de nivel. Pero es que con las implementaciones y las anécdotas, es como podemos llevar adelante nuestras actividades. Pero será muy importante tener en claro qué tipo de ser humano va a poner esto en marcha.

Quedará en claro cuál va a ser el objetivo de esta Misión, cómo va a ser el tipo de mensaje, quién va a ser el destinatario, todo eso podrá quedar en claro, podrá quedar en claro la implementación de estas actividades, pero lo más importante de todo es ¿quién va a producir este mensaje? Por eso es que, antes de hacer ninguna cosa, será muy bueno que cada cuál se examine y se diga: «¿es que quiero yo a la gente?, ¿verdaderamente quiero yo a la gente, o digo que quiero a la gente?» Si no quiero a la gente, más vale que busque otro tipo de actividades, porque éstas no son buenas. Ese es el punto.

– Bien, vamos a ver entonces, los distintos puntos a desarrollar para explicar mejor lo que sería, lo que llamamos la misión del 80.

Objetivos: Hacer público el mensaje de La Comunidad y engrandecer la obra común en todo lugar en el que haya miembros.

Negro: Ese es el objetivo, pero aún, que si simplemente hacemos público el mensaje, pero todo aquello no redunda en el crecimiento de la obra común, algo va a fallar. No va a valer hacer mensajes si no redunda en el crecimiento estructural. Dar simplemente información, va a ser insustancial, así que el objetivo es hacer público el mensaje de La Comunidad y engrandecer la obra común en todo lugar donde haya miembros, ¿eh? ¿Qué más?

– Mensaje: El sentido de la vida, con referencia a la trascendencia, como dirección individual y social. Se trata de una posición frente a la vida. No de política o religión.

Destinatario: El mensaje será una convocatoria explícita a todos aquellos, que experimenten la necesidad de dar y quieran sumarse como voluntarios para difundir el mensaje y orientar a otros, en un nuevo sentido de la vida.

Negro: Este es un punto importante, el destinatario. También nos vamos a dirigir a esa persona, de la que hemos estado conversando. ¿Han mirado ustedes un poco la historia? ¿Han visto cómo se han puesto en marcha los grandes procesos de la historia? ¿Se han fijado ustedes, en quienes lo han protagonizado y que características tenían? No importa cuál haya sido el bando, fíjense en todos ellos. Unos en un bando, otros en otro bando; incluso se han matado, en los distintos bandos. Es increíble pero así es.

¿Han observado ustedes los protagonistas de los grandes procesos históricos? ¿Qué características han tenido todos ellos? Tal vez todos ellos hayan desmejorado su posición cotidiana. Han sufrido persecuciones y reveses de toda naturaleza. Estudien esas biografías y vean. Qué de común había en esos grandes motores, de los procesos históricos. Esa cosa incomprensible que hacían de comienzo y que provocaba una cierta alarma en la gente cotidiana que los rodeaban. Eso que no podían explicar. Podían explicar a lo mejor una teoría o una cosa, pero no explicar, por qué lo hacían. Todos ellos tienen de común esa «voluntariedad». ¡Qué parecidos son! ¡Qué enemigos han llegado a ser en ocasiones! Porque estas fuerzas, estas enormes fuerzas del dar, son capaces de mover verdaderamente montañas; estas fuerzas del dar están siempre relacionadas estrechamente con la fe y con el futuro. Y estas fuerzas del dar, pueden a veces encaminarse en una buena dirección, o pueden destructivamente encaminarse como una catarsis, a veces social, a veces colectiva. Y como estas gentes, con esta gran fuerza, están en bandos diferentes, y no comprenden todo esto de los bandos, muchas veces ha sucedido que gentes de un valor interno excelente, han terminado provocando destrucción y enfrentamiento con otros como ellos. Pero estas son grandes fuerzas, y echen una mirada aunque sea somera en la historia y van a ver como, a veces uno, dos o tres o cinco voluntarios, ponen en marcha un proceso de milenios.

Este destinatario de nuestro mensaje, es un ser humano de importancia. A él nos vamos a dirigir, y él va a sentir que estamos hablando de él. No sabremos como se llama, donde vive, qué características externas tiene; pero cuando describamos la naturaleza de este voluntario, él va a decir: ¡están hablando de mí! De manera que habrá que fijarse muy bien, en cómo se implementa este mensaje y cómo el destinatario acude al llamado que podamos hacer.

16 may 2025

Contacto o no contacto: la experiencia humana y la cuestión de Dios - Nestor Tato

 Contacto o no contacto: la experiencia humana y la cuestión de Dios



Carl Sagan no sólo fue genial en su difusión de la cosmología sino que pudo sintetizar en su novela “Contacto” las claves de la experiencia humana y la cuestión acerca de la existencia de Dios.

Si hay un film que trasciende su tiempo, ése es “Contacto”. No sólo es hermoso por las imágenes, interesante por el argumento, sino tierno por su tratamiento de las relaciones y algo que nunca ví en cine: la graficación de la intimidad de la experiencia humana y de la discusión acerca de la existencia de Dios. Graficación dije, no discusión argumentada.

¿A qué viene esto ahora? Ya en notas anteriores vengo arrimándome desde distintos ángulos al intento de sintetizar una respuesta al dilema cognitivo que planteé ayer (“Sabemos tanto pero tan poco”). Si insisto es porque el recuerdo del film de Sagan me dio el pie para darle el remate al asunto y ver si puedo pasar a otros temas.

Lo que parecen ser anécdotas en el film que sólo servirían para delinear el personaje de la protagonista (una deliciosa Jodie Foster), ya desde el comienzo crean el trasfondo del tema. Después de un impactante paneo que se aleja de la Tierra, aparece una niña que trata de comunicarse por radio con otra estación. Huérfana, vive con su padre, y queda flotando en copresencia el intento de comunicación con su madre muerta. También muere el padre y se vuelca a su pasión por la astrofísica. De entrada se ha introducido la cuestión de los planos por que transita lo humano, entrelazados: la protagonista tiene una copresencia de necesidad de contacto con sus padres muertos que concreta en su búsqueda de señales de vida provenientes de más alla del sistema solar. Su paciente escucha de las señales de radio nos remonta de inmediato a su infancia.

En Arecibo conoce a un pastor con el que tiene relaciones pero cada uno está en lo suyo, sólo que él encontró: accede a Dios orando. Para ella, Dios no existe y se separan. En una sola escena queda planteada una discusión existencial antiquísima: ella necesita pruebas perceptuales, a él le basta con su experiencia para confirmar a Dios. Nótese que dije “confirmar a Dios”, no su existencia.

Ella pasa a ser voluntaria para un viaje interestelar en una cápsula de último diseño y le ajustan una cámara portátil para que grabe todo. Viaja por lo que parece ser un agujero de gusano, un concepto einsteniano que implica un atajo en el espacio-tiempo para recorrer enormes distancias espaciales (valga la redundancia). Va a parar a lo que parece ser una playa, fuera de la cápsula. Pero allí parece estar dentro de una suerte de burbuja gelatinosa en cuya superficie interna trasluce el paisaje y una figura se acerca: es su padre. Vuelve en la cápsula sin que jamás se explique cómo entró ni cómo salió y cuando la recogen resulta que nunca abandonó el planeta. Su “viaje” duró aproximadamente 10 segundos.

Tiene que rendir cuentas de su historia en una comisión del Congreso, sin que, por supuesto, le crean. Es un increíble contrapunto del diálogo con el pastor y ella sólo puede decir: “pero yo lo viví”.

Sí, efectivamente, está la cámara, que cierra la película. En la última escena el diputado inquisidor recibe el informe de la grabación: 16 horas de ruido. La cámara congela la cara de asombro y “the end”.

¿Cachai? En unas dos horas el film nos pasea por todas las dimensiones de la experiencia humana (etaria, familiar, amorosa, política, científica, teológica) con imágenes. No hay ninguna perorata justificadora de las posiciones que se juegan: la patencia, o sea la prueba perceptual de lo que se afirma, y la evidencia, esto es, la certeza de experiencia por la intuición o vivencia interna. (Sí, eso es la evidencia en su sentido puro).

Vistas desde afuera, las experiencias del pastor y la protagonista caen en la disyuntiva “creer o no creer”, pero claro, el espectador ha sido testigo de la vivencia de ella. Licencias tramposas del cine que le permiten hacer patente lo no manifiesto. Que se agradecen, claro.

La charla con el padre dentro de la burbuja sintetiza lo transparente, porque no es manifiesto a nuestro esquema de percepción corporal: estamos inmersos en un espacio de percepción que habilita el mundo como lo configuramos, hecho de materia imaginaria (sí, materia, así la nombró un materialista como Castoriadis). Transparente, intangible, insípida, inodora e incolora. Estaba por decir inaudible pero la naturaleza de los sonidos es tal en esa materia perceptual que es la menos perceptible de esas configuraciones. (El mismo film inaugura con el sonido de señales de radio que se expanden al espacio exterior y son el tema omnipresente.)

Allí se sintetiza el espacio de percepción, desgranado de las prefiguraciones que derivan de las ciencias cognitivas en cuanto a que lo que vemos no es lo que es ahí afuera. Ya Jean Chateau habla del espacio imaginario en su Las fuentes de lo imaginario, y contemporáneamente Octave y Maud Mannoni hablaban de lo mismo desde el contexto psicoanalítico. Sartre, Lacan y otros (sí, Castoriadis entre ellos) se ocuparon de la imaginación. Así que la imagen de la burbuja sintetiza algo más que un recurso cinematográfico. Mucho más. Eso que quizá podría graficar lo que Silo expresó con la idea del espacio de representación.

Síntesis: el mundo es como lo veo. No es sólo que la imaginación modula lo que veo del mundo sino que soporta su misma existencia. Ni yo ni nadie puede afirmar cómo es el mundo que ve, ni si es. ¿Acaso no hablamos de estrellas que hace millones de años pueden haber desaparecido?

Las horas de ruido que grabó la cámara en el film, semejante a las señales de radio con las que ella había trabajado toda su vida y al ruido en la radio que se oye al comienzo del film, evocan el ruido de fondo del Universo, la radiación universal del origen. Pero son una prueba concreta, audible. Muestran un desfasaje enorme entre los pocos segundos percibidos por el personal de Cabo Cañaveral y las horas de ruido grabado. Son la prueba concreta de la divergencia entre la experiencia externa e interna. Y esto me hace acordar la teoría del desfasaje temporal cuántico de Garnier Malet.

El viaje no existió para todos los que presenciaron su frustración, pero sí para ella. Dios existía para el pastor en sus oraciones, pero no para ella.

Este dilema parecido al “ser o no ser” shakesperiano, en términos humanos normales, se reduce al estar o no estar. Si está ahí, creo; si no, no creo. Ese creer se da dentro de la burbuja, nos dice Sagan. Otra traspolación astrofísica: en un nivel, el planeta es una burbuja que condiciona nuestra percepción, pero lo dejo para otro día. Sabemos cómo son las cosas bajo nuestro cielo. Pero ese cielo cambia cuando transita el Sol por él y después, queda al descubierto. ¿Al descubierto? Si lo que vemos está a millones de años-luz ¿está ahí?

La imagen del mismo Universo es una burbuja que se contrae si aplicamos esa noción de distancia medida con tiempo, y todo eso, lo que se supone que es, se desvanece entonces, y este aquí se reduce a este ahora.

No es casualidad que Dios haya habitado los cielos hasta que los astrónomos lo desalojaron. Y bien que hicieron, porque no era más que una imagen. Ya antes del principio de nuestra era, el Buda corrió el telón y mostró los otros mundos (es bueno leer el Majjima Nikkaya). Después, Cristo pateó los íconos, algo para recordar porque los curas lo iconoficaron a él. Mahoma los barrió de los templos. O sea que nuestra era, pese a ser cristiana y teísta, destronó a Dios en imagen. Lo sacó de su trono celestial. Sin embargo, allí se mantuvo. Hasta que apareció Galileo que hizo cría y la existencia de Dios fue negada rotundamente. Porque no lo vemos. Tuvieron razón en abolir los íconos, porque no son lo que representan. Y confunden.

El alma, en consecuencia, tampoco existe ¿recuerdan el joven cirujano que en las tertulias de Villa Crespo afirmaba que el alma no existe porque después de abrir cientos de cuerpos nunca encontró una? (Vale la pena leer el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, otra novela pluridimensional atemporal). Bueno, allí está el alma con su “materia”, graficada en la escena comentada.

Es que la discusión pivotea en torno de la existencia (mejor no meterme con la esencia), que sí, sólo se prueba perceptualmente. O sea, si algo está ahí, es; si no, no es. Pero lo que define la cosa es el estar, el percibir externo.

En este punto Sagan pone el dedo en la crisis de nuestro tiempo, cuya clave está en el destronamiento de Dios y la entronización del inconciente por Freud. Esto, es, en la experiencia interna. Todo el siglo XX es un largo tránsito que aparentemente se corona en el subjetivismo posmoderno. No por nada entre las guerras mundiales el arte se libera con el cubismo de las ataduras de las formas perceptuales, que tímidamente había adelantado el impresionismo.

Como no es posible probar contra la experiencia personal y hay enorme cantidad de testimonios de experiencia interna a favor, no vale negar a Dios. Sí es posible negar su existencia porque no es posible afirmarla. Porque no está ahí. Está aquí.

¿Dónde es ese aquí? Adentro, en el corazón. Un Corazón que es mío y puede ser tuyo, que es lo mismo y no es igual, diverso para cada uno. Esto, claro está, podría ser una chicana de autor para saldar la discusión a favor diciendo que sí existe. NO. No lo es. Reitero: Dios no existe y es un error teológico. Toda la teología es una enorme construcción sin fundamento lógico porque no se puede convertir en objeto de la Lógica lo que no está sujeto a categorías, por su propia definición. Y ésta es una vieja discusión entre teólogos y místicos.

Es más, confirmo que Dios tampoco es, ni Uno (por más mayúscula que le pongan) ni Todo (cosa que se dice en el vano intento de abarcar el Universo en ese concepto).

Si algo puedo conceptualizar es que la vivencia de lo divino está en el centro de mi experiencia, tan adentro que se han perdido las referencias. Es un punto cuyo encuadre es el vacío que lo rodea, por eso no baila como cuando dibujo un punto en una hoja en blanco. Porque no es experiencia externa sino (una vez más) interna. El centro no tiene, desde sí, otra referencia que sí mismo, así que no compara, no mide, no se piensa. Nosotros, pobres humanos, podemos pensarlo y calcular. Pero ése no es el centro de la experiencia de cada uno. Porque al estar adentro no es perceptible más que en la vivencia del que lo siente. Y ese sentir es interno. De modo que tampoco puede nadie calcular nada sobre el centro de la experiencia. Ni siquiera el propio.

Esto de reducir al centro de la experiencia todas las discusiones sobre las existencias, no sólo la de Dios (lo escribo con mayúscula por una convención epocal, nada más), no sólo tiene utilidad en esta cuestión sino que es aplicable a toda experiencia humana. La presencia o ausencia de un centro en cada uno es lo que define cada destino. Porque, como dije, el centro es referencia. Porque cuando estoy emplazado en mi centro, no juzgo, simplemente observo. Todo baila a mi rededor y yo, no. Las cosas se mueven en torno a mí mientras estoy emplazado allí, en el centro. Cuando me corro del centro, bailo con ellas. Ellas son mi referencia, y no el centro. Sin embargo hablo de mí. Pues bien, hablo de la imagen o idea de mí que me formo a partir de la experiencia con las cosas. Por eso bailo con ellas. Ellas marcan con su ritmo, el mío; su tiempo es el mío. Cuando me emplazo como centro, eso cesa.

Desde el centro no hay diferencias humanas, esas que solemos hacer basados en la piel, creencias, etc. Porque para llegar al centro he tenido que reconocerme humano y en consecuencia, reconozco lo humano en el resto. Y ese centro no tiene porqué ser Dios, porque si es Dios no es el centro. Si pretendo que Dios sea el centro, hablo de su imagen, la idea que de Dios tengo. Por tanto, ni es dios ni es centro. Como toda imagen, se emplaza en la periferia perceptual, como en la burbuja del film.

Sí importa que lo humano sea mi centro porque está más acá de toda diferencia y eso lo habilita como centro. Carece de figura, color, cualidad perceptual. Se distingue por un registro interno, de ahí que siempre esté o pueda estar presente frente a cualquier variación externa. Por supuesto que esto coincide con las cosas que se han comentado de la experiencia de lo divino. Sí, bueno, cuestión de nombres. Más acá de mi piel está eso que comento, eso que llamo humano porque me define existencialmente, me pone en una región de los fenómenos que es distinta a la habitual. No es fenómeno por sí misma, no es perceptual. Pero cuando lo percibo en mí, lo alumbro en otros. Es otra dimensión, ajena a las diferencias perceptuales, reitero.

Por eso el centro es referencia sólo de sí mismo, porque cuando creo ver o percibir el centro, eso no es, (no está de más reiterar) es una imagen del centro que se ha corrido del registro y no puede ser referencia válida.

Ésto que afirmo es mi experiencia, que no puede valer más que la tuya porque sólo vale para mí. De modo que no puedo avanzar sobre tu experiencia pretendiendo justificar esa agresión en que la experiencia profunda es “superior” a nada. En tanto Centro y sólo punto de registro, no es más que referencia para mí. Tú tendrás la tuya, te lo deseo, y no tiene que ser lo divino. Simplemente, vivir sin referencia interna te convierte en un punto sin encuadre: bailas al ritmo del tiempo.

Y sí, ésa es la clave profunda del drama humano: tener referencia o no tenerla, esa es la cuestión. Y no importa cuál, alguna basta, que sea lo más interna y duradera posible. Si te intriga la región de lo profundo que Castoriadis llamó lo “Sin Fondo” y otros lo Sagrado, bienvenido. Pero no hacerlo no es condición para vivir una vida digna.

Digna quiere decir, compartiendo la dignidad de lo humano. Que sería respetar la experiencia ajena. Allí radica el principio de la no-violencia.

Bueno, no creo haberte estropeado (eso de espoilear es un anglicismo que no me gusta) el film y, si no lo viste, te aseguro que vale la pena aunque ya tengas una idea del argumento. Impacta y conmueve por sí mismo. No importa cuántas veces lo veas. Lo afirmo por experiencia.

14 may 2025

Nuestra utopía en marcha

 13. - Londres, Reino Unido - 

Este artículo también está disponible en: Inglés

(Imagen de silo.net)

Publicamos acá íntegramente la ponencia presentada en la sesión de clausura del X Simposio Internacional, organizado por el Centro Mundial de Estudios Humanistas, por el humanista Antonio Carvallo:

«Estimados amigos del Centro de Estudios Humanistas de las Américas CEHA y el WCHS, Centro Mundial de Estudios Humanistas por invitarme a contribuir a este X Simposio Internacional «Utopías en Movimiento: Caminos hacia la Nación Humana Universal«, auspiciado por la Universidad Nacional de Cuyo, UNCUYO y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales FCEN, y a los miembros del Comité Organizador, Daniel César Robaldo, Nadia Magali Robaldo y el Comité de Ciencias, Dr. Jacobo Alume, Ing. Carlos Guajardo y Dr. Lucas Hinojosa.

El Comienzo

Hace 56 años, el 4 de mayo de 1969 en este mismo lugar se puso en marcha la utopía de La Nación Humana Universal por Mario Luis Rodríguez Cobos, «Silo» fundador del Humanismo Universalista con un discurso conocido como «La Curación del sufrimiento» www.silo.net

Esa experiencia inspiró mi vida y la de cientos de otras personas que tuvieron el privilegio de estar presentes entonces, y han dedicado sus vidas a la difusión de sus ideas en todo el mundo.

Allí y entonces nació la utopía de Humanizar la Tierra hacia una Nación Humana Universal.

Todos sabemos que una utopía se detiene cuando se materializa. Pero antes de materializarse en el mundo físico, en el mundo social, una utopía debe materializarse en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos y en nuestras acciones. Luego, poco a poco, empieza a ser contagiosa, a comunicarse a otros. Luego nace una pequeña molécula, luego muchas otras y el tejido social comienza a crecer… Cuando llega a una cierta masa, todo el cuerpo social, sus órganos y expresiones cambian… Algo así como seguir los patrones de la creación a todos los niveles.

En el sistema de pensamiento del Humanismo Universalista, se entiende que nada existe de forma aislada en el universo, sino en relación dinámica con otros seres dentro de ámbitos condicionantes. Todo está en perpetuo movimiento, en continua transformación. El universo todavía está en proceso de creación después del Big Bang hace unos 13.800 millones de años. La vida es energía. La energía nunca está quieta, sino en perpetua transformación. Cada uno de nosotros es un conglomerado de energía con diferentes niveles de vibración. La energía nunca desaparece; se transforma… La vida está en permanente evolución.

Nuestro mundo actual, y nosotros mismos como individuos, también estamos en permanente cambio y podemos dar dirección a ese cambio en una dirección progresiva y evolutiva.

Silo no enseñó sobre las Leyes Universales en la montaña… pero algunas de estas ideas circularon en ese momento en pequeños escritos, entre los primeros grupos de seguidores tanto en Argentina como en Chile, encendiendo la energía de la fe, la alegría de vivir y la acción incansable.

Silo habló en la montaña sobre la experiencia existencial del sufrimiento humano. Una clase magistral sobre el origen del sufrimiento en la mente humana y su expresión como violencia, en su comportamiento tanto personal como social. No se limitó a describir este solipsismo, sino también la forma de escapar de él, superando el sufrimiento en nosotros mismos y en la sociedad que nos rodea.

Explicó que esto se puede hacer simultáneamente dentro de nosotros mismos, y ayudando a otros a hacer lo mismo compartiendo la experiencia de la fe, de la alegría y de la posibilidad de transformación.

Desde entonces, intencionalmente llevamos estas enseñanzas a todo el mundo y en los años siguientes comenzamos a ver semillas germinando en los corazones y las mentes de miles de personas en todos los continentes.

Silo siguió enseñando y escribiendo sin parar hasta que dejó esta vida en 2010. Creó una organización y un cuerpo de doctrina que hoy se traduce a muchos idiomas y que cada día llega al alcance de más personas.

En pocas palabras, es una filosofía de vida basada en nuestra propia experiencia humana que abre el camino a la autotransformación, expandiendo nuestro nivel de conciencia a una mayor comprensión y acción. Nuestro nivel de comportamiento hacia la no violencia, la compasión y la solidaridad hacia los demás seres humanos, encapsulado en la «Regla de oro» de «tratar a los demás como nos gusta ser tratados».

La doctrina nos equipa para enfrentar el hecho de que, la civilización Occidental se encuentra en una profunda crisis. Debido a su posición central y por haber sido la más poderosa durante los últimos siglos. Su influencia llega a todas las regiones y hoy está empujando su crisis al resto del mundo. En un mundo altamente interconectado e interdependiente, todos nos vemos afectados por esta crisis.

Sus pretendidos «valores» se han vuelto obsoletos. Sus contradicciones se hacen evidentes para todos. El culto a la violencia, el poder y el dinero concentrados en manos de unos pocos, mientras predican la igualdad y la democracia, ha llegado a un punto de agotamiento. Sus instituciones políticas y financieras se desgastaron sin posibilidad de renovación. Antivalores desenfrenados, guerras que crecen artificialmente sin intención de resolución…

Es obviamente el fin de una era, y el mundo necesita moverse decididamente hacia otro paradigma civilizatorio. En nuestra opinión, el Humanismo Universalista. Una fuerza humanizadora.

Silo, lo formula como Humanizar la Tierra avanzando hacia una Nación Humana Universal, extendida por todo el mundo y compartiendo talentos, recursos, conocimientos, no violencia, culturas, razas, sentimientos de solidaridad, fe y compasión…

La utopía no está en la formulación porque esta es la esencia de lo humano. La utopía radica en la inercia y las deficiencias de funcionamiento de la psique humana. Su creciente dificultad de adaptación a las nuevas condiciones.

El obstáculo no es la naturaleza, ya que sus recursos son abundantes y tenemos la tecnología avanzando a un ritmo exponencial. Si queremos protegerla, regenerarla y hacerla aún más productiva. El obstáculo radica en la resistencia al cambio impuesta por nuestros hábitos de vida, la codicia y la indiferencia de los gobiernos y las corporaciones.

Tampoco las comunicaciones son un impedimento, ya que tenemos las mejores en la historia de la humanidad, llegando a todos los rincones del mundo en tiempo real.

El problema está en el ser humano, en su comportamiento arcaico, en sus hábitos y en su resistencia al cambio. En una vida atrapada por una estructura inexorable de contradicción, miedo, sufrimiento y violencia que se perpetúa contaminando el mundo que nos rodea.

El problema es cómo romper esa cadena de determinismo que afecta al presente y obviamente, al futuro.

Me gustaría citar a Silo en su charla «El humanismo y la crisis de la civilización» en la Academia de Ciencias, Moscú, 18 de junio de 1992:

«Como ustedes saben, estamos hablando de la situación vital de crisis en la que hoy estamos inmersos y, en consecuencia, de un momento de ruptura en las creencias y supuestos culturales que nos formaron. Para caracterizar la crisis desde ese punto de vista, podríamos atender a cuatro fenómenos que nos impactan directamente:

  1. Impulsado por la revolución tecnológica, el mundo está cambiando rápidamente, provocando cambios que chocan con las estructuras y hábitos de vida establecidos tanto de las sociedades como de los individuos.
  2. El desajuste entre la velocidad de la aceleración tecnológica y la relativa lentitud de la adaptación social al cambio está generando crisis progresivas en todos los ámbitos, y no hay razón para suponer que este proceso se detendrá, sino todo lo contrario, tenderá a aumentar.
  3. Lo inesperado de los acontecimientos nos impide prever qué direcciones tomarán esos acontecimientos, las personas que nos rodean y, en particular, nuestras propias vidas; Sin embargo, no es el cambio en sí mismo lo que nos preocupa tanto como la creciente imprevisibilidad de ese cambio.
  4. Muchas de las cosas que una vez pensamos y creímos ya no sirven. Pero tampoco se vislumbran las soluciones, ni de la sociedad, ni de las instituciones, ni de los individuos, que sufren las mismas dificultades. Y si bien necesitamos señales y referencias, nuestras referencias tradicionales están resultando obsoletas y asfixiante».

Esto fue expresado hace 33 años.

Hoy la ciencia se recrea y se empodera, a un ritmo veloz, ahora con la IA, que acelera su progreso cualitativo y cuantitativo, la tecnología y las ciencias naturales física, química y matemáticas están comenzando a tener un impacto casi independiente en el proceso evolutivo humano y la ciencia en general. Las nuevas hipótesis de la ciencia se evalúan tan pronto como son formuladas por los investigadores, y las recomendaciones, objeciones y riesgos se reformulan automáticamente. Incorporando masas de información, que solo podían ser evaluadas durante un largo período de tiempo, hasta hace muy poco.

En las operaciones de su propia conciencia, el ser humano, sin embargo, no tiene la capacidad de desprenderse rápidamente de los prejuicios y temores. Dada la imposición tácita o imaginaria desde sus propios círculos académicos, sociales, familiares, grupales y otras afiliaciones que le dan «identidad», «estabilidad», «sentido de pertenencia», «individualidad». Es decir, de su propio «paisaje mental», de su propio pasado. Ese paisaje mental, definido como Paisaje de Formación, en las obras de Psicología de Silo.

A través de este paisaje mental invisible se filtra cada nueva percepción, siendo modificada por ese prisma en nuestra memoria. Fenómenos intrigantes pero fascinantes: la repetición constante, los hábitos mentales que nos impiden ver lo nuevo como nuevo y, por lo tanto, adaptarnos.

El individualismo, el culto al individuo como separado del todo social, del equipo de trabajo, de su «facultad» en sentido amplio.

Individualismo asociado a ganar. La falta de solidaridad hacia los demás. La feroz competencia por el «éxito» y el dinero, la prevalencia sobre el grupo, se ha convertido en una enfermedad mental de la civilización occidental. Su némesis.

Es una sociedad de rivales, desde la educación primaria, el colegio y la universidad. El otro es un enemigo potencial que tarde o temprano luchará contra ti para obtener tu posición, tu poder, tu dinero. Estos antivalores se educan en la familia y desde los primeros años de la escuela formal. La educación privada es un privilegio debido a su costo prohibitivo para la mayoría de las familias. Luego, a partir de estos bastiones de privilegio y excepcionalismo, desarrollan las ideologías que condicionan la mentalidad de los niños como «paisaje de formación». El orden típico de las oligarquías, el «elitismo», que controla las democracias liberales sin excepción

Ese individualismo te lleva a temer al otro, a tratar de neutralizarlo, debilitarlo, hacerlo depender de tu poder y dominación y finalmente derrotarlo.

Así, en los negocios, en los deportes, en la pareja, en las relaciones familiares o sociales, en el trabajo, en la ciencia y la tecnología y, por supuesto y absolutamente, en el poder y la influencia sobre el dinero y el estado nacional. Por supuesto, también a nivel geopolítico, en la relación entre estados.

Las inercias conductuales representan un obstáculo y una pérdida de capacidad de adaptación, de construcción de sinergias, especialmente a nivel de los Estados nacionales. Siempre en lucha, siempre mirándose con recelo y, en consecuencia, con miedo.

Esto distrae la atención, la energía y los recursos de los principales problemas comunes de nuestro tiempo. El medio ambiente, la violencia, la pobreza, la inseguridad, los derechos humanos y el bienestar de todos.

Debemos producir un cambio de mentalidad, un cambio en la cultura psicológica hacia una cultura de paz, de solidaridad, de equidad. El bienestar de todos, no de unos pocos.

La filosofía de Silo, el Humanismo Universalista, nos devuelve a cada uno de nosotros la responsabilidad del cambio, como individuos e influyendo en la sociedad que nos rodea.

Ni gobiernos, ni corporaciones, ni capitales financieros, ni ejércitos, ni fuerzas sobrenaturales.

Ahí surge nuestra utopía con un mensaje sencillo, profundo y universal.

La responsabilidad vuelta al individuo en el sentido profundo. Una forma diferente de estar en el mundo. Vida consciente. El desafío del despertar, el nivel mental de la autoconciencia. Superar la violencia en uno mismo y en la sociedad que nos rodea «Trata a los demás como quieres que te traten a ti». La Teoría de la Acción; trabajar con nuestra fuerza interior, y el desarrollo atencional; la reconciliación con nosotros mismos y con los demás; son algunas de las obras de desarrollo y superación personal propuestas por Silo. Abundante literatura sobre la doctrina de Silo se puede encontrar en varios idiomas, de forma gratuita en www.silo.net

El mundo de hoy está cambiando a ritmo vertiginoso su orientación general, el hegemonismo de EE.UU. y el Occidente blanco ha sido rechazado por la mayoría de los países y conjuntamente por las poblaciones y economías más grandes en términos de PIB.

Se está desarrollando una nueva sensibilidad

En China, India, el resto de Asia, Oriente Medio, África y América Latina está surgiendo una nueva sensibilidad social y política que se está fortaleciendo en las instituciones adecuadas. Esto se expresa en las asociaciones de consenso, en los movimientos sociales. Entre los estados en las organizaciones de cooperación regional como la Organización de Cooperación de Shanghái SCO; alianzas en América del Sur y Central, CELAC; en África, la Unión Africana en Oriente Medio y Asia Central, en el Sudeste Asiático, en los BRICS, los socios y candidatos suman más del 80% de la población mundial, y sigue creciendo.

Aspiran a un nuevo orden mundial multipolar, a una redefinición y modernización de la ONU, incluyendo la reforma del Consejo de Seguridad donde unos pocos países, no representativos del mundo actual, imponen arbitrariamente sus vetos inmovilizando las resoluciones de la Organización. Entre otros, la resolución del conflicto entre Israel y Palestina, reconociendo ambos estados y los límites territoriales de 1967.

Un nuevo orden mundial está en marcha. Comprometido con el cuidado del medio ambiente con arreglo a los acuerdos internacionales; afirmando el papel de la Corte Internacional de Justicia, protegiéndola de la coerción de terceros Estados.

Un orden internacional justo requiere un orden justo dentro de los Estados nacionales. Si los ciudadanos saben y sienten que sus derechos están legalmente protegidos a nivel internacional y regional, no dudarán en elegir gobiernos comprometidos con ese orden internacional dentro de sus Estados.

Todo esto es alcanzable y no estamos muy lejos de lograrlo a nivel global si perseveramos en la defensa de los derechos humanos. En nuestro entorno más cercano.

La comunicación entre poblaciones, el turismo, el trabajo, el deporte, los estudios, el empleo, la cultura, etc., aumenta cada día y a mayor velocidad y en volúmenes crecientes. Sin duda, estos intercambios humanos repercuten positivamente en los intercambios culturales y en una mejor comprensión de otras culturas. Hábitos, concepciones estéticas, modas, idiomas, todo ello facilitado por los avances de las tecnologías de la comunicación, abarcando otros espacios geográficos en tiempo real.

La gente

Dentro del sistema de creencias, valores, mentalidades e ideologías prevalentes en el sustrato cultural del Occidente blanco, «El Oeste» en la jerga geopolítica de moda. El pueblo llano, sin dinero y sin poder; los votantes, los consumidores, los contribuyentes, la fuerza laboral, la gente y todos los demás términos despectivos usados, no valen nada.

Pero son la fuerza (energía social) que el «sistema» busca explotar y manipular, ya que es perfectamente sabido por las élites que, sin su energía, no se puede hacer nada

Las élites de poder y dinero que se refuerzan y protegen mutuamente sólo son fuertes si logran manipular, persuadir, dividir y utilizar al pueblo.

Para ello, utilizan sus «medios de comunicación» que desinforman sin cesar difundiendo falsas narrativas, interpretaciones de la realidad, omisiones, mentiras o distorsiones de los acontecimientos para persuadir, confundir y dividir a las poblaciones a fin de que apoyen sus posiciones.

Siempre están convocando a la gente, tratando de canalizar su energía hacia sus propios diseños e intereses, para vender sus productos, para ganar en influencia, dinero y poder.

Estas son las deidades adoradas en este ciclo histórico en decadencia. Estas son las deidades, la religiosidad, el mito histórico de nuestro tiempo. El poder y el dinero.

Se habla de las personas, pero se las desprecia, despojándolas de su humanidad, de sus intenciones, de sus necesidades esenciales y de su libertad.

La ideología del sistema es opresiva a pesar de su máscara de libertad. Exactamente lo contrario de la libertad. A eso lo llamamos los humanistas, violencia.

El secreto más escondido es que la energía humana mueve el mundo. Como cualquier organismo, sin energía muere. El mejor capital disponible es el ser humano. Consciente, inteligente, creativo y laborioso. No hay nada que no sea creado y utilizado por los seres humanos. Cuando las poblaciones son educadas y sus necesidades básicas son satisfechas, a su vez crean la riqueza de los estados, como productores y consumidores en un círculo virtuoso de desarrollo. El mito del capital como el único o principal condicionante del crecimiento económico es una gran mentira.

Es el ser humano, con su talento, trabajo e intencionalidad, quien crea, transforma y desarrolla el mundo natural.

Cuando se estableció la República de China en 1948 bajo la dirección política del Partido Comunista, no poseía ningún capital, sino el esfuerzo laboral de su propio pueblo. Una cultura milenaria, disciplinada y laboriosa, con sentido social solidario. Ningún Estado occidental apoyó a China con capital, crédito o tecnología. China construyó sus primeras represas para generar electricidad, a mano. Hoy en día son la primera economía del mundo con la tecnología más avanzada. ¿Cómo lo explican los creyentes en el capital financiero, la banca y el dinero? Bueno, prefieren no hacerlo, porque explicarlo los llevaría a abjurar de sus creencias y reconocer las falacias de sus ideologías.

Cuando se agote el sistema de antivalores de Occidente, por el simple abandono del apoyo del pueblo, será dejado de lado y la búsqueda de nuevos principios y valores se convertirá en una prioridad. Ese momento parece estar cada vez más cerca, se hacen visibles varios indicadores en esa dirección.

Es preciso abordar la centralidad del ser humano y sus derechos y necesidades fundamentales.

El reconocimiento de la violencia y la necesidad de superarla. Identificando sus raíces y transformándolas. Despertar a un verdadero sentido de la vida. Es urgente!

El tema de la libertad humana. No se propone, ni se entiende. Tampoco es una prioridad para la cultura actual.

La violencia es una expresión de la falta de libertad y de la contradicción con la que se experimenta a un nivel profundo en cada uno de nosotros.

La posibilidad real de modificar esa violencia y la transformación del ser humano

Con ese objetivo hemos ampliado y profundizado el Foro Mundial de Humanismo Universalista, fundado en Moscú en 1993 como una iniciativa conjunta de la Academia Rusa de Ciencias y la Internacional Humanista. Después de abandonar el gobierno del Partido Comunista de la URSS y declarar en su lugar una Asociación de Estados Independientes, Mijaíl Gorbachov y la Perestroika se convirtieron en el punto caliente del mundo. Nosotros, los humanistas, fuimos allí para estudiar el proceso, familiarizarnos con el fenómeno de la Perestroika y, tal vez, por qué no, compartir los principios y valores del Humanismo Universalista.

A partir de entonces se desarrolló una relación fructífera. Miembros de la Academia de Ciencias fundaron el Club Humanista de Moscú. Sugirieron organizar un Foro Humanista en Moscú en 1993. Invitaron a Silo como orador principal. Más tarde, la Academia le otorgó un Doctorado Honoris Causa en reconocimiento a sus contribuciones por la Paz, la No Violencia, la Psicología y las Ciencias Humanas.

Desde entonces, se han celebrado Foros Humanistas en muchos países de todos los continentes con la participación de miles de personas.

Ahora que la cultura global ha llegado a un punto de crisis y la humanidad parece haber perdido su norte, hemos sentido con urgencia la necesidad de establecer el Foro del Humanismo Universalista como permanente, con un formato predominantemente virtual.

El Foro, basado en el trabajo de «Mesas Temáticas», está abierto a todo el mundo, con las únicas limitaciones para participar de quienes apoyan la discriminación o la violencia de cualquier tipo. Aparte de eso, está abierto a todos.

Una Secretaría coordina los flujos de información entre las mesas temáticas y los calendarios generales de actividades. Las nuevas mesas se establecer de acuerdo con el interés de los participantes, quienes determinan sus propios procedimientos, la frecuencia de las reuniones, los idiomas utilizados y los temas de estudio.

La 1ª Asamblea abierta tuvo lugar el 25 de enero de 2025 y la 2ª Asamblea abierta el 5 de abril. Ambos, muy concurridos, contaron con participantes de 48 países de América, Europa, África y Asia.

En este momento hay 15 mesas temáticas en funcionamiento que abarcan temas como Educación; Salud; Paz y desarme; Colonialismo; Derechos humanos; Violencia de Género; El humanismo en las Diferentes Culturas; Ecología Social y Cambio Climático; Revoluciones y Fenómenos Psicosociales; Renta Básica Universal y Economía; Deportes y Artes para la Paz y la No Violencia; Desplazamientos de Población Vinculados a Guerras y Conflictos Armados; Propuestas para un Cambio de Sistema Global; La paz en la Historia y la Historia de la Paz.

Creemos que el Foro Humanista puede convertirse en un contribuyente activo al cambio de mentalidad que exige el complejo mundo actual. La gente común debe tener voz y voto, y ser capaz de estudiar activamente y llegar a conclusiones constructivas con respecto a los problemas fundamentales de nuestro tiempo.

Crear conciencia a partir de la experiencia y las opiniones del ciudadano común. Compartir puntos de vista y enfoques y aprender unos de otros. Este enfoque potenciador de la educación, de abajo hacia arriba, gratuito para todos, puede tener efectos importantes y transformadores para la comprensión profunda de este nuevo mundo y cultura en el que nosotros, los seres humanos, debemos ser el valor y la preocupación central. Sentando así las bases de una nueva civilización. La Nación Humana Universal.

Muchas gracias».