17 dic 2023

Dario Ergas: Un posible esquema de la acción humana - Síntesis

"Este trabajo es una reflexión sobre el modo de acción humana que se describe como un modo de acción histórica y cultural. Se precisa la esencialidad humana en su capacidad de desplazamiento temporal hacia el pasado, el futuro y la modificación del pasado para construir futuros queridos y también futuros trascendentes.

 El interés del esquema es comprender como la acción transforma a la propia conciencia, al medio y a la sociedad y cómo es posible un cambio esencial y a su vez intencional, en la estructura conciencia-mundo.

 El esquema se inicia con la premisa, de comprobación empírica, de que en el ser humano habita un impulso interior hacia el futuro, la trascendencia y la superación de los límites temporales y espaciales que impone el cuerpo. Es posible reconocer tal impulso por meditación, cuando la energía mental accede a las zonas calmas, silenciosas o profundas de la conciencia. Este impulso trascendente sin embargo se expresa en un cuerpo y una conciencia mortal, y esto produce una contradicción fundamental.

Se concibe al cuerpo, conciencia y mundo como una estructura en que se determinan mutuamente en la interacción. Es la conducta la que configura el mundo sobre el que actuamos, y     ese “mundo” actuado por la conciencia, modifica a su vez, los estados de ésta. El cuerpo es visto por la conciencia como parte del mundo y por tanto susceptible a ser modificado.

 El modo de acción humano es histórico, determinado por un sistema de creencias culturales que se transmiten a través del lenguaje, la tecnología y las producciones. La reflexión sobre las acciones que crean unidad interna o cohesión psicológica, y las acciones que crean división, contradicción o violencia interna, son las experiencias centrales; el reconocimiento y reflexión de las experiencias de unidad, nos orienta hacia la cohesión psíquica y social; así como la reflexión sobre la contradicción o violencia interna, nos permite comprender la raíz del sinsentido y desintegración personal y social.

 Las respuestas que damos al temor a la muerte personal y a la extinción de mi especie o de mi grupo de pertenencia, están en la base de los sistemas de creencias de las distintas culturas.

La conciencia traduce las necesidades vitales, el impulso trascendente, el muro de la muerte y las creencias culturales en ensueños, deseos y proyectos que impulsan el cuerpo a la acción gracias a la representación. La experiencia de la acción va fortaleciendo o desgastando el ensueño y las creencias. La frustración o desilusión del ensueño y el fracaso de las creencias, introduce la posibilidad: nuevos intentos que modifican la estructura conciencia-mundo.

 La repetición de los actos de unidad interna va creando un compromiso con dicha experiencia y con los destinatarios de mi acción que tiene un sabor trascendente. El compromiso hace crecer la unidad interna, lo que a su vez fortalece el compromiso; y esta retroalimentación va creando una suerte de centro o mirada interior, que permite el reconocimiento de un propósito que se abre paso en el mundo humano. Este propósito se dirige hacia los otros y esa acción fortalece el reconocimiento de un centro, de un “algo”, que impulsa y se manifiesta. Esto va alterando el propio sistema de creencias culturales respecto a la muerte y la trascendencia.

Los otros, son el sí mismo, la autonomía y la libertad frente a mí. Fijar al otro en mi representación es deshumanizarlo, es apresar su libertad y quedar yo mismo prisionero de mi representación. El otro también me constituye y lo constituyo en la interacción. Pero a diferencia de los objetos que construyo con mi acción, el otro no es un objeto, sino una libertad, que se escurrirá en cada instante y me desestabilizará. El otro es también un propósito trascendente que se manifestará en  mí de acuerdo a mi acción (de acuerdo a mi acción, no a la del otro).

 Parafraseando a un viejo sabio, todo el escrito queda sintetizado en el principio de acción válida que dice “Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas”, y todo el esquema de la acción, podemos dejarlo como una nota a pie de página de esta regla moral."

Para leer el texto completo: 

02-Un-posible-esquema-de-la-accion-humana.pdf (darioergas.org)

8 dic 2023

El mito del dinero

 En: presentación del libro Mitos Raíces UniversalesSilo

Las débiles creencias con las que nos movemos en la vida diaria, son fácilmente reemplazables a poco de comprobar que nuestra percepción de los hechos fue equivocada. En cambio, cuando hablamos de fuertes creencias sobre las que montamos nuestra interpretación global de las cosas, nuestros gustos y rechazos más generales, nuestra irracional escala de valores, estamos tocando la estructura del mito que no estamos dispuestos a discutir en profundidad porque nos compromete totalmente. Es más, cuando uno de estos mitos cae, sobreviene una profunda crisis en las que nos sentimos como hojas arrastradas por el viento. Estos mitos privados o colectivos orientan nuestra conducta y de su acción profunda sólo podemos advertir ciertas imágenes que nos guían en una determinada dirección.


Cada momento histórico cuenta con creencias básicas fuertes, con una estructura mítica colectiva, sacralizada o no, que sirve a la cohesión de los conjuntos humanos, que les da identidad y participación en un ámbito común. Discutir los mitos básicos de época significa exponerse a una reacción irracional de diferente intensidad conforme sea la potencia de la crítica y el arraigo de la creencia afectada. Pero, lógicamente, las generaciones se suceden y los momentos históricos cambian y así, lo que en un tiempo anterior era repelido, comienza a ser aceptado con naturalidad como si fuera la verdad más plena. Discutir en el momento actual el gran mito del dinero implica suscitar una reacción que impide el diálogo.


Este mito desacralizado muchas veces operó cerca de los dioses. Así, todos sabemos que la palabra «moneda» deriva de Juno Moneta, Juno Avisadora, al lado de cuyo templo los romanos acuñaban, precisamente, la moneda. A Juno Moneta se pedía abundancia de bienes, pero para los creyentes era más importante Juno que el dinero de cuya buena voluntad éste derivaba. Los verdaderos creyentes hoy piden a su dioses diferentes bienes y, por tanto, también dinero. Pero si verdaderamente creen en su divinidad ésta se mantiene en la cúspide de su escala de valores. El dinero como fetiche ha sufrido transformaciones. Por lo menos en Occidente, durante mucho tiempo tuvo como respaldo al oro, ese metal misterioso, escaso y atractivo por sus especiales cualidades. La Alquimia Medieval se ocupó de producirlo artificialmente. Era un oro todavía sacralizado al que se atribuía el poder de multiplicarse sin límite, que servía como medicamento universal y que daba la longevidad además de la riqueza. También ese oro movió afanosas búsquedas en las tierras de América. No me refiero solamente a la llamada «fiebre del oro» que impulsó a aventureros y colonizadores en Estados Unidos, más bien hablo de El Dorado que buscaban algunos conquistadores y que también estuvo asociado con mitos menores como la fuente de juventud. 

                                                                                                                                                                      


Rápidamente nuestro interlocutor se defiende afirmando por ejemplo: «¡cómo que el dinero es un mito, si es necesario para vivir!»; o bien: «un mito es algo falso, algo que no se ve; en cambio el dinero es una realidad tangible mediante la cual se mueven las cosas», etc, etc, etc. De nada valdrá que expliquemos la diferencia entre lo tangible del dinero y lo intangible que se cree puede lograr el dinero; no servirá que observemos la distancia entre un signo representativo del valor que se atribuye a las cosas y la carga sicológica que ese signo tiene. Ya nos habremos convertidos en sospechosos. Inmediatamente nuestro oponente comienza a observarnos con una mirada fría que pasea por nuestra vestimenta, exorcizando la herejía mientras calcula los precios de nuestra ropa, ropa que indudablemente, ha costado dinero…, reflexiona en torno a nuestro peso y las calorías diarias que consumimos, piensa en el lugar en que vivimos y así siguiendo. En ese momento podríamos ablandar nuestro discurso diciendo algo así: «En verdad hay que distinguir entre el dinero que se necesita para vivir y el dinero innecesario»… pero esa concesión ha llegado a destiempo. Después de todo, allí están los bancos, las instituciones de crédito, la moneda en sus diferentes formas. Es decir, distintas «realidades» que atestiguan una eficacia que aparentemente nosotros negamos. Bien vistas las cosas, en esta ficción pintoresca, no hemos negado la eficacia instrumental del dinero, es más, lo hemos dotado de un gran poder sicológico al comprender que a ese objeto se le atribuye más magia que la que realmente tiene. El nos dará la felicidad y de alguna manera la inmortalidad, en la medida que impida que nos preocupemos por el problema de la muerte.


Pero un mito de fuerte arraigo, hace girar en torno a su núcleo a los mitos menores. Así, en el ejemplo que nos ocupa, numerosos objetos están nimbados por cargas transferidas del núcleo central. El automóvil que nos presta utilidad es también un símbolo del dinero, del «estatus» que nos abre las puertas a más dinero. Sobre ese particular Greeley dice: «Basta con visitar el salón anual del automóvil para reconocer una manifestación religiosa profundamente ritualizada. Los colores, las luces, la música, la reverencia de los adoradores, la presencia de las sacerdotisas del templo (las modelos), la pompa y el lujo, el derroche de dinero, la masa compacta (todo esto constituiría en otra civilización un oficio auténticamente religioso). El culto del automóvil sagrado tiene sus fieles y sus iniciados. El gnóstico no esperaba con más impaciencia la revelación oracular, que el adorador del automóvil los primeros rumores sobre los nuevos modelos. Es en ese momento del ciclo periódico anual cuando los pontífices del culto (los vendedores de automóviles), cobran una importancia nueva, al mismo tiempo que una multitud ansiosa espera impacientemente el advenimiento de una nueva forma de salvación».


Por supuesto no estoy de acuerdo con la dimensión, con la dimensión que ese autor atribuye a la devoción hacia el fetiche automóvil. Pero de todas maneras tiene la virtud de acercarse a la comprensión del tema mítico en un objeto contemporáneo. En verdad se trata de un mito desacralizado y, por tanto, tal vez pueda verse en él una estructura similar a la del mito sagrado pero justamente sin su característica fundamental de fuerza autónoma, pensante e independiente. Si el autor tiene en cuenta los ritos de la periodicidad anual, también vale su descripción para la celebraciones de los cumpleaños, Año nuevo, entrega del Oscar o ritos civiles semejantes que no implican una atmósfera religiosa como ocurre en los mitos sacralizados.

🔠 ARTÍCULO EN IHPS

Para ir al vídeo: https://m.youtube.com/watch?v=PraYRHZj8Bk&pp=ygUbU2lsbyBwcmVzZW50YWNpb24gZGUgbWl0b3Mg