30 mar 2015

Sobre la búsqueda del objeto

"Yo creo que nuestro problema mayor es que todos buscamos objetos, y que algunos pueden no buscar objetos pero pueden buscar completarse internamente. Esta búsqueda tambiéntrae contradicciones: hay quien se considera incompleto internamente entonces hace fuerza por integrarse internamente, por ser completo en sí mismo. Sea que alguien busque objetos afuera o sea que busque completarse internamente, de los dos modos sufre contradicción.
En general los buscadores de cosas espirituales buscan o la conciencia mística, o buscan un dios, o buscan estar completos, iluminados. El Buda planteó ese mismo problema y explicó que para lograr la iluminación no había que buscar la iluminación. Pero, entonces, ¿cómo se va a lograr una cosa si no se la busca? Es que nosotros no buscamos lograr una cosa, nosotros no planteamos esto en sentido posesivo. Nosotros no decimos que haya que tomar algo para integrarlo, que haya que tomar objetos para tenerlos; nosotros decimos otra cosa: que hay que suprimir las contradicciones, suprimir el sufrimiento.
Nosotros definimos nuestro trabajo no como de mano llena, sino como de mano vacía. Ustedes saben cómo se cazan algunos monos: se coloca arroz en un tronco de un árbol, en un orificio pequeño; entonces el mono mete la mano en el agujero, toma el arroz y no puede sacar la mano; el mono ve que lo van a cazar ¡pero tampoco quiere soltar lo que tiene en la mano! ¡El mono sufre una gran contradicción! Nosotros decimos que no se trata de lograr cosas ni de lograr estados superiores de conciencia tampoco; nosotros hablamos de la mano vacía, nosotros hablamos de suprimir el sufrimiento interno, nosotros decimos de soltar las búsquedas internas. Nosotros no nos rendimos frente al dolor, a nosotros nos preocupa salir de la contradicción, entonces esa preocupación no está en adquirir cosas sino en dejar mentalmente cosas. Tú puedes tener cosas en la vida cotidiana, pero tú no estás buscando llenarte de cosas. Te pueden interesar mucho los estados superiores de conciencia, pero te creas mucho dolor interno. Parece que se lograran cosas haciendo el vacío y no llenándolo. Tú lograrás más atención cuando trates de lograr un vacío en tu mente y no cuando la contemplas sobre un objeto; así sucede con muchos fenómenos.
En general, nosotros estamos habituados y educados a lo opuesto; estamos acostumbrados a tomar no sólo objetos sino personas. Nosotros queremos tomar a los sentimientos de las personas, queremos ser queridos, queremos ser reconocidos, queremos ser amados. La misma forma nuestra de amar es una forma posesiva. Nosotros amamos con violencia; no se nos ocurre cómo pudiéramos amar sin cierta violencia, pero para todo hay formas.
Está bien que nosotros conozcamos cosas, que nos informemos acerca de cosas, uno puede informarse de muchas cosas, pero no puede imponerse la creencia de que nuestra información soluciona los problemas. En general, la gente de formación intelectual cree que el acumular datos soluciona sus problemas internos. En realidad, solucionan muchos problemas de la vida diaria; es gracias a la experiencia acumulada, es gracias a la gente que ha ido trabajando con datos, con técnicas, que la humanidad ha ido resolviendo muchos problemas. Nosotros no podríamos estar acá hablando si muchas generaciones no se hubieran esforzado en elaborar un lenguaje, en elaborar, por último, la ropa que usamos. De ninguna manera descalificamos el esfuerzo humano para solucionar problemas inmediatos. Nosotros estamos diciendo simplemente que el trabajo interno puede no ser similar al trabajo que se hace en la naturaleza, en el sentido que nosotros estamos acostumbrados a la lucha con la naturaleza, con las leyes naturales; y está bien, así se mueve la humanidad. Pero puede ser que esta forma no sea adecuada para el trabajo interno. Entonces, nosotros distinguimos muy bien entre el trabajo que se hace en la naturaleza, en la vida diaria, y la actitud mental que se tiene sobre las propias contradicciones. Si la naturaleza nos impone lucha y todo ese fenómeno de alteración, tal vez la compensación de todo eso debe buscarse en la quietud interna.
Nosotros somos muy amigos de generalizar y creer que las leyes son iguales para todos los fenómenos universales, pero tienen distintos planos de aplicación. En el plano de lo interno no parece válido el sentimiento de posesión; en la lucha con la naturaleza parece imprescindible la posesión. Lógicamente que el sentimiento de posesión puede tener un carácter más individual que social, pero a medida que las sociedades avanzan el sentimiento se va haciendo más social que individual. Pero en
materia de trabajo interno no vemos este progreso, no vemos esta evolución.
Nosotros con nuestra conciencia individual, con nuestro yoindividual, filtramos todos los datos que vienen del mundo o interpretamos al mundo según ese filtro, y las cosas pueden ser muy diferentes a las que filtra nuestro yo. Hay algunos que han llegado más lejos todavía y han creído que ese yo debe ser inmortal. ¡Imagínense qué aburrido puede ser vivir millones de años con ese mismo yo, con ese yo individual, si para el colmo es un yo en contradicción y sufrimiento!
Cuando por algún accidente han experimentado una alegría muy grande, súbita, o han experimentado una comprensión de las cosas también muy grande, o esos fenómenos súbitos de gran emoción, observen ustedes que en esos casos no han pensado en su yo; da la impresión de que hubiera sucedido otra cosa: que el yo hubiera desaparecido. No se han dicho en ese momento: ¿qué me está pasando?; ustedes más bien han contemplado y han sentido esa experiencia, y cuando se han puesto a pensar sobre lo que les está pasando tal fenómeno ha desaparecido. No se sabe si el fenómeno desaparece porque aparece el yo o a la inversa, lo cierto es que ese fenómeno es incompatible con el yo sicológico. Ustedes, sin embargo, pueden decir que han tenido esa experiencia, pero saben que esa experiencia no es la misma que tienen con el yo sicológico. Esa experiencia no es posesiva, esa experiencia es muy amplia, como universal; esa experiencia ni siquiera la atribuyen a ustedes y tienen la emoción que debería ser comunicada a toda la humanidad. Estamos hablando, entonces, de un fenómeno notable para la conciencia humana, en donde el yo posesivo no aparece, en donde no aparece la búsqueda y algo se produce, y cuando queremos producirlo no funciona; tampoco se logra eso por buscarlo.
Si buscamos sentirnos bien es probable que no lo logremos. Si, en cambio, a esa tensión emotiva que tenemos por estar juntos varias personas tratamos de dispersarla internamente, de relajarla, de aflojarla, en realidad no estamos tratando de adquirir cosas, en realidad no estamos pensando en sentirnos bien, estamos pensando simplemente en soltar las tensiones emotivas; y si podemos trabajar en eso de soltar las tensiones emotivas, entonces nos sentimos bien. De manera que procedemos con la mano vacía: nosotros no buscamos sentirnos bien, buscamos aflojar esta tensión, entonces nos sentimos bien por añadidura. Ese es el sentido del trabajo y no es un renunciamiento ni un sacrificio ni una autoeliminación. ¿Entienden aproximadamente la idea?
No mucho más, salvo el gusto de haber estado con ustedes."


tomado de: 

16.May.1975

29 mar 2015

Sobre el sufrimiento humano y su superación

Todo nuestro trabajo no está apoyado ni en el doble ni en el espíritu, está apoyado en el problema del sufrimiento humano. Nuestra preocupación está puesta en el sufrimiento humano y cómo superarlo. Ahí es donde ponemos nosotros el interés.
Desde muy antiguo ustedes saben que ese ha sido el problema. Desde muy antiguo se han dado soluciones distintas. Algunos dijeron que la percepción lleva a la imaginación, y la imaginación al deseo, y el deseo al encadenamiento y, por lo tanto, al sufrimiento.

Para suprimir el sufrimiento unos dijeron que no había que percibir cosas, entonces muchos de ellos se encerraron en cavernas, otros taparon sus ojos y sus oídos, otros hicieron ciertos tipos de yoga para dominar su cuerpo con el fin de que no percibieran. Algunos para entrenar a su propio cuerpo utilizaron castigos: dejaron sus cuerpos sin comer, sin beber, se acostumbraron al frío y a los calores excesivos por las distintas vías del faquirismo. Algunos quedaron ciegos mirando al sol, otros dejaron
sus cuerpos rígidos sin poderlos mover y fueron convirtiendo a sus cuerpos en objetos, a fin de que las sensaciones, las percepciones, no perturbaran sus mentes. Aún en la actualidad existen otras escuelas faquiristas, y no crean que existen sólo en la India. Hoy existen monasterios cristianos en donde algunas religiosas se encierran por toda su vida en una pieza y no hablan con nadie, no toman contacto con la naturaleza prácticamente. De manera que muchos trataron de suprimir el sufrimiento suprimiendo la percepción.

Otros fueron más adentro y dijeron: “es la imaginación el problema”. No importa, entonces, percibir el mundo, basta que luchemos contra la imaginación a fin de que las  cosas que vemos no nos hagan imaginar otras cosas; entonces estructuraron muchas técnicas para taponar la imaginación. Entonces la gente se volvió estéril, entonces no generó ninguna cosa, entonces perdió el gusto por la creatividad y el arte, porque todo aquello era imaginación y la imaginación lleva al deseo y éste al sufrimiento. 

Otros se preocuparon por el problema del deseo, yendo más adentro, y dijeron: “no hay que desear, porque si deseamos algo eso nos va a crear contradicción”.  La mejor forma de no desear nada es no querer nada tampoco, entonces ellos se entrenaron en no querer nada. Y entonces estuvieron mucho tiempo sometidos al temor de desear algo, entonces se fueron encerrando en sí mismos, se fueron contrayendo; de manera que bastaba que alguna cosa les gustara un poco para sufrir instantáneamente la sensación de pecado. 

De manera que en un caso, en el otro o en el otro, en todos funcionó la represión como sistema. Funcionó básicamente la palabra “No”, funcionó la palabra “prohibido”, funcionó en definitiva la represión. Frente a un objeto que me es placentero, si yo niego ese objeto, aunque haya sacado ese objeto sigo relacionado con él; luego me preocupo por no haber tomado ese objeto. De manera que aunque  tenga el objeto o que el objeto desaparezca siempre estoy ligado a él. Entonces
continuamente sufro el péndulo interno: estar adherido a ellos y luego rechazar esos objetos. Entonces, si yo me planteo eso de desadherirme de los objetos en realidad me crea un péndulo interno. Es muy distinto decir que frente al objeto placentero “yo tomo” al objeto placentero a decir “yo ando buscando” al objeto. Buscar al objeto placentero es lo que me crea contradicción, es la búsqueda de la imaginación la que trae contradicción, no es el placer el que trae contradicción. Cuando ustedes comen algo que les agrada no sufren contradicción, ustedes sufren contradicción cuando andan buscando continuamente aquello que les agrada. De manera que la contradicción no está en el placer sino en la búsqueda del placer. El sufrimiento está en la búsqueda del placer, no en el placer en sí.

Lo más que puede suceder en el placer es que esta tensión luego se descargue. En realidad, a ustedes les agrada comer ciertos alimentos cuando tienen hambre, en primer término porque tienen grabaciones de objetos similares y reconocen el gusto y, en segundo término, porque el reflejo del hambre es un reflejo visceral, es una excitación biológica, y al llenar ustedes el buche con el alimento saturan esa excitación biológica. De manera que siempre funciona en el sistema de placer la tensión y la relajación. Incluso una situación dolorosa se convierte en placentera cuando retiramos el factor “dolor”: esa espina que está provocando el dolor, al ser retirada se siente placer; no es que estemos en una situación de placer, estamos en una situación de dolor, que al ser retirado se experimenta el placer.

De manera que si se ve correctamente este péndulo entre placer y dolor, entre la tensión y la relajación, se pueden comprender muchos fenómenos de la vida diaria. En ningún caso provoca contradicción sacarse la espina, tampoco provoca contradicción el comer, sí provoca contradicción el buscar a toda costa cómo eliminar las tensiones internas. Entonces estamos en un círculo vicioso: nosotros buscamos aquello que nos quita la tensión, pero ponemos toda nuestra tensión en buscar eso. Entonces se produce un circuito de retroalimentación. Porque nosotros vamos alimentando con nuestras tensiones la búsqueda del placer, al aumentar la búsqueda del placer aumentan también nuestras tensiones internas y, entonces, en lugar de ir de un sistema de tensión a otro de relajación vamos a un sistema de tensión en aumento. Al aumentar ese sistema de tensión aumenta nuestra agresividad y aumenta nuestra contradicción interna.

Cuando nosotros hablamos de “contradicción” siempre lo distinguimos de lo que llamamos inconveniente” o problema. Nuestro problema no es acabar con los inconvenientes y los problemas de la vida diaria; muchos de estos inconvenientes son incluso estímulos para que nos movamos en una dirección positiva. Nosotros consideramos a los inconvenientes como factores que, de todas maneras, no nos impiden desarrollarnos. Cuando un inconveniente nos coloca en un círculo vicioso, cuando tenemos la situación interna de que no hay salida de esa situación en que estamos, cuando no podemos movernos a ninguna dirección, decimos que estamos sumidos en la contradicción. Lo característico de la contradicción es el sentimiento de “no salida”, es el sentimiento de “repetir situaciones”; no es eso lo característico del problema o inconveniente diario.
Mucha gente cree que cualquier problemita le genera contradicción, entonces como todo le genera contradicción tiene que vivir dentro de una vitrina, y parece que el vivir dentro de una vitrina le genera contradicción ... Hay una gran diferencia en esto de los inconvenientes, que si los agrandamos convertimos a la gente en temerosa, pusilánime. De manera que hemos llegado a este punto: a hablar del sufrimiento referido a la contradicción.

Nuestro problema es el problema del sufrimiento humano, y la ruptura del sufrimiento tiene que ver con la ruptura de la contradicción. Nuestro trabajo interno, la aplicación de determinados principios en la vida diaria, pretende, con suavidad, amablemente, sin violencia interna, ir rompiendo con las contradicciones a las que estamos sometidos. Nosotros no planteamos el trabajo interno con violencia, no creemos que se pueda salir de la contradicción de un día para el otro; nosotros creemos que se pueden abrir, en cambio, brechas, rumbos frente a la contradicción.

En esta época en que vivimos, tan vistosa, tan llena de efectos, de fenómenos tan espectaculares, semejantes planteos no tiene ningún sabor, ninguna cosa interesante. Quiero decir que en épocas espectaculares ¡los planteos tienen que ser espectaculares! Es interesante disfrazarse, es interesante importar gurúes, es importante rodearse de halos misteriosos, porque eso puede competir con todos los artículos de la sociedad de consumo, pero de ninguna manera puede competir con ellos un planteo tan humilde como el que venimos haciendo. Parece, entonces, que nuestro planteo no es un planteo de competencia, es más bien un planteo suave, de buena voluntad, que ni siquiera sirve para todas las personas sino que sirve para unas pocas que son también como humildes internamente. Los planteos brillantes son para  gente brillante, los planteos humildes son para gentes humildes. Es un poco lo que pasa con nuestras proposiciones: cuando se nos dice que nuestros planteos no son originales para nada, y cuando se nos dice que no hemos inventado ninguna cosa, nosotros creemos que ellos tienen razón; tienen sobre todo razón en que éstos no son planteos nuevos, y, además, tienen mucha razón en no aceptarlos para su propia vida, pero por lo menos podrían considerar que a lo mejor para nosotros nos sirven.

Es que nosotros no queremos avanzar sobre nadie, nosotros queremos resolver nuestro problema de contradicción, y eso es todo. Y luego no nos culpen si no somos más brillantes, porque esa no es la intención. Cuando una persona suma “dos más dos igual cuatro”, no es correcto que venga otra persona a pedirle que haga raíces cuadradas. Está bien. Cada uno con sus medidas. Por eso hemos dicho que nuestros planteo es más bien para los que llevan el fracaso en su interior. No es para gente triunfadora. Es para la gente que se reconoce contradictoria, que se reconoce fracasada. Fíjense que a nadie le gusta reconocerse fracasado internamente. ¡Ya ven ustedes por qué somos tan pocos! Somos tan poca gente porque hay pocos fracasados, o a lo mejor hay muchos fracasados pero pocos que se consideran así.

Esto del fracaso parece una idea de algún interés, porque hasta tanto uno no se considere seriamente que no tiene salida y que su vida es un círculo vicioso, que su vida es una continua contradicción, ya sin sentido, hasta entonces uno no puede trabajar seriamente. No es más que eso.

tomado de: 
16.May.1975


Sobre el sentimiento religioso

Cuando nosotros hablamos de Religión Interior sabemos que de comienzo la misma frase es chocante por el tipo de grabaciones que hemos tenido. En los países de religión católica, por ejemplo, es fuertemente chocante para las nuevas generaciones escuchar la palabra “religión”. Esta palabra está relacionada con el culto católico y los sacerdotes de ese culto son gentes que –en ocasiones—bendicen los cañones, bendicen las armas y hacen una cantidad de cosas irregulares utilizando la palabra religión. De tal modo que si se asocia religión con el quehacer de los sacerdotes, la palabra misma ya cobra un sentido negativo.
Hay gente más amplia que no confunde a los sacerdotes con la religión, pero que considera a la religión como una etapa no muy diferente a la etapa de la superstición por la que pasan los pueblos en su evolución. La religión se diferencia de los ritos mágicos sólo en que tienen un escalafón de dioses organizados –una escala de dioses—y se diferencia también en que el individuo no opera sobre el mundo utilizando fuerzas, sino que se refiere a entidades más abstractas que las simples fuerzas que utilizaría, supongamos, alquien del archipiélago malayo. En general se distingue entre “religión” y “magia”. Pero, de todos modos, a la religión se la considera en una etapa superior a la magia; una forma más evolucionada o, en todo caso, una forma más disfrazada, más encubierta, de la uperstición ... con superstición de fondo.
Así pues, unas corrientes consideran a la etapa religiosa como anterior a la etapa filosófica, metafísica. Para las mentalidades prácticas, también la metafísica y la filosofía son un poco superstición. Así que habría toda una escala entre la superstición, la religión y la filosofía. Así piensa un poco el pensamiento pragmático. Otros piensan, en cambio, que la religión en los pueblos no es nada más que el reflejo subjetivo de las condiciones materiales que viven esos pueblos.
De manera que sobre el hecho religioso hay mucha discusión. Desde luego que todos están de acuerdo, parece, en considerar a la religión como la relación del hombre con un supuesto dios. Pero cuando nosotros hablamos de lo religioso no nos estamos refiriendo a la relación con un supuesto dios, sino que nos estamos refiriendo a un sentimiento. De manera que no se trata de que dios exista o no exista. Se trata de que subjetivamente puede registrarse la existencia del sentimiento religioso. Este es nuestro punto de vista: el del sentimiento religioso y no el de dios.

En distintas ocasiones hemos hablado de este punto y hemos considerado al sentimiento religioso como apto para cosas muy diferentes. Ustedes conocen que en el pueblo judío, sometido al dominio babilonio, el sentimiento religioso actuó como unificador y factor de liberación de ese pueblo; y lo mismo sucedió luego en Egipto, y tuvo connotaciones religiosas y mesiánicas en el levantamiento de Jerusalén contra el Imperio Romano. Ustedes saben que así como se han producido movimientos liberadores en torno al sentimiento religioso también se han producido grandes opresiones. Ustedes conocen muy bien los hechos de la Inquisición en nuestro occidente. Ustedes saben que también ha servido el sentimiento religioso como forma de anestesia de las clases opresoras. Este sentimiento ha servido en el Islam, por ejemplo, como fenómeno unificador y liberador. La gente de color en los Estados Unidos que se relaciona con el fenómeno islámico lo considera como un factor de cohesión y un factor de liberación frente a la opresión de otras razas. El fenómeno que dio lugar al Budismo en la India fue también de lucha y fue una liberación frente al sistema de opresión de las castas brahmánicas. Los españoles cuando dominaron a las civilizaciones inca y azteca comprendieron muy bien que la modificación que tenían que producir en esos pueblos era sobre todo de tipo religioso; porque no bastaba remover las estructuras económicas, políticas y sociales de esos pueblos si subjetivamente no respondían a los mismos instrumentos ideológicos de ellos. Ellos los comprendieron muy bien y, entonces, barrieron con la religión de esos pueblos. Casi todos los movimientos revolucionarios de esos pueblos incaico y azteca tuvieron un tono religioso.
De manera que si queremos interpretar el fenómeno religioso con justicia, debemos en ocasiones considerarlo opio de los pueblos, pero en ocasiones instrumento de liberación. En ese sentido el sentimiento religioso no es muy diferente a un cuchillo: con un cuchillo se puede matar, pero también se puede cortar carne; con un avión se pueden arrojar bombas, pero también se pueden arrojar medicamentos. Nosotros consideramos al sentimiento religioso como un instrumento neutro, que puede ponderarse en un sentido u otro. 

De manera que nuestro acento no está puesto en la idea de dios (¿cómo es dios? ¿cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler?) sino en el sentimiento. Y, ¿cómo se experimenta ese sentimiento? Consideren que para experimentarlo no es necesario pensar en la divinidad. A veces en los laboratorios algunos físicos o científicos encuentran la armonía de la energía o de la materia o de los procesos orgánicos, y tratan a sus materias en un sentido muy amplio, muy cósmico, religioso en algún sentido. Las experiencias que nos relatan los astronautas no son las de haber encontrado a Jehová delante de la cabina, pero nos explican estados de ánimo de tipo cósmico. Muchas de sus descripciones son francamente de ese sentimiento religioso. De modo que cuando hablamos de lo religioso interno nos estamos refiriendo a ese tipo de sentimiento y no a lo que se entiende por religión. Como sabemos que de todos modos la palabra trae problemas, sabemos que allá donde haya problemas con la palabra “religión” sacamos la palabra. No vamos a crear problemas por una cuestión de rótulos.
tomado de:

17 mar 2015

La reconciliación requiere humanizar al victimario. Entrevista a Madeleine John

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A qué te refieres con humanizar la mirada sobre el victimario?

M.J.: En todo ser humano hay frustraciones, hay fracasos, pero también hay esperanzas; en todo ser humano también hay cosas maravillosas. Muchas veces cuando uno ve a una persona muy violenta, y que es extremadamente cariñosa con su hijo, por ejemplo, es como una contradicción; y efectivamente es una contradicción. Entonces uno debe comprender qué nos lleva a esas situaciones de tanta contradicción… Eso es humanizar la mirada, tratar de comprender al otro en su humanidad. No solo al aspecto horrible o negativo de esa persona. Ella es una totalidad, tiene ese aspecto pero también tiene otros. Es un ser humano, como yo; él no eligió probablemente esa vida. No es que de niño uno le pregunta: ¿Qué quieres ser de grande? Y le responde: “Yo quiero ser un matón”… No, la gente sueña con otras cosas. Son los accidentes, las frustraciones, la falta de oportunidades; en fin, una serie de situaciones que van acorralando a las personas, que no encuentran salida y los llevan por caminos que para ellos mismos son sumamente sufrientes. Entonces, yo creo que el tema de la reconciliación requiere ese esfuerzo por comprender, por ampliar la mirada para ver todos los factores que han influido; pero me parece que ahí no acaba la reconciliación. Yo creo que ésta requiere un compromiso y una acción a futuro para que las circunstancias que hicieron posible la violencia, no se repitan.

P: “Para que no se repita”,  esa es la frase que sintetiza la acción de los lugares de la Memoria que se ubican en diferentes partes del país y que abordan las secuelas de los años de violencia…

M.J.: Hay una frase que a mí me parece muy conmovedora, expresada durante la jornada de inspiración espiritual a la que nos invitó Silo en 2007, en el Parque de Estudio y Reflexión Punta de Vacas, donde él hace una alocución sobre el tema de La Reconciliación, y dice: “Ni olvido, ni perdón. ¡Reconciliación!” y dice que hay que poner una mirada humanizadora sobre la piel de la monstruosidad, rescatando en mí y en el otro nuestros fracasos; pero también lo bello en nosotros, nuestras esperanzas. Porque es desde aquellas esperanzas, de eso hermoso que siempre hay en cada uno de nosotros, donde podemos converger para construir un futuro diferente, un futuro mejor del que ha provocado ese sufrimiento.

P: Ya que hablamos de los años de violencia… ¿qué tan importante es un Lugar de la Memoria en estos tiempos?

M.J.: Bueno, nosotros decimos primero que no puede haber olvido. A nada bueno nos lleva tratar de borrar o falsear la memoria. Vivimos una situación de mucha violencia, y no solo los que vivimos esa época de violencia hemos quedado marcados, pues eso influye también en nuestros hijos, de generación en generación. Entonces, nosotros necesitamos integrar esa situación porque fue un impacto muy fuerte. Si tú vives situaciones de guerra (las guerras siempre son monstruosas), después, ¿cómo haces para creer en el ser humano, cómo haces cuando has visto lo peor de él? ¿Qué debes hacer para integrar esa situación, para integrar ese pasado y que te permita ver el futuro abierto, con entusiasmo… que es posible cambiar? Nosotros no podemos hacer como que no ocurrió, porque sí ocurrió y tuvo consecuencias. Por otro lado, es necesario un Lugar de la Memoria que nos ayude a comprender los hechos y todos los factores que influyeron, porque no es posible que desaparezcan 69 mil personas y que no importe, eso no es posible. Cada ser humano es único, irreemplazable. Es muy importante el Lugar de la Memoria para rescatar la memoria de cada una de las personas que desapareció. Si nosotros hacemos como que es solamente un número, anónimo, que no existieron, que no tiene nombre, nos deshumanizamos como personas y como sociedad. Nosotros necesitamos la memoria de cada uno… Hay que rescatar la buena memoria.
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