30 ene 2014

El cerebro mistico

la revista digital Tendencias Científicas, ha publicado recientemente una nota firmada por Vanessa Marsh, que recoge las investigaciones de los neurólogos Mario Beauregard (ver foto) y Vicent Paquette de la Universidad de Montreal. Cito textualmente:

“El interés por definir el papel del cerebro en la experiencia mística ha ido aumentando con la llegada de nuevas tecnologías de medición de la actividad de las neuronas. Conocer lo que sucede durante la oración o la meditación o durante episodios inspirados de fervor religioso a nivel neuronal podría ayudar, señalan los científicos, a inducir este tipo de experiencias de manera artificial, dado el efecto positivo que parecen tener en el ser humano. Por otro lado, a los científicos les resulta importante comprender mejor las bases neuronales de un fenómeno que ha jugado siempre un papel central en todas las culturas y tiempos, de la misma forma que les interesa conocer las bases neuronales de la emoción, la memoria o el lenguaje. El descubrimiento de las facultades espirituales en el cerebro ha suscitado todo un debate científico. Mediante modernos sistemas de análisis de imágenes cerebrales se han ido identificando en laboratorio las regiones del cerebro que incrementan o disminuyen su actividad en las experiencias religiosas. Se han realizado asimismo estudios que implicaban ejercicios de meditación profunda, basada en el uso de imágenes mentales, o de oraciones, dando lugar a una nueva ciencia denominada Neuroteología, que estudia la neurología del sentimiento religioso y de la espiritualidad. Voluntarios de diversas confesiones han sido estudiados en sus momentos de meditación, Beauregard explica sobre los resultados de su investigación que anteriores estudios neurológicos se han centrado en la relación entre la meditación y la oración, pero no sobre la experiencia mística en sí misma, por lo que eligieron a las monjas carmelitas contemplativas debido a su tradición mística. Los estudios neurológicos anteriores sobre estos procesos se han desarrollado con monjes budistas, practicantes de la meditación, y franciscanos, practicantes de la oración, por lo que la investigación de Beauregard constituye un desarrollo de las investigaciones anteriores. De esta forma descubrieron que la memoria espiritual vigoriza varias regiones cerebrales durante los recuerdos, como el núcleo caudado, que es la región del centro del cerebro relacionada con el aprendizaje, la memoria o el enamoramiento (de ahí, tal vez, la sensación de amor incondicional a la que aluden los místicos). También descubrieron otra zona cerebral activada, la corteza insular o ínsula, vinculada a las emociones y a los sentimientos, y que podría estar en el origen de las emociones agradables que suelen asociarse a las conexiones con lo divino. 75 Por último constataron que también se activó el lóbulo parietal del cerebro (relacionado con la conciencia espacial), lo que podría explicar la sensación de hallarse inmerso en algo mucho mayor que nosotros mismos, típica de este tipo de experiencias. Estos últimos experimentos descubrieron por ejemplo que, en el estado de meditación profunda, se desactivan regiones del cerebro reguladoras de la construcción de la propia identidad, lo que permite que el sujeto pierda durante su práctica el sentido del propio yo individual, que establece la frontera entre él mismo y todo lo demás, y se sienta así integrado en una totalidad única trascendente. Asimismo, las imágenes cerebrales obtenidas por medio de la tomografía computerizada por emisión de un solo fotón (SPECT), sobre voluntarios en meditación, han revelado una actividad inusual de la región pre-frontal dorso lateral y un decaimiento de la actividad del área de orientación del lóbulo parietal, que procesa la información sobre el espacio y la ubicación del cuerpo en el mismo: determina dónde termina el propio cuerpo y comienza el espacio exterior. En conclusión, de este conjunto de investigaciones, que todavía no pueden considerarse concluyentes, se desprende que el cerebro alberga la capacidad de conectar con una realidad que transciende la de los objetos, tanto físicos como mentales, percibida habitualmente, lo que confirma una experiencia común descrita por las diferentes tradiciones religiosas. Muy interesante ¿no es cierto? Hemos remarcado en cursiva las partes del texto relacionadas con la entrada a la espacialidad cenestésica profunda, la suspensión del registro del yo y la actitud emocionalmente comprometida de la entrega a la experiencia en sí. Existen desde luego una variedad inmensa y muy llamativa de estudios.

27 ene 2014

El Contrato que Acepto Todas la Mañanas [reposición]

El Contrato que Acepto Todas la Mañanas [reposición]


Jorge Ramos | En el momento en que nos levantamos por la mañana actuamos como robots que cumplen a la perfección con el programa preestablecido. Un programa que nosotros mismos firmamos como un contrato y que alimentamos cada día a veces sin darnos cuenta de ello. De vez en cuando es bueno recordar que tipo de contrato estamos aceptando, solo por el simple hecho de que cuando estemos por la mañana afeitándonos delante del espejo, o maquillándonos lo ojos, reflexionemos si merece la pena continuar, o es el momento de romper el viejo contrato y redactar entre tod@s uno nuevo que respete todo lo que el anterior no hizo.

Os invito a recordar y reflexionar que tipo de contrato es el que TOD@S estamos aceptando:

PD: Para los perezosos de la lectura, al final de la entrada disponen del vídeo.

¿ACEPTAMOS?

Poco importan nuestras creencias o nuestras ideas políticas, el sistema instituído reposa en el acuerdo tácito de un tipo de contrato aprobado por cada uno de nosotros que a grandes rasgos os expongo:


Acepto la competitividad como base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que este funcionamiento engendra frustracion y cólera a la inmensa mayoría de los perdedores.

Acepto que me humillen o me exploten a condición de que se me permita humillar o explotar a otro que ocupe un lugar inferior en la pirámide social.

Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.



Acepto remunerar a los bancos para que ellos inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no me den ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (ganancias que servirán para atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente). Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, dinero que proviene exclusivamente de los otros clientes.

Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que los cursos bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecérsela a los necesitados y de permitir a algunos centenares de miles de personas no morir de hambre cada año

Acepto que sea ilegal poner fin a tu propia vida rápidamente, en cambio tolero que se haga lentamente inhalando o ingeriendo substancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.

Acepto que se haga la guerra para así hacer reinar la paz.

Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados sea el de defensa. Entonces acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y así permitir a la economía mundial seguir avanzando.


Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque es una energía muy costosa y contaminante y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se desvelara que hemos descubierto un medio gratuíto e ilimitado de producir energía. Acepto que sería nuestra perdición.

Acepto que se condene el asesinato de otro humano, salvo que los gobiernos decreten que es un enemigo y me animen a matarlo.

Acepto que se divida la opinión pública creando unos partidos de derecha y izquierda que tendrán como pasatiempo la pelea entre ellos haciéndome creer que el sistema está avanzando.

Además acepto toda clase de división posible con tal que esas divisiones me permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.


Acepto que el poder de fabricar la opinión pública, antes ostentado por las religiones, esté hoy en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente que son totalmente libres de controlar los Estados, porque estoy convencido del buen uso que harán con él.

Acepto que la idea de la felicidad se reduzca a la comodidad; el amor al sexo y la libertad a la satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz soy más consumo. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

Acepto que el valor de una persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluído del sistema si no produce lo suficiente.

Acepto que se recompense cómodamente a los jugadores de football y a los actores y mucho menos a los profesores y los médicos encargados de la educación y de la salud de las futuras generaciones.

Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil, pues, como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del universo) sabemos que la experiencia ni se comparte ni se transmite.

Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es normal y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus sólo puede ser beneficioso para nosotros.

Acepto que los industriales, militares y jefes de Estado celebren reuniones regularmente para, sin consultarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta.

Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que explícitamente se me avise. Acepto que el cultivo de OGM (Organismos Genéticamente Modificados) se propague en el mundo entero, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias patentar seres vivos, almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo a la agricultura mundial.

Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que es mejor financiar a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible con el fin de poder totalmente arrebatar sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.

Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de Occidente en los países desfavorecidos. Considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en estos países que permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos humanos y del cuidadano, no tenemos derecho ejercer injerencia.

Acepto que los laboratorios farmacéuticos y los industriales agroalimentarios vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen substancias cancerígenas prohibidas en Occidente.

Acepto que el resto del planeta, es decir cuatro mil milliones de individuos, pueda pensar de otro modo a condición de que no venga a expresar sus creencias en nuestra casa, y todavía menos a intentar explicar nuestra Historia con sus nociones filosóficas primitivas.

Acepto la idea de que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado, y si estamos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.

Acepto considerar nuestro pasado como una continuación ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto ya no existe porque estamos en el summum de nuestra evolución, y porque las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad para todos los pueblos, como lo oímos sin cesar en nuestros discursos políticos.

Acepto sin discutir y considero como verdades todas las teorías propuestas para la explicación de los misterios de nuestros orígenes. Y acepto que la naturaleza haya podido dedicar millones de años para crear a un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción de su propia especie en unos instantes.

Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la Humanidad y la acumulación de riqueza como realización de la vida humana.

Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y en nuestros océanos. Acepto el aumento de la polución industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza.

Acepto la utilizacion de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inócuos.

Acepto la guerra económica que actúa con rigor sobre el planeta, aunque siento que nos lleva hacia una catástrofe sin precedentes.

Acepto esta situación, y supongo que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

Acepto ser tratado como ganado porque definitivamente pienso que no valgo más.

Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos sobre todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado ocupado por mi vida y mis preocupaciones.

Incluso acepto defender a muerte este contrato si usted me lo pide.

Acepto pues, en mi alma y conciencia y definitivamente esta matriz triste que usted coloca delante de mis ojos para abstenerme de ver la realidad de las cosas.

Sé que todos ustedes actúan por mi bien y el de todos, y por eso les doy las gracias.

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“Acepto” es un texto -publicado en 2003 para conmemorar el triste aniversario de los acontecimientos del 11 de septiembre- “altamente simbólico para la humanidad“. Este texto, que fue leído, entre otros, en la radio francesa NSEO.com , nos recuerda severamente el contrato social que aceptamos con prórroga. Un acuerdo tácito que firmamos cada mañana al despertar y simplemente no hacer nada. Algo más que una crítica social, en este breve texto se destacan los hechos resultantes de nuestra innegable predilección por la comodidad, la indiferencia y la marginación.

Hecho por Amistad sobre la Tierra, el 11 de septiembre 2003. Un anónimo que envió el texto a NSEO para que fuese radiodifundido.

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Ver texto de similar tenor: "un cuento para aspirantes a ejecutivos"



14 ene 2014

Fernando García: A una nueva civilización, una nueva espiritualidad

ir al texto completo

Juan José Pescio: La cultura actual como obstáculo a la espiritualidad



En esta ponencia partimos de la siguiente hipótesis: Esta cultura violenta en la que estamos inmersos es consecuencia del proyecto de vida individualista y posesivo que orienta la vida. Este tipo de proyecto es el obstáculo que impide ponerse en el lugar del otro y registrar las señales de lo profundo.
Este proyecto de vida está hoy globalizado y se basa en el supuesto erróneo de que es el camino hacia la felicidad. Las diferentes culturas han adoptado esta dirección como si fuera la correcta sin advertir que como consecuencia de ella, es que vivimos en un mundo cada vez más violento.
Hoy a nivel mundial, las autoridades políticas y los medios de difusión, (salvo algunas excepciones) sostienen de forma directa o larvada que: “La actitud posesiva es positiva, porque impulsa a acumular bienes intangibles y tangibles en forma creciente, en el interior de esa entidad a la que llamamos “el yo y lo mío”. Por ese camino, se sostiene, vamos a llegar a la felicidad como individuos y también como conjunto social, como consecuencia del “derrame”.
La actual economía a nivel mundial se apoya además en la teoría psicológica que afirma que este impulso egocéntrico, es el que mueve todo comportamiento humano individual y social y se afirma que este impulso tiene sus raíces en el cuerpo, es decir en la animalidad, en lo instintivo.
Desde al Nuevo Humanismo, decimos que este impulso egocéntrico surge sólo cuando estamos instalados en la parte más periférica de nuestra interioridad, pero en la medida que nos conectamos con nuestro sentimientos y tratamos de acercarnos a nuestras aspiraciones profundas, aparecen los impulsos solidarios que tenemos bloqueados y el deseo de ayudar al que lo necesita. Los niños por ejemplo, no sólo necesitan recibir afecto y ayuda sino darla y esto es algo que se puede aprender a hacer, si se crean los ámbitos adecuados.
También puede comprender cualquier persona, basándose en su propia experiencia cotidiana, que al instalarnos en el proyecto de vida posesivo individualista, las demás personas, pasan a ser amenazas en la competencia para lograr la propia felicidad y otras veces se convierten en obstáculos o en aliados poco confiables, lo que desencadena nuestro temor o nuestra violencia.
No es difícil observar también, que la dirección mental individualista y esta actitud posesiva, empujan a la lucha con los demás por llegar a la “cima” del poder económico, del conocimiento, del reconocimiento y afecto, de la posición en cualquier pirámide organizativa, llámese empresa, partido, movimiento social, iglesia, etc.
Es claro que para considerarse en la cima, todos los demás deben quedar por debajo. Sin embargo, a pesar de las declamaciones de solidaridad que se escuchan continuamente, este es el paradigma de felicidad del mundo actual que se expresa en el deporte, en la economía, en la política, etc.
Planteamos desde nuestro punto de vista, que cuando aspiramos a esta cima, es porque creemos que tendremos al llegar a ella, la suma de nuestros registros placenteros y ponemos entonces en el futuro, lo que creemos que será esta experiencia.
Este proyecto de felicidad está centrado, prioriza, el obtener estos registros sólo para uno mismo y esto lleva a dar la espalda al dolor y sufrimiento de los demás. Crea además la condición de la desconfianza, el temor y la soledad y sobre todo nos impide escuchar las señales internas más profundas de aquello que realmente necesitamos.
Esa tensión de temor y violencia cotidiana, es llamada habitualmente “ambición personal”. A las nuevas generaciones se les aconseja tenerla, para triunfar en la competencia con los demás. De ese modo, se los quiere preparar para lo que llaman “realidad de la vida”.
Pero sin embargo, muchísima gente, que va experimentando esa sensación de temor y violencia en su interior, no está dispuesta a aceptarla como natural e inevitable y decide intentar cambiar de dirección.
Pero ocurre, que en los ámbitos en los que convivimos y en la sociedad en general, ya existen de hecho estos valores, estos proyectos de vida individualistas, posesivos y competitivos, objetivados en leyes, en instituciones, en personas que se mueven por ellos y justificados por estas ideas dominantes y los poderes que las promueven, etc.
Es que cuando venimos al mundo, nos encontramos con generaciones anteriores impulsadas por este proyecto, nos rodean millones de trepadores de pirámides, programados para la lucha por llegar a ser los primeros en algún campo. Ellos son el principal componente de esta “realidad” que pretende moldear a las nuevas generaciones a su semejanza.
Desde niños nos premian en la escuela, en la familia y luego cuando somos mayores, en el trabajo, si nos destacarnos sobre los demás, cuando ganamos en las competencias, ya que son parte fundamental de nuestra “formación”, pero extrañamente para quienes piensan que eso es lo mejor que nos pueden ofrecer, muchos jóvenes no quieren entrar en el molde, no quieren competir y ganarle a los otros, sino cooperar con los demás y ofrecer su ayuda solidaria a los que la necesitan.
El discurso solidario queda vacío en las instituciones, cuando las prácticas cotidianas están montadas sobre la idea de rivalizar con otros por alcanzar una meta, de la que los perdedores van a quedar excluidos.
No es difícil hoy para nadie, entender que el proyecto individualista posesivo, está en la base del vínculo dominador-dominado entre los seres humanos, logrado y mantenido por medio de las armas, el dinero o el conocimiento y que el dominador, sigue tratando de aumentar sus dominios sin límite, aunque quiera disfrazar sus intenciones con argumentos humanitarios.
Aún las personas bienintencionadas al tratar de ayudar a los jóvenes (padres, docentes), creen que si se apoyan en estas motivaciones centradas en uno mismo y en los míos, van a lograr formar un tipo de persona solidaria y un ciudadano comprometido con el bienestar general.
Es muy claro para la gran mayoría de la gente, que el vínculo opresor-oprimido está condicionando las relaciones internacionales en la economía, en la política, pero quizás no es tan evidente, que estos poderes están tratando de promover e imponer este proyecto de vida centrado en uno mismo, como camino a la felicidad. Puede ser que esto que hacen sea en parte por no comprender las verdaderas necesidades de los seres humanos y por otra como una forma masiva de movilizar la maquinaria de la producción y el consumismo y disolver toda forma de organización colectiva posible.
Vemos hoy en China, por ejemplo, donde hay casi 1.000.000 de nuevos millonarios menores de 40 años, como la “ambición por progresar económicamente” en los jóvenes, va mucho más allá de la satisfacción de sus necesidades básicas.
Vemos que este mismo impulso hoy, al propagase intencionadamente como el ideal que unifica esta cultura global, va borrando las diferencias entre las antiguas culturas y los jóvenes de China, India, Brasil, Europa o USA comparten el mismo proyecto de vida individualista acumulativo como camino a la felicidad. Este proyecto ilusorio, va barriendo las tradiciones de colaboración y ayuda mutua o la búsqueda de lo sagrado.
Este barrido que hacen a los otros caminos a la felicidad que pudieran elegir las poblaciones, puede ser en forma violenta como en China o simplemente haciéndoles vacío.
En este punto de esta presentación, en el que la mirada se amplía hasta el ámbito que corresponde al planeta y a la especie, vamos a enmarcar el tema con una cita de Silo, que en su exposición del año 76 en Canarias dice:

…”¿Y qué hay más abajo del deseo, y qué hay más abajo de la necesidad? Algo, que de ningún modo desaparece. Detrás del deseo y detrás de la necesidad está sin duda, la posesión…

…Y basta ver como se comporta una persona cuando no tiene deseo por un objeto, pero alguien pone en peligro su posesión. Resulta que ahora la relación es con otra persona y ya no experimenta por esa otra persona ningún deseo, pero sigue experimentando por esa otra persona, posesión.

Y la posesión se traslada y no se trata sólo de posesiones físicas; hay posesiones morales; hay posesiones mentales; hay posesiones ideológicas; hay posesiones gésticas; hay posesiones rituales. Hay posesiones de todo tipo y todo aquello está, siempre, comprometiéndome con los objetos. De tal modo que basta que algo entre en el campo de la posesión de esos objetos que detento, para que mi posesión, que siempre está trabajando, se active con más fuerza. La posesión no cesa, y sí puede cesar el deseo.

El deseo tiene características no tan corporales, no tan físicas como la posesión. Uno puede desear lograr algunas cuestiones espirituales, diferente al registro físico de querer poseer algo espiritual. Observen qué sucede en el propio cuerpo cuando se desea simplemente, o cuando se posee, o cuando el deseo es por poseer. Y siempre el deseo tiene que ver con la posesión, que es su raíz.

Más abajo del deseo está esta posesión y tiene fuertes connotaciones físicas y fuertes registros físicos. Y este registro de la posesión tiene que ver con la tensión. Y se sabe que se está deseando poseer algo porque se registra una particular tensión. Y cuanto más fuerte es ese deseo de posesión, más fuerte es la tensión.

Y claro, uno se agarra a los objetos, uno se agarra a la vida, uno se agarra a las cosas; y se agarra con las garras, con las manos. De tal manera que no suelta uno esas cosas, y esto de no soltar cosas, esto, trae registros de tensión…

…Seguramente el hombre, y ésta es la diferencia fundamental, tiene esa aptitud sobre las otras especies para soltar; tiene aptitud para alejarse de los objetos; tiene aptitud para desposeerse.
Hay algo en la estructura de la mente ya a nivel humano, algo que está preparado para que esta mente se libere de la posesión objetal. Y esta diferencia es grande ya, entre el ser humano y el mono….

…La mente humana seguramente es muy joven y todavía está muy ligada a la posesión. Pero según se ve en estos procesos y según se ve en el avance mismo de la mente individual, se avanza sobre todo cuando la mente es apta o es capaz para desposeerse.

Entonces sucede que la mente no registra tensión, entonces sucede que no hay registro físico de tensión, entonces sucede que los músculos no son necesarios con respecto a los objetos en el sentido de la posesión.”

Hasta aquí, el recorte que hemos hecho de la exposición de Silo.
Volviendo humildemente a nuestro planteo inicial sobre el condicionamiento cultural individualista y competitivo, podemos simplemente decir ahora en este marco, que esta cultura actual, refuerza la actitud posesiva y bloquea el impulso opuesto de soltar, de dar.
Entonces estos dos factores: el proyecto posesivo personal que se fue internalizando en nuestra subjetividad a lo largo de la vida y los ámbitos externos condicionantes que lo siguen reforzando, bloquean los impulsos a ponerse en el lugar del otro, a la compasión, los que son tomados como debilidad.
Y aunque los sentimientos profundos nos impulsen en dirección de ayudar y de construir para otros, nuestra cabeza, acostumbrada al cálculo de la ganancia personal, pone resistencia para aceptarlo como proyecto de vida.
Sin embargo la nueva sensibilidad que comienza a nacer, abre la posibilidad de tomar contacto con nuestros propios impulsos solidarios y con las señales internas de lo sagrado.
Los que vivimos en esta época, experimentamos más o menos claramente, que esta dirección individualista de la vida nos queda chica, como si fuera un ropaje que nos aprieta, porque hay algo que en interior del ser humano que está creciendo y que los Humanistas podemos contribuir a que se acelere este proceso.
Estamos actualmente en esa transición.
Cuando los hombres y mujeres que hemos sido formados en esta cultura nos colocamos mas cerca de la profundidad de nuestros corazón y registramos que preferimos aquellas acciones que terminan en la mejora de otros, necesitamos saber que no estamos equivocados, que nos estamos siendo menos “realistas”, sino que por en contrario, estamos más cerca que nunca de la verdadera realidad del otro y de la propia.
Para sostenernos en esa dirección, necesitamos de un marco conceptual que permita comprender ese registro y un ámbito humano solidario con el que interactuar para expresarlo en acciones hacia el mundo.

Una nueva cultura solidaria y no violenta será la consecuencia de este impulso profundo que busca expresarse en el mundo y plasmarse en nuevas formas de convivencia a nivel mundial
Nuestra espiritualidad está en la dirección interior que nos señalan nuestras aspiraciones más profundas de convivencia solidaria, en la que la dirección de nuestros actos terminan en otros, sin censura externa y sin autocensura. La propuesta de felicidad individualista con la que nos quieren dividir los opresores, va llegando a su fin como pretendido fundamente para la primera civilización planetaria.
Se hace necesario entonces convertir definitivamente el proyecto de vida equivocado, tanto en el mundo externo como dentro de nosotros mismos, para que el ser humano sea libre de tomar contacto con lo sagrado en su interior, ya que este proyecto de vida equivocado es el principal obstáculo para el desarrollo de la espiritualidad.
Estos impulsos profundos son los que pueden formar una comunidad solidaria y abrir el corazón y la mente.
No pueden ser impuestos por una moral externa.
Surgen del interior cuando se puede salir del encierro en lo mío. Es entonces cuando el otro aparece como intencional y libre, cuando surgen deseos de dar lo necesario desde el corazón, sin especulación.
Sería conveniente entonces ofrecer a cada conciencia, ámbitos para conocer y practicar esta nueva opción de “dar en lugar de tener”, “soltar en lugar de acumular”,” acercarse a la profundidad del sentimiento, en lugar de ir hacia la exterioridad”, para que cada persona pueda concretar como resultado de su reflexión, la elección intencional para su vida, de abrazar aquella dirección mental que permite tomar contacto con ese otro tiempo y otro espacio y con aquella actitud abierta hacia los demás, que hacen verdaderamente feliz y libre al ser humano

4 ene 2014

Criterio de realidad: cientificismo y misticismo

Tomado de: Acertijos, formas, espacialidad y sentido, monografia de GUSTAVO HOERTH Gustavo.hoerth@gmail.com. Centro de Estudios Parques de Estudio y Reflexión
La Reja, 6 de agosto de 2013
¿Qué cosa es real o no lo es?, ¿como podemos estar seguros de qué es real?, ¿nos representamos la realidad tal cual es?
Probablemente estas preguntas son las más repetidas a lo largo de la historia del pensamiento humano.
La realidad, “tal cual es”, según algunos, se experimenta en el espacio de percepción. En España, en la castilla rural, conocí a un hombre rudo pero amable, acostumbrado a lidiar con los problemas del entorno, de temperamento práctico y bien decidido, que una vez me comentó: “las cosas son como son…y lo que ocurre, pues ocurre y ya está”
En contraste, ya vuelto a Buenos Aires, un viejo amigo de otros tiempos, un hombre delgado y ojeroso, con aspecto de estar bajo de potasio, de temperamento esquivo y dubitativo, me comentó: “por ejemplo ese vaso, que seguridad tengo de que existe, como sé que el mundo no es un invento de la imaginación”
La primera postura se llama realismo ingenuo y la segunda escepticismo ingenuo, y entre ambas a lo largo de la historia del pensamiento humano, se pueden encontrar todas las combinaciones posibles.
Cito, para los que quieran buscar en wikipedia, algunas de las “posturas” más importantes sostenidas en los ambientes académicos, que han marcado ciertos hitos en torno a la discusión de lo que es o no es real, en cuanto al criterio de realidad:
Racionalismo-materialismo-empirismo-idealismo-nominalismo-positivismo-realismoingenuo-pragmatismo-realismo científico–estructuralismo- y una serie de etcéteras. Todo un lío enorme de ideas para definir de qué se trata la relación del hombre con el mundo, qué cosa es realmente verdadera en esta relación que se establece entre lo que es el ser y lo que está afuera del ser.
Tomando como ejemplo sólo el pensamiento occidental, vemos que la clasificación del conocimiento es relativamente reciente, los primeros enciclopedistas han intentado dar una idea coherente de las ciencias (que para su época se habían expandido considerablemente) recopilando y sintetizando el saber por temáticas.
La herencia de la gnoseología (la filosofía del conocimiento) fue tomada por la epistemología que clasificó las distintas ramas del saber.
La epistemología se ocupa del conocimiento en términos de fundamentación racional de lógica de la verdad, como el racionalismo crítico de Popper o el neopositivismo lógico de Russell, pero no se ocupa en lo absoluto del sistema de representación visual y cenestésico que acompaña necesariamente a los procesos de comprensión de la realidad, lo cual por cierto es una omisión grave y bastante curiosa.
De esto último (los sistemas de representación) sí se ocupará la psicología, como por ejemplo el constructivismo de Jean Piaget, o los avances de la psicología Analítica de Jung en torno a la imaginación y los arquetipos, o el estructuralismo de Wund o la Psicología de la Gestalt que mencionamos antes, y muchísimas otras, donde por lo que podemos ver hasta la fecha, no han conseguido desprenderse de cierta ingenuidad a la hora de describir e interpretar la función de la imagen y su capital importancia para la conducta humana, y su relación fundamental con espacio de representación. Esto último sí esta profundamente explicitado en la Psicología Humanista Universalista desarrollada por Silo, que no debe confundirse con la Psicología Humanista de Abraham Maslow que apareció en la post-guerra como una tercera posición entre el conductismo y el psicoanálisis.
En cuanto al pensamiento pre-científico se puede hablar de un sustrato de presupuestos epocales anclados a la cultura de origen, que operan en forma de ante predicativos que jamás son advertidos y sin embargo son el trasfondo donde se monta la imagen del mundo y el sentido común.
En éste sustrato son educados los científicos antes de serlo, antes de llegar a la universidad, de manera que aún en el caso de la ciencia, su influencia no se debe subestimar.
Hoy en día, el espacio de percepción es casi objeto exclusivo de las ciencias y la comprensión del mundo y su sentido descansan prácticamente en sus manos, el declive de la especulación filosófica y el mismo éxito relativo de las ciencias zanjaron la cuestión.
El criterio de realidad que impera en el mundo de las ciencias se llama “realismo científico” cuya pretensión de objetividad se sustenta en última raíz en la correspondencia entre las matemáticas y el comportamiento de los fenómenos en condiciones científicas de observación.

No obstante el realismo científico es cada vez más discutido en un escenario donde el conocimiento científico se encuentra cada vez más fragmentado por un lado y más “despegado” de la percepción y del sentido común por otro.
Nadie puede hoy día ofrecer una visión unificada del mundo al estilo de la física clásica.
La transformación que ha ocurrido en la noción misma del espacio y del tiempo desde los albores de la física clásica Newtoniana hasta las abstractas y complejas concepciones de los últimos desarrollos de la teoría M (teoría que unifica las cinco teorías de cuerdas en una matriz mayor que las abarca y en cierto sentido las unifica) no solo es sorprendente, es anonadante…
El desarrollo físico matemático pretende tener el carácter objetivo que le da credibilidad académica, pero el científico tendrá que traducir a representaciones “fenomenológicas” lo que sus formulaciones implican, y en este proceso se encontrará con limitaciones propias del mentar humano, que terminarán en representaciones de la realidad que son “paradojales” como mínimo, por no decir directamente incomprensibles o contradictorias
En particular el tema de la noción de espacio es bastante ilustrativo:
El espacio clásico de Newton, es un vacío universal dentro del cual se dan todos los fenómenos físicos (tal como los estructura la conciencia ingenua).
Es un espacio homogéneo, isomorfo, e infinito. Es vacío, pero es “algo”, o mejor dicho “debe ser algo”, pero, como confesara con pesar el mismo Newton, “es un misterio”, ya que el origen del espacio vacío donde ocurre la realidad, en base a sus teorías, no se puede fundamentar.
Luego Mach demuestra que esto no es tan sencillo como parece, y desarrolla un concepto relativista de la inercia, basado en la idea de que la atracción gravitatoria que todo ejerce sobre todo, implica que no existe tal universo vacío, que “algo” se da en relación a un todo que lo influye concretamente y el infinito no puede ser parte de su definición.
Einstein da un paso más, de gigantes según se dice, pero en cierto sentido natural. El espacio ya no puede estar vacío, es afectado por la materia-energía de modo que se curva y adquiere propiedades ”elásticas” que afectan las trayectorias de los cuerpos en movimiento. Y lo que es más impresionante aún, forma una estructura indivisible con el tiempo, llamada espacio-tiempo, que no es el continente vacío donde los fenómenos se dan, sino que es algo que tiene “entidad” física real, aunque no sea en un sentido estricto material.
La física cuántica avanza en el terreno de lo ultra-pequeño, donde las paradojas son aún mayores. Planck advierte que la divisibilidad de la materia-energía no es infinita, creando la noción del quantum.
Heissenberg descubre un límite a la observación absoluta establecido por el principio de incertidumbre, a partir del cual nada puede decirse. Mas allá de un parámetro infinitamente pequeño, pero real, llamado constante de Planck, el espacio se describe como una espuma cuántica repleta de energía donde partículas se crean y destruyen permanentemente en un sin fin de febril actividad.
Finalmente las teorías de cuerdas, en el intento de integrar la teoría de la relatividad con la teoría cuántica, llegan a la concepción (totalmente absurda para la conciencia ingenua) de que para que todo sea como es y funcione como funciona, deben existir diez dimensiones espaciales, más una temporal, que están enrolladas o plegadas sobre sí mismas (salvo tres, más el tiempo) dando origen a toda la familia de partículas conocidas a partir de la geometría dinámica espacial. Con esto se explica el origen de la materia, la energía y las fuerzas que las mantienen unidas tal como son, todo se deriva de rupturas de simetrías en la propia geometría de la realidad.

El problema es que todo esto estará muy bien, pero no se puede representar visualmente de ninguna forma, no se puede acompañar con la imaginación dirigida. El ciudadano medio típico (no como abstracción, sino como persona real objeto de costosas campañas políticas en todo el mundo) no se preocupa mucho por estos temas, pero, si fuera el caso que alguien se los comenta, se da cuenta solito de que no se lo puede representar.
Veamos esto.
Por una parte uno experimenta la gravedad, uno siente el peso de su cuerpo. Siempre me he representado una fuerza que me mantiene unido a la tierra, la fuerza de la gravedad, de la cual no dudo porque la experimento. Pero ahora se me dice que tal fuerza no existe, que en realidad el espacio se contrae o más bien se tensa elásticamente hacia el centro de la tierra y que lo que uno experimenta es la resistencia de lo que hay debajo, que vendría a ser lo que nos sostiene y nos impide caer hacia el centro de la tierra, y al sostenernos nos mantiene permanentemente acelerados respecto del espacio-tiempo curvado hacia el centro de la tierra.
Mi amigo de la castilla profunda diría: ¡ esto es muy raro coño!
Eso como mínimo. El espacio-tiempo curvado no se puede representar.
Por el lado de la física cuántica las cosas no están mejor, los experimentos condujeron a la naturaleza dual de las partículas que se comportan de modo ondulatorio o corpuscular según qué experimento, lo cual condujo a concepciones no locales de la materia en donde partículas que desaparecen y reaparecen sugieren la idea de un espacio discontinuo que a su vez conduce a la idea de espacios o universos paralelos o lisa y llanamente a la idea un tanto radical de un multiverso (una realidad n-dimensional).
El problema de “lo que no se puede representar” radica en que “todas las representaciones” (no solo las visuales) se dan en algún lugar (espacialmente hablando) que siempre está referido a la posición del cuerpo y a los fenómenos del intracuerpo, siendo toda representación por tanto una forma global de la conciencia que produce una necesaria antropomorfización de lo representado.
Las teorías de la realidad se basaron en los procesos de racionalización y no en los procesos de representación. La ontología se basa en la correspondencia o no de la representación y la realidad y pese a esto no se apela en ningún momento a un sistema de registros, sino a los fundamentos lógicos del pensamiento que razona sobre la realidad. La argumentación de la verdad tiene que ver con modelos y paradigmas de razonamiento lógico.
Las ciencias se han ido fragmentando en un sin fin de categorizaciones taxonómicas y la especialización a permitido un avance realmente impresionante.
Pero lo que caracteriza un salto revolucionario en las ciencias, no es un cambio en las categorías taxonómicas, que son un ante predicativo para las descripciones y las generalizaciones científicas, sino un cambio en la representación científica del mundo, y en la cosmo-visión en general, donde todos los objetos y sucesos científicos quedan reubicados por una alteración de carácter necesariamente holístico referida principalmente a la noción de espacio en sí entendida como “el tejido de la realidad”, no como objetividad en sí, sino como representación del espacio ajustado a la percepción directa o indirecta de la realidad.
Y esto implica un ajuste en el criterio de realidad. Pueden verse en los intentos nuevas estructuras de comprensión emergentes que modifican el criterio de realidad. El espacio clásico de newton explica muy bien la prácticamente totalidad de los fenómenos que ocurren en la superficie de la tierra, de modo que no nos hemos visto en la necesidad de abandonarlo desde un punto de vista cotidiano.

Estas ideas son del año 1650 aproximadamente, lo que prueba la enorme persistencia del sustrato cultural, parece que existe en todos nosotros un empirismo impenitente que nos empuja a una visión pragmática pero ingenua de la realidad.
El sustrato culturar pone los ante predicativos. Son las cosas que uno tiene en mente antes de empezar a hablar y refiere a ámbitos copresentes que no sólo aportan permanentemente los datos en que se sustenta el discurso; la dirección misma y el alcance del discurso aparecen como un recorrido lineal que escoge opciones dentro de una franja de datos necesariamente acotados por el ámbito de copresencias operante.
El discurso deja de avanzar cuando se topa con una contradicción, cuando no hay contradicciones se habla de coherencia y la coherencia refiere a la integración de antítesis y antinomias en un marco estructural.
Cuando nos referimos al término “estructuras de comprensión” nos referimos a este carácter holístico que opera a nivel de formas totalizadoras que resuelven tensiones antitéticas y producen registros de integración en el sustrato cultural.
Pero destacamos con énfasis que las antítesis, las antinomias y las contradicciones en general, se resuelven como todas las tensiones en el marco de la subjetividad, subjetividad que por otra parte ha sido y debe ser negada en el marco de la experimentación objetiva de la realidad que impone el rigor científico, con lo cual se produce una situación paradojal.
La actitud científica consiste precisamente en desprenderse de la influencia de las representaciones que son traducciones internas, para ajustar lo representado por medio de la imaginación dirigida a lo que sucede en el espacio de percepción, sin interferencias personales o subjetivas, lo cual como veremos es muy discutible.
Lo que no puede evitarse es que la mirada, en el proceso selectivo de dirigir la atención, arrastre el bagaje de sus propias copresencias condicionando cualquier elección.
Esto no sólo implica orientar la atención para apercibirse de ciertos fenómenos, sino que apercibir algo es al mismo tiempo desapercibir otras cosas. Es la imaginación activa del científico la que orienta la selección de opciones, pero a condición de que tal selección implique el descarte de otras muchas opciones desapercibidas.
Y la imaginación dirigida del científico se basa en las copresencias que todo el tiempo operan como la representación del mundo donde se da la integración o no de antinomias y contradicciones, lo cual a su vez le permite escoger opciones. Y en tales copresencias se encuentran los ante predicativos.
Pongamos por caso el materialismo, que es una postura, como cualquier otra, asumida con anterioridad a un experimento hipotético, que se intentará demostrar. Hay un materialismo radical que implica una visión reduccionista extrema, el caso de las teorías mecanicistas clásicas decimonónicas, donde el físico reduce la experiencia psicológica del color a un problema de vibraciones electromagnéticas o el fisiólogo pensamientos y angustia a procesos del sistema nervioso, de tal modo que los procesos psíquicos (del sujeto estudiado) quedan eliminados de la cadena causal de los acontecimientos, que se interpretan y entienden como sucesos independientes del ser (del sujeto y del científico).
Probablemente como señalaría Einsten, el verdadero materialismo consista precisamente en la eliminación del ser, que no aparece por ningún lado como eslabón independiente en las cadenas de relaciones causales. Y esto es así porque en todo momento el pensamiento materialista se supone conceptualizando la realidad en sí y no la representación objetivada de la realidad.
Esto contrasta con la actitud radicalmente distinta del místico, que alcanza niveles de comprensión de la realidad, en base a su experiencia interna y no sólo no niega a “el

ser” en la cadena causal sino que centra en él el origen de la misma estructura mental que permite comprender toda cadena causal.
En tanto el científico materialista encuentra una explicación fisiológica satisfactoria para los fenómenos místicos de iluminación interior, el místico se orientará hacia la experiencia y su potencial para transformar la conciencia explicadora del fenómeno.
La experiencia mística supone para la conciencia un asomarse al laberinto de modalidades pre-lógicas que caracterizan a los contenidos asociados a las actividades sub-corticales, contenidos que normalmente “confunden” a cualquier razonamiento sujeto a la lógica formal. Son formas distintas de mentar que presuponen organizaciones diferentes de la realidad.
El científico materialista dirá, respecto a las experiencias místicas, que lo producido en la subjetividad por una conciencia alterada no es válido científicamente porque no puede extenderse a la generalidad, no puede ser objetivado, lo cual es tan cierto como que el cerebro de un Einstein tampoco.
El término conciencia alterada está sugerido para confrontar con el término conciencia normal, donde supuestamente “el mundo se observa sin alteración” y el yo por tanto se ve como funcional para operar en la realidad objetiva.
Pero no se visualiza que la estructura del yo es un proceso de conciencia que altera la realidad y mucho menos se entiende que toda estructuración de conciencia implica “per se” una alteración de la realidad.
Porque se entiende que el grado de realidad personal de la experiencia no se basa, ni puede basarse, en las explicaciones fisiológicas del caso, sino en sus registros internos. Pero no estamos hablando del realismo subjetivo del experimentador, estamos diciendo que el científico busca una explicación fisiológica de un fenómeno que él se representa de un modo antes de investigar sobre ello y que esta representación a la cual se integran los nuevos datos termina resultando en una estructura de comprensión que no se deriva de, sino que construye la explicación y el sentido mismo de los datos. Es en la representación del mundo donde se da la integración de datos, no en el mundo.
Subyace la idea de que se puede construir un acercamiento a la realidad objetiva, en tanto los procesos de la imaginación dirigida se puedan objetivar al ser contrastados con el rigor del método experimental que aporta el peso de la pruebas.
De modo que decir que la ciencia se basa en la razón es en realidad decir que la ciencia se basa en un modo de razonar que presupone una particular forma de estructurar la realidad.
La idea de que la razón se auto sustenta en su consistencia lógica sólo dice que el mundo de la razón es consistentemente auto sustentado, es decir, efectivo analíticamente hablando, pero nada dice acerca de acercamiento a la realidad en sí en cuanto a las representaciones derivadas de ese razonar.
Todos creemos que la realidad en sí es lógicamente razonable, y este razonamiento lógico debe conducir a una representación cada vez mas precisa de la realidad. Pero basta estudiar las paradojas cuánticas que al ser representadas por una conciencia de mirada macroscópica se visualizan como contradictorias e incomprensibles, o de la misma teoría de la relatividad con sus curvaturas de singularidad temporoespacial, para darse cuenta que la realidad en sí no es tan fácil de representar, aunque deductivamente se puedan comprender sus relaciones analítico matemáticas.
Entonces tenemos por un lado que hay una búsqueda de lo verdadero como aproximación a lo real, en tanto razonamiento lógico que tiene confirmación experimental científica y aborrece cualquier forma de subjetivismo, cuando éste esta implicado de forma evidente, claro, puesto que subjetividades siempre hay, se reconozcan o no.

Por otro lado la verdad en tanto registro de certeza interior surgida en la experiencia mística, que al partir de la desautomatización de los procesos mentales supone la integración de contenidos mentales prelógicos, emergiendo una estructuración de la realidad completamente diferente a la anterior.
Y en medio todas las posiciones que se quiera imaginar.
Y todas padecen la inevitable antropomorfización de la representación humana, aunque no por esto dejan de tener cierta correspondencia con lo que llamamos realidad objetiva.
Nosotros usaremos el término “estructuras de comprensión”, no en el sentido de comprender la realidad en sí, o de su ajuste al conocimiento de la verdad en sí.
Lo usaremos en el sentido de que una estructura de comprensión es unitiva y tiene sentido totalizador para el sujeto que la estructura como representación del mundo, independientemente de su ajuste a la verdad objetiva, porque es en dicha experiencia que se basa su criterio de realidad.
El hecho es que la vida humana, el registro de la propia vida, se da precisamente en el mundo de la representación, que es experiencial y es en la representación del mundo donde se da la integración o desintegración de los contenidos vitales.
Sobre todo porque si la felicidad tiene que ver con la integración de contenidos, cual es el beneficio de aceptar una visión de la realidad que parte de una comprensión fragmentada, es decir, desintegrada de la propia subjetividad.
La conciencia integrada asume que la representación formal de un contenido es diferente según el nivel de conciencia que lo trate, lo alegórico y lo simbólico coinciden y forman parte de una mirada integral.

Y la búsqueda de sentido se orienta desde allí.