17 ago 2009

Momento Humanista

Cristián Reitze

1.- La opción del Sistema es la opción del dinero. Su fracaso ha quedado patéticamente demostrado con la crisis personal y social creciente.

2.- El Neoliberalismo, - principal exponente del Sistema -, ha violado sus propias fronteras poniendo en jaque a los Estados Nacionales que le sirvieron de base, así como a otras referencias culturales y religiosas que fueron eje del entendimiento humano. Su dominio ha rebasado el campo de los factores objetivos, extendiéndose ilegítima y perversamente por los bordes de la conciencia humana, para lograr desde allí el control de la indómita y “peligrosa” subjetividad.

3.- Existe una minoría que controla y maneja el aparato de dominación social que es el Estado.- El Capital somete a todos los poderes a su arbitrio. Es inútil que los defensores del actual esquema traten de justificar la independencia entre los poderes del Estado y de estos con el Capital.- Así mismo, es evidente que la practica de la representatividad se ha transformado en un mero formalismo, al haberse traicionado el interés de los electores, en aras del mismo poder.

4.- El sistema del dinero impone su tónica de sometimiento personal y social en distintos planos: desde la manipulación y objetivación del “otro”, el aplacamiento de las movilizaciones populares (para lo que no se escatimará utilizar hasta al último recurso disponible: el ejército) hasta el establecimiento del Nuevo Orden Mundial.

5.- La opción que tomen las fuerzas armadas cuando sus “servicios” sean solicitados para “disciplinar” a la población; es materia de otra discusión.- Pero lo que sí está claro es que llegará el momento en que ellas tendrán que optar entre “Pueblo o Capital”, porque estos dos términos serán cada día más antitéticos.-

6.- En este proceso, lo que digan o hagan las cúpulas políticas es dramaturgia irrelevante. Con o sin dialéctica entre ellas, ora seducidas, ora marginadas del poder, su órbita delata el centro de gravedad que las atrae: los intereses económicos. De igual modo, todos los poderes formales giran funcionalmente en torno al gran capital. La cúpula política, gremial y sindical ha sido la vanguardia de tal corrupto sometimiento, y es a esa traición que debe atribuirse su desprestigio e inminente fracaso.

7.- Nos parece que transitamos por una etapa histórica muy similar al fin de otras civilizaciones y que tenemos ante nosotros un nuevo “momento de libertad” que nos muestra dos posibilidades a elegir: la vía del caos y el desorden social creciente y la vía de la revolución humanista. Podemos dejarnos caer por la nefasta tendencia o arrojarnos con resolución en el intento de generar un nuevo mundo. En ambos casos el futuro quedará comprometido pero las diferencias que anticipan ambas direcciones son abismales.

8.- Abogamos por alcanzar un momento humanista capaz de inaugurar un nuevo proceso. Pero tal posibilidad se abre únicamente a la acción del “poder real” que está a la base de los grandes conjuntos humanos. Si ese poder real despierta, se organiza, crece y comprende las características de un mundo que se ha globalizado, podrá orientar el proceso en una dirección evolutiva.

9.- Sería un desperdicio que la lucha social futura siga los cauces tradicionales de la simple protesta callejera o de la movilización social catártica. El desafío que nos plantea la época es que la lucha debe expresarse en función del crecimiento de una fuerza social que apunte en dirección revolucionaria. El espontaneísmo sin dirección, la reivindicación inmediatista, la explosión social sin continuidad, son posturas que pueden y deben ser profundizadas, extendidas y convertidas en fuerza consciente orientada a la transformación de las estructuras económicas.

10.- La lucha revolucionaria y la mínima prudencia histórica, nos impone la necesidad de presentar una alternativa global al Sistema. En algún punto produciremos un “efecto demostración” que muestre cómo una nueva sociedad humana puede ponerse en marcha.

11.- El proceso de cambios en una dirección revolucionaria comienza en uno mismo y en el medio inmediato de cada cual. Desde allí se extiende y no se detiene hasta cubrir el barrio, la comuna, la universidad, el medio laboral, el país y el mundo.

12.- La acción puntual hace posible la convergencia en medio de la diversidad. No se avanzará un ápice si se insiste en seguir el camino tradicional de buscar acuerdos cupulares sobre puntos mínimos. Por consiguiente, necesitamos implementar un plan de acción popular y convergente a nivel comunal. Tal acción conjunta (desde abajo hacia arriba y no a la inversa), elevará el potencial y el alcance del movimiento que se ponga en marcha.

13.- Los humanistas exhortamos a esa convergencia, en tanto ponemos nuestros máximos esfuerzos por aumentar y fortalecer los puntos de posicionamiento territorial y de arraigo popular y universitario a lo largo de todo el país. Repudiamos la violencia y la discriminación, pero aparte de esas dos limitaciones, nuestra postura es inclusiva por definición: nos alegramos y avenimos al trabajo conjunto en medio de la multiplicidad.
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Nota: El autor fue candidato a la Presidencia de la República de Argentina y es miembro del Movimiento Humanista.

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