El ser humano sufre. En particular sufre por temas económicos. El sufrimiento económico tiene varios aspectos o fuentes directas:
1. La pobreza. 50% de la humanidad vive con menos de 2 dólares diarios, según estadísticas del Banco Mundial.
2. La desigualdad. Muchos viven en la extrema pobreza, muchos en un nivel intermedio, y algunos con riqueza desmedida e innecesaria. La desigualdad exacerba el sufrimiento, porque aquellos que viven en la pobreza ven que no solamente se debe a una escasez de la naturaleza, sino también a una injusta distribución de la riqueza de la humanidad.
3. La precariedad de los trabajos. Aún las personas que no sufren pobreza porque tienen un empleo bien remunerado o un negocio sufren por temor a la pobreza, ya que es un riesgo real, no solo imaginado, ya que los empleos son precarios (se puede perder la pega fácilmente) y también las empresas son frágiles, debido a la inestabilidad de los mercados y del mundo económico y social actual.
4. La falta de libertad. Debido a los puntos anteriores, la gente acepta empleos en condiciones de poca libertad (de cuasi-esclavitud). No se puede elegir un trabajo de 4 horas con flexibilidad de horarios por ejemplo, sino que la mayoría de la gente tiene que aceptar un trabajo de 8, 10 o más horas diarias, o sino asumir las consecuencias del despido y la pobreza. Algo similar sucede con los empresarios e independientes: tienen que competir al máximo o sino quedar fuera del mercado.
5. La soledad de la frialdad. Vivimos en un mundo en que sabemos que todo se hace por dinero, no por dar a otros. (“Todo es plata”). Cuando recibimos un servicio, por ejemplo de una clínica, sabemos que en general a los proveedores (médicos y enfermeras en este ejemplo) no les interesa nuestro bienestar sino la remuneración que reciben.
6. El sin-sentido. El dedicar la mayor parte de la vida solamente a sobrevivir y/o a ganar dinero, en vez de actividades más interesantes que desarrollen el espíritu, genera el sin-sentido social y el vacío en las vidas de las personas.
Reflexionando un poco, me parece que los 5 aspectos mencionados son causados por una sola cosa: el egoísmo y la falta de un sentido trascendente en la vida. Algo que precisamente nuestra doctrina propone remediar, con dos grandes principios: 1) Trata a los demás como quieres que traten y 2) La vida tiene sentido, y el sentido es superar el dolor y el sufrimiento, en uno y en los demás.
Por lo tanto, si el Humanismo realmente se practicara en toda la humanidad, los aspectos de sufrimiento mencionados se superarían. En otras palabras, si hay un cambio profundo en el interior del ser humano, los cambios sociales y económicos se tendrán que dar necesariamente.
Me parece que este es el verdadero cambio interesante: el cambio profundo.
Muchas de las propuestas para una economía más justa giran en torno a la idea central de hacer un estado más fuerte, para redistribuir la riqueza. Son variantes del “welfare state” (estado benefactor) cuyo principio básico es cobrar impuestos a los ricos para con ello financiar educación y salud gratuito para todos. Algunos ejemplos de estas políticas económicas se han aplicado en Europa en los años 50 y 60 y en Argentina.
Me parece bien el estado benefactor, ya que es mejor que nada, pero también me parece insuficiente porque no es un cambio profundo. Se intenta cambiar la sociedad mediante reglamentos y restricciones a la libertad, bajo el supuesto de que el ser humano es naturalmente egoísta y por ende hay que ponerle leyes y reglamentos para obligar una sociedad mejor.
Me parece que los Humanistas tenemos que ir mucho más allá de viejas fórmulas que promuevan más de lo mismo. Me parece aún más interesante imaginar un nuevo sistema económico que sería consecuencia de un nuevo ser humano, con un nuevo sentido en la vida. El proponer cambios profundos podría fortalecer la fe en la gente de que tales cambios son posibles, lo cual ayudaría precisamente a que el cambio profundo suceda.
Un abrazo,
Jero
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