17 mar 2015

La reconciliación requiere humanizar al victimario. Entrevista a Madeleine John

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A qué te refieres con humanizar la mirada sobre el victimario?

M.J.: En todo ser humano hay frustraciones, hay fracasos, pero también hay esperanzas; en todo ser humano también hay cosas maravillosas. Muchas veces cuando uno ve a una persona muy violenta, y que es extremadamente cariñosa con su hijo, por ejemplo, es como una contradicción; y efectivamente es una contradicción. Entonces uno debe comprender qué nos lleva a esas situaciones de tanta contradicción… Eso es humanizar la mirada, tratar de comprender al otro en su humanidad. No solo al aspecto horrible o negativo de esa persona. Ella es una totalidad, tiene ese aspecto pero también tiene otros. Es un ser humano, como yo; él no eligió probablemente esa vida. No es que de niño uno le pregunta: ¿Qué quieres ser de grande? Y le responde: “Yo quiero ser un matón”… No, la gente sueña con otras cosas. Son los accidentes, las frustraciones, la falta de oportunidades; en fin, una serie de situaciones que van acorralando a las personas, que no encuentran salida y los llevan por caminos que para ellos mismos son sumamente sufrientes. Entonces, yo creo que el tema de la reconciliación requiere ese esfuerzo por comprender, por ampliar la mirada para ver todos los factores que han influido; pero me parece que ahí no acaba la reconciliación. Yo creo que ésta requiere un compromiso y una acción a futuro para que las circunstancias que hicieron posible la violencia, no se repitan.

P: “Para que no se repita”,  esa es la frase que sintetiza la acción de los lugares de la Memoria que se ubican en diferentes partes del país y que abordan las secuelas de los años de violencia…

M.J.: Hay una frase que a mí me parece muy conmovedora, expresada durante la jornada de inspiración espiritual a la que nos invitó Silo en 2007, en el Parque de Estudio y Reflexión Punta de Vacas, donde él hace una alocución sobre el tema de La Reconciliación, y dice: “Ni olvido, ni perdón. ¡Reconciliación!” y dice que hay que poner una mirada humanizadora sobre la piel de la monstruosidad, rescatando en mí y en el otro nuestros fracasos; pero también lo bello en nosotros, nuestras esperanzas. Porque es desde aquellas esperanzas, de eso hermoso que siempre hay en cada uno de nosotros, donde podemos converger para construir un futuro diferente, un futuro mejor del que ha provocado ese sufrimiento.

P: Ya que hablamos de los años de violencia… ¿qué tan importante es un Lugar de la Memoria en estos tiempos?

M.J.: Bueno, nosotros decimos primero que no puede haber olvido. A nada bueno nos lleva tratar de borrar o falsear la memoria. Vivimos una situación de mucha violencia, y no solo los que vivimos esa época de violencia hemos quedado marcados, pues eso influye también en nuestros hijos, de generación en generación. Entonces, nosotros necesitamos integrar esa situación porque fue un impacto muy fuerte. Si tú vives situaciones de guerra (las guerras siempre son monstruosas), después, ¿cómo haces para creer en el ser humano, cómo haces cuando has visto lo peor de él? ¿Qué debes hacer para integrar esa situación, para integrar ese pasado y que te permita ver el futuro abierto, con entusiasmo… que es posible cambiar? Nosotros no podemos hacer como que no ocurrió, porque sí ocurrió y tuvo consecuencias. Por otro lado, es necesario un Lugar de la Memoria que nos ayude a comprender los hechos y todos los factores que influyeron, porque no es posible que desaparezcan 69 mil personas y que no importe, eso no es posible. Cada ser humano es único, irreemplazable. Es muy importante el Lugar de la Memoria para rescatar la memoria de cada una de las personas que desapareció. Si nosotros hacemos como que es solamente un número, anónimo, que no existieron, que no tiene nombre, nos deshumanizamos como personas y como sociedad. Nosotros necesitamos la memoria de cada uno… Hay que rescatar la buena memoria.
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