*Centro de Estudios, Parques de Estudio y Reflexión- La Reja, Octubre de 2011
El interés de este aporte es describir algunos aspectos de la experiencia lograda en el trabajo de Ascesis, enfocando en particular el registro de Silencio como indicador y además, las características de un particular estado que se presenta cuando ese registro se ha hecho profundo.
En el encuadre de este aporte: ¿a qué llamamos “Deleite”? Llamamos “Deleite” a una “experiencia” que se da en un particular estado “…que podemos tipificar como Éxtasis o sea, situaciones mentales en que el sujeto queda absorto, deslumbrado dentro de sí y suspendido”.
Por otro lado, ¿a qué llamamos “Silencio”? Llamamos “Silencio”, a una singular situación interna que se va generando en la medida que vamos produciendo una progresiva supresión de “ruidos”.
Viéndolo más en estática, nos referimos a un estado que se caracteriza principalmente por la inexistencia de “ruidos”.
Reduciendo aún más la definición, llamamos Silencio a “esa nada existente entre dos ruidos”.
¿A qué llamamos “ruido”? Llamamos “ruido” a todo impulso que interfiere en el proceso que emprendemos en la búsqueda de un Silencio completo.
Estos “ruidos” que interfieren en nuestro intento, pueden manifestarse de modo presente o copresente , y provenir de la percepción, o de la sensación, o de memoria, o de conciencia, tales como las cadenas asociativas, las representaciones, las abstracciones, las sensaciones, los recuerdos, las reminiscencias, etc.
Tanto los “ruidos” como los “silencios” se pueden manifestar con distinta intensidad, con distinta duración y también, en distintas profundidades de nuestro espacio de representación
Es posible emprender un recorrido hacia la búsqueda de un Silencio completo. Primero logrando reducir los impulsos que llegan desde los sentidos externos e internos, luego haciendo presente el Propósito, después logrando silenciar las representaciones de memoria y aquietando el accionar de la conciencia y por último, desplazando el punto de mira “hacia atrás y hacia arriba” en el espacio de representación.
Al completar este recorrido, ha irrumpido ante nosotros una nueva realidad interior. Porque la falta de impulsos cenestésicos y de memoria, hace tambalear la ilusoria y determinista identidad del Yo.
Y es en esta singular situación de profundización y Silencio, cuando habitualmente se producen comprensiones esenciales y se viven “emociones superiores”.
En general, estas comprensiones esenciales están relacionadas con la revelación del Sentido.
A las “emociones superiores”, en nuestro caso las describimos al salir de ese estado y al rearticularse y recomponerse el Yo, con traducciones del tipo de: “fuimos invadidos por la fragancia del Deleite”, o “vivimos la magia de un Gozo sublime”.
Pero a pesar de la belleza que se vive en esa situación interna, es necesario dar un paso más en la escalada ascendente. Necesitamos silenciarnos total y absolutamente.
Ese Uno, que aún algo contempla, queda inmóvil y deslumbrado ante la profundidad del Silencio.
Ese Uno vive en la belleza y en el deleite, pero es necesario que pierda ese alimento y se esfume.
Es en ese Vacío donde irrumpe el Propósito para guiar el recorrido, que ya ha dejado de ser un recorrido.
Por otro lado, es destacable observar que, al lograrse la intuición directa o la entrada a lo Profundo, se produce un impacto notable en la propia vida y este impacto comienza a desarticular los significados y las viejas creencias que provienen del paisaje de formación.
Los nuevos significados, que se van configurando como el núcleo de un nuevo paisaje, aparecen a veces tímidamente, como breves atisbos o insinuaciones y en otras ocasiones se expresan de modo terminante, como un “vuelco” definitivo en el modo de apresar o ponderar un objeto.
El intento de evitar la contradicción y acumular actos de unidad fortalece la dirección de nuestro Estilo de vida y este fortalecimiento nos impulsa en el sentido de la Ascesis.
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