Silo en el diccionario del Nuevo Humanismo define la violencia como: “..Es el más simple, frecuente y eficaz modo para mantenerse en el poder y la supremacía, para imponer la propia voluntad a otros, para usurpar el poder, la propiedad y aún las vidas ajenas..”, para más adelante expresar:
“..La violencia ha penetrado en todos los aspectos de la vida: se manifiesta constante y cotidianamente en la economía (explotación del hombre por el hombre, coacción del Estado, dependencia material, discriminación del trabajo de la mujer, trabajo infantil, imposiciones injustas, etc.), en la política (el dominio de uno o varios partidos, el poder del jefe, el totalitarismo, la exclusión de los ciudadanos en la toma de decisiones, la guerra, la revolución, la luchas armada por el poder, etc.), en la ideología (implantación de criterios oficiales, prohibición del libre pensamiento, subordinación de los medios de comunicación, manipulación de la opinión pública, propaganda de conceptos de trasfondo violento y discriminador que resultan cómodos a la élite gobernante, etc.), en la religión (sometimiento de los intereses del individuo a los requerimientos clericales, control severo del pensamiento, prohibición de otras creencias y persecución de herejes), en la familia (explotación de la mujer, dictado sobre los hijos, etc.), en la enseñanza (autoritarismos de maestros, castigos corporales, prohibición de programas libres de enseñanza, etc.), en el ejército (voluntarismo de jefes, obediencia irreflexiva de soldados, castigos, etc.), en la cultura (censuras, exclusión de corrientes innovadoras, prohibición de editar obras, dictados de la burocracia, etc.,).
“Cuando se habla de violencia, generalmente se hace alusión a la violencia física, por ser ésta la expresión más evidente de la agresión corporal. Otras formas como la violencia económica, racial, religiosa, sexual, etc., en ocasiones pueden actuar ocultando su carácter desembocando, en definitiva, en el avasallamiento de la intención y la libertad humanas. Cuando éstas se ponen de manifiesto, se ejercen también por coacción física.”.
Cotidianamente podemos reconocer que la mayoría de estas formas de violencia que se mencionan se ejercen de forma solapada, por lo que difícilmente son identificadas por las poblaciones como tal.
Observamos que todos los hechos de violencia física, encuentran su origen en esas otras formas de violencia. En definitiva estas son el germen que termina disparando respuestas de violencia física.
Y cuando esta respuesta “visible” llega, se suelen intentar acciones para revertirla, sin advertir que ésta es solo la consecuencia, el último eslabón de una cadena de otras violencias que pasan inadvertidas para todos menos para quien la padece.
Y esa respuesta puede provenir del poderoso ejerciéndola sobre aquel que se rebela y a quien ya no puede disciplinar o bien se expresa como reacción ejercida por aquél que ha padecido violencias de todo tipo.
La violencia económica, por ejemplo, ejercida por los gobiernos sobre las poblaciones, generalmente sobre las capas más desposeídas, no muestra su verdadero rostro desde el inicio. Los gobernantes más bien la disfrazan ya que necesitan captar la “confianza” y los votos de los pueblos, y estos no advierten el germen de la violencia que ya está instalado.
Recién cuando cunde la desesperación por la pérdida de puestos de trabajo, se restringe el acceso a la salud, a la educación, empiezan a crecer la marginación, el trabajo infantil, la deserción escolar, por mencionar solo algunas, recién ahí las poblaciones reaccionan y los poderes “disciplinan” todo intento de repudio con represión.
Los poderes establecidos siempre tienen recursos para utilizar en el interior de los países, o desde afuera para amenazar y extorsionar ante el mínimo intento de “desobediencia”. Amenaza de invasión y de guerra para imponer condiciones
Así la cadena de violencia que se inicia en un lugar, sobre un sector o sobre un pueblo, no encuentra límite en su despliegue en el afán de concentración de poder político y económico. Si a esto le sumamos el ingrediente de que el poder económico a nivel mundial se apoya en uno de los negocios más rentables como es la fabricación de armamentos, el panorama está completo.
Recién entonces se advierte la violencia que ya estaba en el origen mismo de este proceso.
Recién ahí se comprende que la violencia física desatada tiene su origen en la violencia económica ejercida desde el poder.
Sin embargo a esta altura, las nefastas consecuencias de la violencia física que se desata ya no tiene remedio, es imparable.
También en el Diccionario del Nuevo Humanismo se expresa que “Una tarea especial de las fuerzas auténticamente humanistas consiste en superar los rasgos agresivos de la vida social: propiciar la armonía, la no –violencia, la tolerancia y el solidarismo”
Existe una actitud de rechazo generalizado por la violencia.
Sin embargo, nos preguntamos, dónde está esa sociedad hastiada de violencia, cuando en cada semáforo ve un desfile de niños y adolescentes pidiendo limosna, sabiendo que están a merced de cualquier ofrecimiento que se les haga a cambio de una moneda.
Y en qué lugar de su justificada moral pone la imagen de tanto niño que ve a diario, revolviendo basura, comiendo basura, juntando cartones, explotados y abusados desde todo punto de vista.
Dónde está la sensibilidad de esa sociedad que no la mueve a la más mínima reacción por la promoción de políticas que cambien la situación para esos niños.
Cómo no se advierte que justamente ahí se está generando un caldo de cultivo para desatar un proceso de violencia de consecuencias impredecibles, para ellos y para el resto de la sociedad.
Y si se advierte, cómo es que no se organiza la sociedad para exigir un drástico cambio de condiciones como imperativo para acabar con la violencia.
Las campañas y acciones contra la violencia hacia el medio ambiente y los animales han ganado más adeptos que una acción combinada para desterrar la violencia sobre el ser humano.
En la Argentina de los últimos años, lo único que genera muestras masivas de solidaridad y repudio, son los hechos de violencia física, la muerte de inocentes a manos de delincuentes.
De hecho no hay marchas masivas en la que se involucra toda la sociedad indiscriminadamente, para exigir que se efectivicen los derechos de la niñez, o de repudio a la explotación infantil - tan a la vista de todos-, o por igualdad de oportunidades para los jóvenes o contra el negocio de la droga.
Mientras tanto, los ciudadanos sensibles exhiben orgullosamente la organización de cadenas humanas por la defensa de los “derechos de las ballenas”
Seguramente si la sociedad en su conjunto advirtiera esa multiplicidad de formas de violencia que se van entramando afectado amplias capas de la población y bregara de modo contundente y decidido por su desarticulación, estaría operando no ya sobre las consecuencias sino sobre las causas de la violencia evitando así males irremediables.
Si queremos operar sobre los factores que generan violencia tenemos que advertir que cuando se produce un hecho de violencia física ya es tarde, ya se desató ese proceso que se genera al interior de las personas, generado seguramente desde afuera, y que deja al verdadero responsable impune.
El paso previo es el reconocimiento de ese germen que también podemos reconocer en cada uno de nosotros, y podemos desarticular evitando una situación de consecuencias no queridas.
Necesitamos parar un momento, observar las injusticias sociales y considerar que semejante violencia necesariamente tendrá derivaciones catastróficas: desbordes sociales, reclamos masivos, con un alto componente de violencia (impotencia) y seguramente correspondida con una represión brutal.
Tenemos derecho a vivir sin violencia, sin padecer y sin que otros la padezcan para lograr el ideal de paz.
Esto requiere de una acción combinada de la comunidad internacional, de cada gobierno e cada pueblo y de cada persona, Silo ha dicho, en tal sentido, la acción que corresponde a cada uno:
“Algo hay que hacer”, se escucha en todas partes. Pues bien, yo diré qué hay que hacer..
Yo digo que en el orden internacional, todos los que están invadiendo territorios deberían retirarse de inmediato y acatar las resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas.
“Digo que en el orden interno de las naciones se debería trabajar por hacer funcionar la ley y la justicia por imperfectas que sean, antes que endurecer leyes y disposiciones represivas que caerán en las mismas manos de los que entorpecen la ley y la justicia.
Digo que en orden doméstico la gente debería cumplir lo que predica saliendo de su retórica hipócrita que envenena a las nuevas generaciones.
Digo que en el orden personal caudal uno debería esforzarse por lograr que coincidiera lo que se piensa con lo que se siente y lo que se hace, modelando una vida coherente y escapando a la contradicción que general violencia” (Punta de Vacas 4 de mayo de 2004.
Tomado de:
Comisión de miembros del Movimiento Humanista de Argentina:
“Fundamentacion sobre la importancia de movilizarse por el desarme nuclear
mundial, la paz y la no-violencia” – (15/12/08)
“..La violencia ha penetrado en todos los aspectos de la vida: se manifiesta constante y cotidianamente en la economía (explotación del hombre por el hombre, coacción del Estado, dependencia material, discriminación del trabajo de la mujer, trabajo infantil, imposiciones injustas, etc.), en la política (el dominio de uno o varios partidos, el poder del jefe, el totalitarismo, la exclusión de los ciudadanos en la toma de decisiones, la guerra, la revolución, la luchas armada por el poder, etc.), en la ideología (implantación de criterios oficiales, prohibición del libre pensamiento, subordinación de los medios de comunicación, manipulación de la opinión pública, propaganda de conceptos de trasfondo violento y discriminador que resultan cómodos a la élite gobernante, etc.), en la religión (sometimiento de los intereses del individuo a los requerimientos clericales, control severo del pensamiento, prohibición de otras creencias y persecución de herejes), en la familia (explotación de la mujer, dictado sobre los hijos, etc.), en la enseñanza (autoritarismos de maestros, castigos corporales, prohibición de programas libres de enseñanza, etc.), en el ejército (voluntarismo de jefes, obediencia irreflexiva de soldados, castigos, etc.), en la cultura (censuras, exclusión de corrientes innovadoras, prohibición de editar obras, dictados de la burocracia, etc.,).
“Cuando se habla de violencia, generalmente se hace alusión a la violencia física, por ser ésta la expresión más evidente de la agresión corporal. Otras formas como la violencia económica, racial, religiosa, sexual, etc., en ocasiones pueden actuar ocultando su carácter desembocando, en definitiva, en el avasallamiento de la intención y la libertad humanas. Cuando éstas se ponen de manifiesto, se ejercen también por coacción física.”.
Cotidianamente podemos reconocer que la mayoría de estas formas de violencia que se mencionan se ejercen de forma solapada, por lo que difícilmente son identificadas por las poblaciones como tal.
Observamos que todos los hechos de violencia física, encuentran su origen en esas otras formas de violencia. En definitiva estas son el germen que termina disparando respuestas de violencia física.
Y cuando esta respuesta “visible” llega, se suelen intentar acciones para revertirla, sin advertir que ésta es solo la consecuencia, el último eslabón de una cadena de otras violencias que pasan inadvertidas para todos menos para quien la padece.
Y esa respuesta puede provenir del poderoso ejerciéndola sobre aquel que se rebela y a quien ya no puede disciplinar o bien se expresa como reacción ejercida por aquél que ha padecido violencias de todo tipo.
La violencia económica, por ejemplo, ejercida por los gobiernos sobre las poblaciones, generalmente sobre las capas más desposeídas, no muestra su verdadero rostro desde el inicio. Los gobernantes más bien la disfrazan ya que necesitan captar la “confianza” y los votos de los pueblos, y estos no advierten el germen de la violencia que ya está instalado.
Recién cuando cunde la desesperación por la pérdida de puestos de trabajo, se restringe el acceso a la salud, a la educación, empiezan a crecer la marginación, el trabajo infantil, la deserción escolar, por mencionar solo algunas, recién ahí las poblaciones reaccionan y los poderes “disciplinan” todo intento de repudio con represión.
Los poderes establecidos siempre tienen recursos para utilizar en el interior de los países, o desde afuera para amenazar y extorsionar ante el mínimo intento de “desobediencia”. Amenaza de invasión y de guerra para imponer condiciones
Así la cadena de violencia que se inicia en un lugar, sobre un sector o sobre un pueblo, no encuentra límite en su despliegue en el afán de concentración de poder político y económico. Si a esto le sumamos el ingrediente de que el poder económico a nivel mundial se apoya en uno de los negocios más rentables como es la fabricación de armamentos, el panorama está completo.
Recién entonces se advierte la violencia que ya estaba en el origen mismo de este proceso.
Recién ahí se comprende que la violencia física desatada tiene su origen en la violencia económica ejercida desde el poder.
Sin embargo a esta altura, las nefastas consecuencias de la violencia física que se desata ya no tiene remedio, es imparable.
También en el Diccionario del Nuevo Humanismo se expresa que “Una tarea especial de las fuerzas auténticamente humanistas consiste en superar los rasgos agresivos de la vida social: propiciar la armonía, la no –violencia, la tolerancia y el solidarismo”
Existe una actitud de rechazo generalizado por la violencia.
Sin embargo, nos preguntamos, dónde está esa sociedad hastiada de violencia, cuando en cada semáforo ve un desfile de niños y adolescentes pidiendo limosna, sabiendo que están a merced de cualquier ofrecimiento que se les haga a cambio de una moneda.
Y en qué lugar de su justificada moral pone la imagen de tanto niño que ve a diario, revolviendo basura, comiendo basura, juntando cartones, explotados y abusados desde todo punto de vista.
Dónde está la sensibilidad de esa sociedad que no la mueve a la más mínima reacción por la promoción de políticas que cambien la situación para esos niños.
Cómo no se advierte que justamente ahí se está generando un caldo de cultivo para desatar un proceso de violencia de consecuencias impredecibles, para ellos y para el resto de la sociedad.
Y si se advierte, cómo es que no se organiza la sociedad para exigir un drástico cambio de condiciones como imperativo para acabar con la violencia.
Las campañas y acciones contra la violencia hacia el medio ambiente y los animales han ganado más adeptos que una acción combinada para desterrar la violencia sobre el ser humano.
En la Argentina de los últimos años, lo único que genera muestras masivas de solidaridad y repudio, son los hechos de violencia física, la muerte de inocentes a manos de delincuentes.
De hecho no hay marchas masivas en la que se involucra toda la sociedad indiscriminadamente, para exigir que se efectivicen los derechos de la niñez, o de repudio a la explotación infantil - tan a la vista de todos-, o por igualdad de oportunidades para los jóvenes o contra el negocio de la droga.
Mientras tanto, los ciudadanos sensibles exhiben orgullosamente la organización de cadenas humanas por la defensa de los “derechos de las ballenas”
Seguramente si la sociedad en su conjunto advirtiera esa multiplicidad de formas de violencia que se van entramando afectado amplias capas de la población y bregara de modo contundente y decidido por su desarticulación, estaría operando no ya sobre las consecuencias sino sobre las causas de la violencia evitando así males irremediables.
Si queremos operar sobre los factores que generan violencia tenemos que advertir que cuando se produce un hecho de violencia física ya es tarde, ya se desató ese proceso que se genera al interior de las personas, generado seguramente desde afuera, y que deja al verdadero responsable impune.
El paso previo es el reconocimiento de ese germen que también podemos reconocer en cada uno de nosotros, y podemos desarticular evitando una situación de consecuencias no queridas.
Necesitamos parar un momento, observar las injusticias sociales y considerar que semejante violencia necesariamente tendrá derivaciones catastróficas: desbordes sociales, reclamos masivos, con un alto componente de violencia (impotencia) y seguramente correspondida con una represión brutal.
Tenemos derecho a vivir sin violencia, sin padecer y sin que otros la padezcan para lograr el ideal de paz.
Esto requiere de una acción combinada de la comunidad internacional, de cada gobierno e cada pueblo y de cada persona, Silo ha dicho, en tal sentido, la acción que corresponde a cada uno:
“Algo hay que hacer”, se escucha en todas partes. Pues bien, yo diré qué hay que hacer..
Yo digo que en el orden internacional, todos los que están invadiendo territorios deberían retirarse de inmediato y acatar las resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas.
“Digo que en el orden interno de las naciones se debería trabajar por hacer funcionar la ley y la justicia por imperfectas que sean, antes que endurecer leyes y disposiciones represivas que caerán en las mismas manos de los que entorpecen la ley y la justicia.
Digo que en orden doméstico la gente debería cumplir lo que predica saliendo de su retórica hipócrita que envenena a las nuevas generaciones.
Digo que en el orden personal caudal uno debería esforzarse por lograr que coincidiera lo que se piensa con lo que se siente y lo que se hace, modelando una vida coherente y escapando a la contradicción que general violencia” (Punta de Vacas 4 de mayo de 2004.
Tomado de:
Comisión de miembros del Movimiento Humanista de Argentina:
“Fundamentacion sobre la importancia de movilizarse por el desarme nuclear
mundial, la paz y la no-violencia” – (15/12/08)
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