"...Naturalmente, no tenía ninguna
intención de enviar esas líneas a mi amigo, pero necesitaba una prueba palpable, puesto que está
claro que una persona enterrada no puede escribir una carta. Esa mujer, con una sonrisa llena de
amor, podía leer todos mis pensamientos. Yo sabía mejor que nunca que se trataba de lectura
de pensamiento. Cogió el papel y escribió varias líneas. (Naturalmente, las enmarcamos y
las guardamos como un tesoro.) Después dijo, sin abrir la boca: “¿Está usted contenta?» Yo
la miraba fijamente y pensaba «No podré compartir con nadie esta experiencia, pero conservaré
esta hoja de papel.» Después preparándose para partir me repitió: «Doctora Ross, me lo promete,
¿verdad?» Yo sabia que me hablaba de la continuación de mi trabajo, y le respondí: «Sí, lo
prometo.» Desapareció. Guardamos todavía sus líneas manuscritas.
Hace alrededor de un año y medio
se me informó que mi trabajo relacionado con los moribundos había terminado puesto que otros
podrían continuarlo y que ese trabajo no era la verdadera vocación para la que yo había
venido a la tierra. Mi trabajo sobre el morir y la muerte no sería para mí más que una prueba para
verificar si era capaz de imponerme a pesar de las dificultades, 1a difamación, la resistencia y
muchas cosas más Salí bien de este examen y lo aprobé. La segunda prueba
consistía en verificar si la gloria se me subiría a la cabeza, pero no se me
subió, y también la pasé.
Mi tarea verdadera, y en este
punto necesito vuestra ayuda, consiste en decir a los hombres que la muerte no existe. Es importante
que la humanidad lo sepa, pues nos encontramos en el umbral de un período muy difícil, no
únicamente en América sino en todo el planeta Tierra. La falta tiene que ver con nuestra sed de
destrucción, incumbe a las armas atómicas, incumbe también a nuestra codicia, a nuestro materialismo y
a nuestro comportamiento en materia de polución. Somos culpables de haber
destruido muchos dones de la naturaleza y de haber perdido toda espiritualidad.
Yo exagero un poco, pero
seguramente no demasiado. El único modo de aportar un cambio para el advenimiento del tiempo nuevo,
consiste en que la tierra comience a temblar a fin de conmovernos y tomar
conciencia.
Es necesario que lo sepáis, pero
no que tengáis miedo. Sólo abriéndoos a la espiritualidad y perdiendo el miedo llegaréis a la
comprensión y a revelaciones superiores. A esto podéis llegar todos. Para ello, no es necesario
dirigiros a un guía, ni tenéis la obligación de iros a la India, ni siquiera os
hace falta un curso de meditación. Es suficiente con que aprendáis a entrar en
contacto con vuestro yo, y esto no os
cuesta nada. Aprended a tomar contacto con vuestro ser profundo y aprended a desembarazaros de
cualquier miedo Una manera de no volver a tener
miedo es saber que la muerte no existe y que todo lo que nos sucede en esta vida sirve
para un fin positivo. Desembarazaos de vuestra negatividad, empezad a tomar la vida como un
reto, como un lugar de examen para poner a prueba vuestras capacidades internas y vuestra
fuerza. La casualidad tampoco existe.
Dios no es alguien que castiga y condena. Después de haber dejado definitivamente vuestro cuerpo
físico, llegaréis al lugar que se designa como cielo o infierno, lo que no tiene nada que ver con
el Juicio Final.
Lo que hemos aprendido por
nuestros amigos que se fueron, lo que aprendimos de los que volvieron, es la certeza de que cada ser,
después de su pasaje, debe mirar algo que recuerda a una pantalla de televisión, en la que se
reflejan todos nuestros actos, palabras y pensamientos terrestres.
Esto sucede después de haber
experimentado un sentimiento de paz, equilibrio y plenitud, habiendo encontrado a una persona
querida para ayudarnos a dar este paso. De esta manera, tenemos la ocasión de
juzgarnos a nosotros mismos, en lugar de ser juzgados por un Dios severo. A través
de vuestra vida aquí abajo vosotros creáis desde entonces vuestro cielo o
vuestro infierno en el mas allá."
tomado de "La muerte: un amanecer", de Elisabeth Kubler Ross
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