30 ene 2014

El cerebro mistico

la revista digital Tendencias Científicas, ha publicado recientemente una nota firmada por Vanessa Marsh, que recoge las investigaciones de los neurólogos Mario Beauregard (ver foto) y Vicent Paquette de la Universidad de Montreal. Cito textualmente:

“El interés por definir el papel del cerebro en la experiencia mística ha ido aumentando con la llegada de nuevas tecnologías de medición de la actividad de las neuronas. Conocer lo que sucede durante la oración o la meditación o durante episodios inspirados de fervor religioso a nivel neuronal podría ayudar, señalan los científicos, a inducir este tipo de experiencias de manera artificial, dado el efecto positivo que parecen tener en el ser humano. Por otro lado, a los científicos les resulta importante comprender mejor las bases neuronales de un fenómeno que ha jugado siempre un papel central en todas las culturas y tiempos, de la misma forma que les interesa conocer las bases neuronales de la emoción, la memoria o el lenguaje. El descubrimiento de las facultades espirituales en el cerebro ha suscitado todo un debate científico. Mediante modernos sistemas de análisis de imágenes cerebrales se han ido identificando en laboratorio las regiones del cerebro que incrementan o disminuyen su actividad en las experiencias religiosas. Se han realizado asimismo estudios que implicaban ejercicios de meditación profunda, basada en el uso de imágenes mentales, o de oraciones, dando lugar a una nueva ciencia denominada Neuroteología, que estudia la neurología del sentimiento religioso y de la espiritualidad. Voluntarios de diversas confesiones han sido estudiados en sus momentos de meditación, Beauregard explica sobre los resultados de su investigación que anteriores estudios neurológicos se han centrado en la relación entre la meditación y la oración, pero no sobre la experiencia mística en sí misma, por lo que eligieron a las monjas carmelitas contemplativas debido a su tradición mística. Los estudios neurológicos anteriores sobre estos procesos se han desarrollado con monjes budistas, practicantes de la meditación, y franciscanos, practicantes de la oración, por lo que la investigación de Beauregard constituye un desarrollo de las investigaciones anteriores. De esta forma descubrieron que la memoria espiritual vigoriza varias regiones cerebrales durante los recuerdos, como el núcleo caudado, que es la región del centro del cerebro relacionada con el aprendizaje, la memoria o el enamoramiento (de ahí, tal vez, la sensación de amor incondicional a la que aluden los místicos). También descubrieron otra zona cerebral activada, la corteza insular o ínsula, vinculada a las emociones y a los sentimientos, y que podría estar en el origen de las emociones agradables que suelen asociarse a las conexiones con lo divino. 75 Por último constataron que también se activó el lóbulo parietal del cerebro (relacionado con la conciencia espacial), lo que podría explicar la sensación de hallarse inmerso en algo mucho mayor que nosotros mismos, típica de este tipo de experiencias. Estos últimos experimentos descubrieron por ejemplo que, en el estado de meditación profunda, se desactivan regiones del cerebro reguladoras de la construcción de la propia identidad, lo que permite que el sujeto pierda durante su práctica el sentido del propio yo individual, que establece la frontera entre él mismo y todo lo demás, y se sienta así integrado en una totalidad única trascendente. Asimismo, las imágenes cerebrales obtenidas por medio de la tomografía computerizada por emisión de un solo fotón (SPECT), sobre voluntarios en meditación, han revelado una actividad inusual de la región pre-frontal dorso lateral y un decaimiento de la actividad del área de orientación del lóbulo parietal, que procesa la información sobre el espacio y la ubicación del cuerpo en el mismo: determina dónde termina el propio cuerpo y comienza el espacio exterior. En conclusión, de este conjunto de investigaciones, que todavía no pueden considerarse concluyentes, se desprende que el cerebro alberga la capacidad de conectar con una realidad que transciende la de los objetos, tanto físicos como mentales, percibida habitualmente, lo que confirma una experiencia común descrita por las diferentes tradiciones religiosas. Muy interesante ¿no es cierto? Hemos remarcado en cursiva las partes del texto relacionadas con la entrada a la espacialidad cenestésica profunda, la suspensión del registro del yo y la actitud emocionalmente comprometida de la entrega a la experiencia en sí. Existen desde luego una variedad inmensa y muy llamativa de estudios.

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