28 dic 2015

Unidad Interna y Consenso (1)

Podemos decir que el consenso (2) como búsqueda, práctica y experiencia en lo social tiene muchos elementos comunes con la búsqueda de la coherencia y experiencia del estado de unidad interna en lo personal. Así es que no es baladí llegar al consenso dentro de un grupo o colectivo, del mismo modo que no es igual vivir o no en unidad interna. 

Ambas experiencias nos hablan de construir una realidad nueva, que podemos calificar de verdaderamente humana. Ambos estados responden al hombre del futuro que ya está aquí y a un sistema social a su servicio y altura.

Algunos elementos comunes a ambas experiencias:

Las dos se dan rompiendo la mecanicidad de la conciencia humana y de este sistema, apoyados en la tensión, tensión que genera sufrimiento. 

Para romper dicha mecanicidad es necesario la puesta en marcha de una intención, intención que trabaja en una dirección superadora de la violencia y que acompaña a cada cual en su mundo interno. Hay una búsqueda, un propósito de construir una realidad nueva. Eso es lo que da la dirección. 

Por tanto, otro elemento común es la superación de todo conflicto, de la violencia en cualquiera de sus formas, lógicamente. Diría más, la falta de consenso indica cierto nivel de violencia interna en el grupo al igual que la falta de unidad interna habla de contradicción, de violencia interior personal.

 La unidad interna es fruto de poner lo que uno piensa, siente y hace en la misma dirección, del mismo modo que el consenso representa poner en el mismo sentido las distintas intenciones personales dentro del grupo, sin que por ello desaparezcan las “partes”. 

Se elimina, entonces, la competitividad interna que se manifiesta en las relaciones entre unos y otros y desaparecen los enemigos afuera y el enemigo interno.

Tanto la búsqueda como la vivencia misma del consenso o de la unidad interna parten, a mi entender, de experimentar que Uno y Todo es lo mismo. Que lo que haga al otro, lo estoy haciendo conmigo misma y viceversa. Que es fundamental no dejar fuera una parte, porque estoy ‘produciendo dolor’ al Todo, del mismo modo que si me olvido de una parte de mí, esto me produce contradicción y sufrimiento. 

Hay silencio interno para escuchar algo más que los dictados de la razón, como hay silencio en el grupo para escuchar a cada miembro (lo que se ha dado en llamar ‘escucha activa’). Hablamos, por tanto, de un alto nivel atencional, producido por esa bajada de ruido –asociado al ego, al ensueño, a la imagen de prestigio, al querer imponer al otro-. 

El acento no se pone en quien tiene razón, en quien es más brillante o sabe más, etc. (es decir, no se pone en el prestigio) el acento está puesto en dar participación a todos, en que nadie se quede excluido o no tenido en cuenta. Respetar eso y poner la intención en la construcción conjunta hace desaparecer lo otro. 

Nadie gana o pierde. La mentación no está ahí porque todo suma, todos suman. Nadie se siente violentado, se superan los opuestos. Todos ganan. De igual forma, a título individual, en la experiencia de Unidad Interna no existe el registro de pérdida de algo, por lo contrario, el registro es de que todo suma, incluso aquello que parecía opuesto. 

Las respuestas que se dan en ambas situaciones son de mayor inteligencia personal o grupal, son respuestas estructurales, permitiendo la comprensión de estructuras y procesos mayores. 

Ambas se producen desde la necesidad y el gusto, desde el no forzamiento. En realidad, van acompañadas de una suave alegría, inevitablemente de paz interna personal y grupal y la energía fluye fácilmente lo que hace que la experiencia fortalezca a uno y a todos, al Todo. 

En estas circunstancias, el ámbito “interior” o grupal es sagrado y, por tanto, merecedor del mayor de los cuidados, de los respetos. 

Veo la belleza en mí y en otros. Reconozco su intención y la mía. 

Ambas experiencias van acompañadas de sentimientos de bondad hacia los demás y hacia uno mismo; de compasión (pasión compartida, sentir la pasión del otro, etc.), y amor en el sentido de dar lo mejor sin esperar nada. 

Es distinto ponerse en “dirección a” que “vivir en”. En el primer caso, se tienen en cuenta, por ejemplo, las minorías, tratando de no discriminarlas, de escucharlas, del mismo modo que escucho al otro en una relación personal... pero sabiendo de antemano, que si no me convencen de lo contrario –lo que implica tener que abandonar mi posición, con todo lo que ello supone de “agarres” y posesión- seguiré defendiendo mi postura pase lo que pase, eso sí, argumentando “en nombre de” y convencido de mi coherencia. 

En el consenso, en la unidad interna, no hay posesión porque no hay nada que agarrar o defender. No existe el “para mí”, es para todos en cualquier caso. No hay cálculo, así es que no hay tensión. Se trabaja por construir una realidad nueva y, en ello se pone la intención, la actitud, el rol, todo... en eso se pone el acento. No importa el resultado... éste se da por añadidura. 

En síntesis, de estas dos experiencias surge una nueva realidad que no es la prevista mecánicamente, no es la suma, no es consecuencia de elegir la mejor opción entre muchas, es que se ha construido una nueva realidad hecha de otra materia en la que no se ha forzado, en la que se ha ido a la raíz del problema, en la que se han tenido en cuenta todas las partes, en la que se han superado los opuestos y, por tanto, los posibles enemigos, en la que trato al otro como quiero ser tratada, en la que acumulo experiencia que hace que sienta que crezco, que crecemos como conjunto. Son experiencias que nos producen un fuerte registro de libertad interna, rompiéndose de paso el tópico de esta sociedad individualista de que trabajando comprometido con otra realidad y con otros, pierdo libertad.

 Defender y tratar de buscar la coherencia está bien, es el camino... y podemos vivirlo desde el mundo de lo “racional” y nada más; ahora bien, registrar la unidad interna personal o grupal, a través del consenso, compromete mucho más que a la razón. Es una nueva estructura que pertenece a otro nivel de conciencia, y que nos conecta con la conciencia inspirada.

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1- Aclaramos que esto no está reñido con la no colaboración y la denuncia, si fuera el caso, de situaciones de violencia. Hablamos de lo fundamental que supone buscar la unidad interna en lo personal y en lo grupal.
2- Recomendamos el libro ‘Del "Yo" al "Nosotros" (El Consenso como posible detonante de un fenómeno emergente social)’ de LUIS BODOQUE. Y los talleres y diferentes materiales que este autor ha elaborado y sigue desarrollando sobre El Consenso. Más información: www.agoraconsenso.org.

Tomado de: 
Juana Pérez Montero:  juanaperezmontero@gmail.com 
Centro de Estudios Parques de Estudio y Reflexión Toledo 
Septiembre 2015

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