22 abr 2017

Nota sobre las comunidades cristianas de meditacion

He aqui una trancripcion que describe la practica meditativa de tradicion contemplativa. Destaco algunas frases. Encuentras puntos de contacto con las practicas del nuevo humanismo?


"La Meditación es una sabiduría espiritual universal y una práctica que encontramos en las raíces de todas las grandes tradiciones espirituales. Es la oración que nos conduce de la mente al corazón. Es un camino de simplicidad, silencio y quietud. Puede ser practicado por cualquier persona, en cualquier momento en el que se encuentre en  su viaje vital. Sólo es necesario que conozca bien la práctica y que comience a meditar.
En la Cristiandad, esta tradición de contemplación, la oración del corazón o la “oración apofática”, llegó a ser marginada y, a menudo, incluso fue puesta bajo sospecha. Sin embargo, en los últimos tiempos se está produciendo un fuerte resurgimiento de la dimensión contemplativa de la fe cristiana y de la oración. Esto está transformando las diferentes caras de la Iglesia y está revelando el modo en que el Evangelio integra lo místico y lo social. Como eje central de este proceso de transformación se halla el redescubrimiento de cómo orar en esta dimensión y en este nivel de profundidad: encontrando la práctica de la meditación dentro de la tradición cristiana.
La Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana enseña una práctica presente en las Enseñanzas del Evangelio que predicaba Jesús y que nos transmitieron los primeros monjes cristianos. Los Padres y Madres del Desierto nos muestran una espiritualidad Cristiana de poderosa relevancia para todo aquél que quiera seguir a Jesús de una forma plena y simple.
John Main, y la comunidad que él inspiró, ha tenido un importante papel en la renovación contemporánea de la tradición contemplativa. Su introducción a la meditación procedía de la sabiduría universal y esta le llevó a descubrirla y después a enseñarla como una forma de oración que se encuentra arraigada en el Evangelio y en la tradición mística cristiana.
Para los cristianos el foco de la meditación es Cristo. Esto significa que la meditación se centra en la oración de Cristo, invocada de forma continua en el Espíritu Santo, en la profundidad de cada ser humano. Más profundo que todas las ideas sobre Dios es Dios mismo y más profundo que la imaginación es la realidad de Dios.
Cuando meditamos apartamos el foco de la consciencia de nosotros mismos. No estamos pensando ni hablando a Dios. Buscamos hacer algo inconmensurablemente más grande: buscamos estar con Dios, estar en la mente de Cristo. Vamos más allá de las reflexiones, incluso de la reflexiones piadosas. La meditación no se ocupa de pensar sino de ser. El objetivo de nuestra oración cristiana es permitir que aquella presencia misteriosa y silenciosa de Dios que ya está en nuestro interior se convierta en la realidad que da significado, forma, y sentido a todo lo que somos y hacemos. La tarea primordial de la meditación, por tanto, es llevar nuestra mente distraída hacia la atención en quietud, silencio y simplicidad.
Meditar es un peregrinaje directo a nuestro centro, a nuestro corazón. Adentrarnos en la simplicidad de la meditación significa aprender una disciplina. Con fe y paciencia, la meditación nos conduce a reinos del silencio cada vez más profundos. Es estando en este silencio que nos adentramos en el misterio de Dios. La invitación de la oración cristiana es la de perdernos a nosotros mismos y unirnos con Dios. De esta manera dejamos atrás nuestro yo egoísta, para morir y resucitar a nuestro yo verdadero en Cristo. Cada uno de nosotros es llamado hacia este objetivo ya que es la plenitud de la vida humana. Lo que necesitamos es la humildad para practicar el silencio con fidelidad para que la mente de Cristo se convierta en la experiencia fundamental de toda nuestra vida.
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La Meditación es una sabiduría espiritual universal y una práctica que encontramos en las raíces de todas las grandes tradiciones espirituales. Es la oración que nos conduce de la mente al corazón. Es un camino de simplicidad, silencio y quietud. Puede ser practicado por cualquier persona, en cualquier momento en el que se encuentre en  su viaje vital. 

¿Cómo meditar?

Para meditar siéntate en un lugar silencioso con la espalda erguida en una postura cómoda. Cierra ligeramente los ojos. Siéntate relajado, pero alerta. En silencio, en tu interior, comienza a decir una única palabra, tu mantra. Recomendamos la oración maranatá. Recítala como cuatro sílabas de idéntica longitud — ma-ra-na-ta. Puedes decirla con el ritmo de la respiración, lentamente.
Maranatá es una palabra en arameo, la lengua que hablaba Jesús. Significa “¡Ven Señor!” y es probablemente una de las oraciones cristianas más antiguas. Con ella San Pablo concluye su primera Carta a los Corintios.
Escucha la palabra mientras la pronuncias suave pero incesantemente.  No pienses o imagines cosa alguna, ya sea espiritual o de otra naturaleza. Cuando lleguen los pensamientos o las imágenes, déjalos pasar, ignóralos sin ofuscarte. Son distracciones pasajeras. Vuelve simplemente a pronunciar la palabra. Respira con normalidad y presta toda tu atención a la palabra, tal y como la recitas, silenciosamente, suavemente, con toda tu fe y sobre todo, con simplicidad.
Medita cada mañana y cada tarde entre veinte y treinta minutos. Puede llevar algún tiempo establecer esta disciplina pero el apoyo de la tradición y de la Comunidad siempre serán de gran ayuda.
Silencio, Quietud, Simplicidad.
“Silencio “significa dejar marchar los pensamientos.
“Quietud” significa dejar marchar los deseos.
“Simplicidad” significa dejar marchar el autoanálisis.
Que sea simple no quiere decir que sea fácil.
Es posible que te lleve un tiempo desarrollar el hábito de meditar dos veces al día. Ten paciencia. Cuando desistas, empieza otra vez de nuevo. Te darás cuenta que la pertenencia a un grupo semanal de meditación te puede ayudar. La meditación es más una disciplina que una técnica. Una práctica de meditación mantenida en el tiempo permite que los frutos y beneficios que ella produce penetren todos los aspectos de la vida. John Main dice que la meditación hace florecer las verdades de la fe, en la propia experiencia.
La meditación tiene la capacidad de llevarnos al substrato que comparten todas las fes y todas las culturas que existen. Pero ¿Por qué podemos hablar de meditación cristiana?
Primero, por la fe con la que meditas – algún tipo de conexión personal con Jesús.
Segundo, la tradición histórica y teológica en la que meditamos.
Tercero, el sentimiento de comunidad al que la meditación lleva: “Cuando dos o más oran en mi nombre, yo estoy allí entre ellos” (Mt 18:20)
Cuarto, los otros medios por los cuales nuestra vida espiritual se alimenta, como, por ejemplo, la Escritura, los Sacramentos y la Adoración. La meditación no reemplaza estas otras formas de espiritualidad. Muy al contrario, vivifica su significado.
Por último, pero esencial para comprender lo que significa meditar, es necesario añadir que meditamos para quitar nuestro foco de atención de nosotros mismos (Jesús dijo: olvídate de ti mismo). En la tradición cristiana, la contemplación es vista como una gracia y como una obra recíproca de amor. No debe sorprender, por tanto, que uno de los resultados de la meditación sea que nos volvamos personas más capaces de amar en nuestro trabajo y en nuestras relaciones y que también desarrollemos un especial sentido de servicio hacia aquellas personas en necesidad.
La meditación es a la vez algo que se hace en solitario y en comunidad. Puedes contactar con comunidades de meditación por medio de esta página web para, de esta manera, fortalecer y profundizar tu viaje. Hay mucho que aprender de la tradición contemplativa que nos puede enriquecer y estimular. La escuela de meditación de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana introduce a la persona que está aprendiendo a meditar a la tradición contemplativa, siempre teniendo presente que la esencia de la meditación no es la lectura o los conocimientos teóricos, sino la práctica personal. Como Juan Casiano dijo en el siglo cuarto: “La experiencia es el maestro”.
El gran desafío al que nos enfrentamos cuando queremos aprender a meditar es su simplicidad. Nada inspira más a personas de todas las edades y culturas que el ver con que sencillez y rapidez los niños aprenden a meditar y a amar, tanto la práctica como todo lo que aporta a sus vidas."

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