22 ago 2021

Introducción a la Psicología Trascendental. Dario Ergas, Junio 2012

 

Introducción a la Psicología Trascendental

Dario Ergas, Junio 2012


Agradezco la invitación del Parque de Estudio y Reflexión Montecillo para esta exposición sobre Introducción a la Psicología Trascendental en esta aula  magna de la Universidad Católica de Cochabamba, Bolivia.

Qué es lo trascendente en la conciencia
La concepción de conciencia que está a la base de este  trabajo es la de intencionalidad propia de las corrientes fenomenológicas. Conciencia es una función del siquismo que registra y coordina los fenómenos del recuerdo, la sensación y la imaginación.  Su labor constante es lanzar actos para que sean completados con objetos o contenidos de conciencia. Todo acto se completa con un objeto de conciencia, mientras un acto no se completa se genera una tensión de búsqueda. Este permanente movimiento de actos que se completan en objetos, o que buscan el objeto que los complete es la intencionalidad. La conciencia es fundamentalmente intencionalidad, actos lanzados hacia el mundo externo que buscan completarse.  Los objetos o contenidos de conciencia son imágenes o representaciones, es decir, síntesis o traducciones que hace la conciencia de los impulsos que provienen de la percepción, la sensación, el recuerdo,  incluso de las sensaciones que provienen de la misma conciencia.  Si digo “el gato que se subió a la mesa”, genero un acto de búsqueda que se completa  con una representación de un gato y que no encuentro sobre la mesa. Esta intencionalidad de actos de conciencia consumándose en objetos, es lo que hace concebir a la conciencia como una estructura conciencia y mundo, ya que todo acto será completado con un objeto del mundo y cualquier objeto del mundo lo será porque hay un acto de conciencia referido a él.

Vivimos una nueva época de aceleración histórica, mundialización y tecnologización de la vida y los efectos sobre la estructura psicofísica del ser humano requieren de una óptica estructural que comprenda al psiquismo en relación con su momento histórico. La adaptación a un medio deshumanizado a través de drogas, psicotrópicos o a través de terapias provenientes de la psicología o de corrientes espirituales, no parecen disminuir el índice de ansiedad, angustia, pánico, depresión, suicidios, matanzas a mansalva o desbordes violentos de poblados. Los efectos de la pérdida de referencias en el individuo frente a la desestructuración de las instituciones, ideologías y creencias, parecen anticipar  un cambio que se está avizorando mundialmente.
Si las referencias, es decir las verdades  de la conciencia individual se desestructuran, podría estar irrumpiendo un fenómeno psicosocial de carácter irracional  que necesita de una interpretación más amplia de la conciencia.  

Nos interesa una psicología trascendental para explorar la posibilidad de evolución de la  conciencia. Todo está en cambio y evolución y también lo está el ser humano. Lo humano es un impulso hacia la libertad y cualquier cosa que lo limita se experimenta como sufrimiento. Lo humano supera sus limitaciones espaciales a través de instrumentos como telescopios y submarinos, y modifica su cuerpo para ampliar sus posibilidades temporales aumentando sus años de vida y busca superar  la muerte que es nuestro destino. También el sistema social restringe la libertad humana y lo transformamos para humanizarlo. Pero es en su conciencia perdida de su sentido en que está la raíz de ese sufrimiento. Por ello es muy importante la posibilidad de nuevos estados de conciencia mas lúcidos, capaces de reconocer el sentido y la dimensión de lo trascendente, capaces simultáneamente de construir una sociedad humana,  universal, libertaria y no violenta. Necesitamos  que esta psicología contribuya con ese propósito de superar el dolor y el sufrimiento y humanizar el mundo.

Todo lo que podemos decir, imaginar o hablar pertenece a la conciencia y nada de lo  trascendental puede ser expresado. Lo trascendental está fuera de lo representable y fuera de lo temporal. Todo lo que se habla del mas allá son siempre figuras que hace la conciencia y siempre están mezcladas con la biografía, la cultura, las tensiones y preocupaciones de la época en que se vive.  A veces por accidente y a veces siguiendo determinados procedimientos se nos presenta el mundo trascendental conmoviendo todo nuestro ser. Cuando eso sucede cualquier palabra o expresión que usamos para describir lo sucedido no alcanza para abarcarlo. Sólo podemos obtener las traducciones que hace la conciencia de ese mundo. Ese mundo trascendental parece estar en la base de la intencionalidad y  son sus traducciones que en forma de representaciones movilizan la acción hacia el mundo cotidiano.

Hay mucha confusión cuando entramos a estudiar este campo, muchos contenidos que por experimentarlos con intensidad, los atribuimos al campo trascendental y sin embargo siguen siendo fenómenos de la conciencia.

La teoría de la conciencia de Silo nos permitirá aproximarnos a esta pregunta. Esta teoría se coloca a una distancia de la sicología tradicional similar a lo que en física podría corresponder la distancia entre la teoría de la relatividad y la física newtoniana. Podemos explicar muchas cosas con la física de Newton, pero no nos sirve para volar al universo. El modelo de la conciencia de Silo nos va  permitir abordar lo trascendental, sin confundirlo con la magia y la religión y entrar en el fenómeno desde un punto de vista psicológico. Silo desarrollo sus tesis en 1975 en la isla de Corfú en Grecia junto a una centena de sus discípulos provenientes de distintas partes del mundo. En esos trabajos se puso especial énfasis en la confusión del fenómeno trascendental con lo paranormal o con entidades que toman la conciencia y se interpretan como seres provenientes de mundos extrahumanos. Dado esas confusiones Silo recomendó trabajar en la normalización de la vigilia, desarrollar una atención sin ruido y una vida coherente;  no fue hasta la década del 2000, ya comenzado el siglo XXI, en que entregó procedimientos para el contacto con lo trascendente en el ser humano, en lo que hoy se conoce como el Mensaje de Silo y a través de los trabajos mas especializados conocidos como las Disciplinas material, energética, mental y formal . En el año 2006 en el parque de Estudios y Reflexión de La Reja en Argentina, expuso sus estudios sicológicos de los estados alterados de conciencia, los espacios profundos y la conciencian inspirada,  lo que nos permite hoy exponer este desarrollo.#  

Necesitamos hacer un breve rodeo para explicar el funcionamiento de la conciencia y cómo traduce los impulsos en representaciones.

Breve resumen de sicología de la imagen
Los estímulos del mundo externo son captados por los sentidos del tacto, vista, oído etc. Pero  también los estímulos provenientes del mundo interno son captados por una suerte de tacto interno que son los sentidos de la cenestesia y de la kinestesia.  Todos los estímulos que captan los sentidos externos o internos son transformados por éstos en impulsos psicofísicos. El impulso es el átomo mínimo de conciencia y es la sustancia con que trabaja todo el aparato síquico. También las grabaciones de memoria, los recuerdos son datos que se entregan a la conciencia en forma de impulsos psicofísicos. La conciencia traduce y sintetiza esos impulsos en imágenes o representaciones. Las imágenes de conciencia no son sólo visuales, también podemos representar una música o la sensación tibia del café matutino. Lo que podemos reconocer en nuestra conciencia son las representaciones que ella ha producido.  Estas representaciones están ubicadas espacialmente en un espacio interno de representación. La conciencia no solo traduce los impulsos en imágenes, sino que además las ubica en diferentes puntos de un espacio interno de representación. Si recuerdo lo que hice ayer notaré que esas imágenes se ubican atrás de mis ojos, y si imagino lo que haré la próxima semana, esas imágenes se ubican  delante de mis ojos. La taza de café y su aroma sobre esta mesa, tiende a llevar al cuerpo hacia la mesa. La taza de café que ahora saboreo, imaginándola al  interior de mi cabeza tiende a movilizar las papilas gustativas.

La conciencia traduce los impulsos que provienen del mundo externo, interno y de la memoria en impulsos psicofísicos, esos impulsos son traducidos en imágenes o representaciones que se ubican en diferentes lugares de un espacio interno de representación. Esas representaciones son las que trasladan la energía síquica a los centros motores, movilizando al cuerpo hacia el mundo. Estas representaciones se ubican en una espacialidad interna que es un espacio de representación y según su  ubicación en ese espacio, trasladan la energía hacia los centros motores o hacia el intracuerpo, movilizando al cuerpo, o cumpliendo funciones de integración de contenidos y de acomodación interna.

Esta traducción de impulsos en representaciones la realiza la conciencia en sus distintos niveles de trabajo, en sueño, en semisueño y en vigilia.  Las imágenes en el sueño están emplazadas mas internamente y son mas plásticas y alegóricas, y en vigilia están emplazadas mas externamente, y además de las imágenes alegóricas que en este nivel se expresan como ensueños,  las imágenes adquieren también  forma sígnica y simbólica. Tanto lo que ocurre en el nivel de sueño como en vigilia, son para esta psicología fenómenos de conciencia y no reconoce ningún campo de lo inconsciente,  lo que modifica el esquema interpretativo del fenómeno mental, respecto a otras escuelas tradicionales.   
Lo central aquí es que todo fenómeno de conciencia se traduce en representaciones y esas representaciones se dan en una espacialidad. Que dependiendo de la ubicación mas interna o mas externa respecto a los ojos, esas representaciones trasladan la energía síquica hacia adentro del cuerpo o hacia fuera por medio de la acción.   

Si imaginamos ahora otra taza, vemos la taza y  podemos reconocer que hay algo que mira a esa taza, esa representación de la taza es reconocida por una mirada de la conciencia que observa a ese taza que imaginamos.  Imagino la taza y  soy yo que veo la imagen. Ese “yo”  está ubicado también en mi espacio interno de representación y a una cierta distancia de la taza imaginada. En el sueño paradojal o con imágenes veo a mi yo actuando en el sueño. Voy en una canoa descendiendo por un río y me veo a mi mismo en la canoa. El yo se ha internalizado en el espacio de representación y puedo observarlo, pero en vigilia ese yo se emplaza en los límites externos o táctiles del espacio de representación y no veo al yo, sino que yo veo al mundo.   Así el yo es también un contenido del espacio de representación y se desplaza por él. El yo es también una representación de la conciencia que confundimos como si fuera la misma conciencia. El yo es una representación particular de la conciencia que se configura por la sumatoria de todas las representaciones y sensaciones y recuerdos, mas la posición de la atención. El yo cumple la función de dirigir una serie de actividades síquicas, pero es de la misma sustancia que las representaciones, es decir no tiene materialidad. En ese sentido decimos que el yo es una ilusión, ya que nos da un registro de realidad sin embargo es tan real como cualquier imagen de conciencia. Esto es importante para el estudio de lo trascendente ya que si hay algo trascendente en la conciencia de seguro no es el yo.

Entonces sobre ese espacio de representación se emplazan todas las representaciones, también la mirada de la representación y también el yo que en ocasiones coincide en el mismo espacio que la mirada.  El espacio de representación se constituye volumétricamente por ello las representaciones no solo se desplazan en el plano, sino que en distintas profundidades de ese espacio.  En el eje z del plano y no sólo en  los cartesianos x, y.

Entonces hemos someramente dado cuenta de que la conciencia traduce todo impulso en representaciones, que esas representaciones se dan en una espacialidad, y que es gracias a esa espacialidad que las imágenes movilizan el cuerpo hacia el mundo,  que hay una representación particular que es el yo que también se desplaza en ese espacio de representación y agregamos ahora que, las distintas posiciones del yo en el espacio de representación nos denotan distintas estructuras de conciencia y distintos estados de conciencia.

Estados alterados de conciencia

Para continuar la investigación hacia lo que está mas allá de lo representable, necesitamos diferenciar muy bien lo que son estados elevados de la conciencia de aquellos que son oscurecidos, bajos o crepusculares.  Para tocar lo que está mas allá  trabajamos con estados alterados de conciencia, pero desde esa conciencia alterada queremos llegar a estados lúcidos y a una ampliación de la conciencia. Necesitamos esta dirección para progresar en el campo trascendental. Si no reconocemos esta distinción, la conciencia quedará tomada y prisionera de sus propios contenidos y creeremos que tenemos contacto con entidades extrahumanas, cuando en realidad se tratará de nuestras propias representaciones proyectadas alucinatoriamente.

Reconocemos niveles altos de conciencia cuando ella dispone de sus mecanismos mentales, dispone de la atención y de los mecanismos de reversibilidad, es decir puede ir a la fuente del dato de memoria evocando los recuerdos  y éstos no se le imponen, o ir a la fuente del dato perceptual, sin ser succionada o sugestionada por un estímulo; además aumenta su capacidad de cotejo, de crítica y de autocrítica. Estos indicadores son importantes para distinguir un estado alto de conciencia, de un estado bajo, de conciencia tomada por un estímulo o por una fuerza, o alucinada al haber proyectado un contenido interno y experimentarlo como percepción. La conciencia tomada es  prisionera de una emoción, o de una imagen, o de una fuerza, que a veces se proyectan alucinatoriamente y les atribuimos una realidad objetal mas allá de lo psíquico. La alienación, el estar fuera de sí, la sumisión a los propios deseos o instintos, son estados oscurecidos. En ellos se verifica la dificultad para dirigir la conciencia ya que justamente esa “dirección” de la conciencia es la que está tomada por algún contenido. Nuestro interés en esta búsqueda de lo trascendente es la ampliación de la conciencia y de su libertad.

Los estados alterados de conciencia los clasificamos en dos grupos, los de conciencia perturbada, propia de los niveles bajos o crepusculares, en que la conciencia es tomada por una emoción o por una alucinación y los estados de conciencia inspirada, en que la conciencia se reconoce a sí misma y a pesar de su fuerte conmoción el fenómeno puede seguir evolucionando y los mecanismos de reversibilidad, de crítica y autocrítica aumentan durante la experiencia y en los días posteriores ella, rozando nuevos niveles mentales.

Son las distintas corrientes místicas las que han desarrollado procedimientos para desplazar el yo y alterar la conciencia.  La técnica mas antigua es el trance y para producirlo se han utilizado distintos métodos de supresión sensorial, drogas, ritmos, que apuntan a la sustitución del yo por imágenes que se identifican como seres divinos,  o como espíritus que remplazan al yo habitual y toman a la conciencia produciendo fenómenos notables. Técnicas posteriores provenientes del yoga y de la meditación budista, o corrientes devocionales de distintas religiones, han logrado superar el trance y suspender el yo. En esa suspensión del yo nos adentramos a las zonas de silencio del espacio de representación, accediendo a estados éxtasis, de fusión con el todo, o de reconocimiento de la unidad de uno y todo lo existente.# Silo desarrolló  un procedimiento de acceso a esta experiencia que es el contacto con la Fuerza.  Este procedimiento permite avanzar en la internalización de la mirada hacia los espacios del silencio, aumentando la observación sobre sí mismo. Aprovechando la estructura del agradecimiento, del pedido y de la acción unitiva, la Fuerza  facilita la experiencia de lo trascendente a los conjuntos, sin chocar con sus creencias culturales y sin necesidad de que se hagan especialistas en el conocimiento de la mente.

El sentido de la acción y la acción con sentido

La conciencia está lanzada hacia el futuro y  todo su transcurrir, su presente es grabado en la memoria que es su tiempo pretérito. La muerte  cierra ese futuro y abre la interrogación sobre el sentido de  mi existencia y de mi acción.  

El sentido de la acción es trasladar las representaciones del mundo interno  hacia el mundo externo. Pero la acción la experimento con sentido cuando al realizarla reconozco en ella su impulso trascendente, al efectuarla me comunica con el centro de mi mismo o dicho de otro modo, siento que esa acción hace crecer en mi un centro interno. Este centro interno es lo que va consolidando un nuevo nivel de conciencia en el cual además,  se deja de creer en la propia muerte y aumenta progresivamente la sospecha de continuidad.

La acción con sentido sólo puede estar dirigida a los otros seres humanos, para quienes también su conciencia intenta traducir un significado profundo para trasladar al  mundo. El otro es la libertad que busca manifestarse, es el amor que quiere expresarse, es lo irrepresentable representado en la existencia,  es la sustancia trascendental traduciéndose en la vida para poder ser reconocida. El otro no es un contenido propio de mi conciencia sino que deviene también en un significado y una profundidad y su sufrimiento es el mío y su liberación es mi liberación y su sentido es el sentido de la misma existencia.

Paradojalmente la búsqueda de lo que está mas allá nos ha conducido a un mas acá cotidiano en que lo trascendente es actuado en cada encuentro con el otro, en cada acción válida que busca la liberación del otro ser humano. La acción entonces se experimenta con sentido en el encuentro con la libertad del otro con su liberación y su humanización.

El espacio mítico

En la profundidad de la conciencia, donde no hay representación, ni espacio, ni tiempo, está lo que la impulsa, un acto sin su objeto, algo que busca fuera de sí misma y no encontrará reposo en ninguna percepción, ninguna imagen, ningún recuerdo, algo que no existe y tiene que construirlo, y esa construcción es su  proceso, su historia, su vida, su sentido.   Lo que la conciencia no puede representar es lo que la impulsa, es el motor mismo de la intencionalidad que la vida ha puesto en marcha. De ese mundo tenemos noción por desplazamientos del yo habitual y por suspensión del yo. Son los esos estados inspirados en que reconocemos la libertad, el amor, la compasión y la belleza, que conmueven a la conciencia que los experimenta.

Los mitos son traducciones colectivas de los espacios profundos de la conciencia. Traducen ese impulso trascendente compensando el sistema de tensiones de una época, de un pueblo, de una cultura. Esa traducción plástica da orientación a pueblos enteros. Cuando el mito está operando no se lo ve, pero guía las conductas de los conjuntos humanos. Cuando el mito está vivo en una cultura, no se lo reconoce como tal, se lo vive  como sentido común, como las verdades mas simples y obvias.  En su ocaso se desestructuran civilizaciones completas, pero en esas grandes crisis la conciencia queda disponible para traducir las señales del mundo intemporal y lanzarse a construir una nueva historia hacia la superación del sufrimiento y felicidad humana.

El mito es un acto lanzado en un tiempo original,  donde todo estaba unido , hacia un tiempo remoto en que nos volveremos a encontrar. Es una señal que nos llega desde el lugar en donde pertenecemos y al que necesitamos imperiosamente volver.

En la crisis que hoy vivimos,  cuando todas las culturas de la humanidad se encuentran en el mismo tiempo histórico, nos acercamos a la  primera civilización planetaria y un mito agita nuestro espíritu adormecido, es el ser humano que despierta, una conciencia lúcida se abre al universo, la nación humana universal se aproxima  desde un largo y enorme  futuro.
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fuente: https://humanismeemergent.blogspot.com/2012/07/dario-ergas-el-sentido-de-la-accion-y.html

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